CAP. 8

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_Muchas gracias Eva.

_Siempre es un placer ayudar.

La noche fue larga pero gracias al cielo rowan no se apareció, no sabía cómo reaccionar o como explicar lo que había hecho.

Mientras tanto ayudo a las monjas con sus deberes. A mi madre le llegaron unas cortinas y accesorios de cristales que están hermosos y estoy ayudando a cargar las cajas.

Les sorprende mi fuerza según ellas.

Mi madre limpia que limpia con la iglesia y yo mirando desde lejos por qué no puedo entrar. No entiendo cómo rowan si puede hacerlo normalmente y para mí hay una barrera invisible que me lástima al momento de acercarme demasiado.

Todo lo que estamos haciendo en el convento me mantiene la cabeza ocupada y no pienso en algunas cosas que me aturden la cabeza.

Probablemente rowan si necesite ese descanso y por eso no a venido por mi o simplemente no le importa. No se cuál de las dos es más razonable.

Terminamos de recoger todas las cajas y me despedí para poder descansar un poco.

No se cómo le diré a mi madre que no estoy aquí por qué rowan se fue de viaje.

Subo las escaleras de los dormitorios y llego a mi habitación, la soledad me recibe, siento que la habitación está caliente así que abro la ventana y las cortinas y el aire fresco la inunda.

Me deshago de mi ropa y me meto a la ducha. El agua fría me relaja el cuerpo y siento como me recupero lentamente.

Al salir me cubro con una toalla y el espejo del baño me peino el cabello.

Pensé mil veces en cortarlo pero no estoy segura además de que es un grano en el trasero estar peina y peina a cada rato.

Me detengo un momento por qué siento que algo me observa, levanto la vista y volteo la cabeza lentamente pero no hay nadie. Su reflejo en el espejo me calienta los pies y vuelvo a voltear la mirada asustada pero no hay nadie.

Me miro en el espejo y me doy cuenta de que estoy quedando loca.

Estoy cansada y me duele la espalda, el estrés es tanto que hasta me está haciendo ver visiones dónde no las hay.

Me visto con lo primero que encuentro y tomo un libro de los estantes que están en mi habitación, me recuesto un poco a leer, aunque no vaya a dormir la cama se siente muy bien.

Con el pasar de los minutos la habitación se va calentando y a pesar de que las cortinas están abiertas el calor es insoportable.

Me levanto de la cama y me siento en la ventana y aún así el calor quiere acabar conmigo.

No me siento bien así que me levanto y me lavo la cara con agua fría, no se de dónde diablos sale ese calor pero no lo puedo aguantar.

Me dirijo hacia la puerta y cuando intento abrirla me doy cuenta de que está atorada, intento una y otra vez pero simplemente la perilla no cede.

Me veo desesperada y seco el sudor de mi frente miro la ventana y cuando intento caminar hacia ella se cierra repentinamente dejándome atrapada dentro casi sin poder respirar.

Intento nuevamente con la perilla pero no sucede nada.

Miro por debajo de la puerta y veo personas caminando.

_¡Oigan! Estoy aquí la puerta no abre.

El corazón se me acelera cuando la oscuridad toma la habitación, estoy asustada y cada vez mi cuerpo suda y suda más.

Le doy golpes a la puerta y empiezo a llamar intentando que alguien me escuche y me saque de aquí.

El caliente se vuelve aterrador y la oscuridad es terrible.

Entonces lo veo.

Mis ojos no se equivocan.

Caigo al piso sentada con los sudores como si fueran agua y el oxígeno agotado.

Sus pies quedan cerca de los míos y apenas puedo abrir los ojos.

Sumisa de un demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora