CAP. 25

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Rowan.

La simple humana.

Me doy la vuelta indignado y arreglo mi traje para desaparecer por la puerta.

Los chicos me esperan abajo y tomo nota de lo que haré.

Salimos todos juntos por la puerta y aunque yo y mis hermanos no tengamos la velocidad de un vampiro podemos viajar por la oscuridad e ir al mismo ritmo.

Nos detenemos cerca de un arrollo y Joseph agudiza sus oídos para verificar donde están sus presas, ya sean cualquier tipo de animales o humanos.

Se alimenta de cualquier cosa mientras yo lo encuentro repugnante.

Joseph es un gran amigo y me está ayudando con lo que tengo planeado para la humana que me tiene con la cabeza dándome vueltas, yo no lo demuestro pero creo que no dudaré mucho en demostrar lo que siento.

Es como algo que tengo atorado en el pecho que solo sale una vez cada mil años, esa humana está despertando el ser que tenía oculto por tanto tiempo aunque solo sea una simple muchacha con un futuro arruinado gracias a mi.

Los incubos somos seres prometedores que cuando tenemos una víctima es difícil que la dejemos con vida, mis besos normalmente la pueden llegar a matar pero la mantengo viva para que disfrute sus últimos momentos a mi lado.

Se que suena cruel pero la muerte es algo que no puedo evitar aunque pueda traerla de la muerte unas mil veces no será lo mismo.

Solo tengo una manera de mantenerla con vida y es haciendo un tipo de ritual para convertirla en una criatura sobrenatural pero estaría pidiendo mucho, se que no quiere dejar de lado a su mamá y por eso trataré de que decida por si sola.

No puedo obligarla a algo que no quiere pero es la única forma de que viva.

Tengo que hablar de esto con ella para que esté clara de la situación y que pueda pensar más tranquila, en definitiva no voy a obligarla tampoco me da pena llevarme su alma.

_¿Escuchan eso?.

Levanto la cabeza y de un momento a otro estoy respirando agitado.

_Viejo que te pasa?.

Son...

_¿Están seguros de que no escuchan nada?.

Miro para todos lados mirando a mis hermanos y a Joseph.

Son gemidos.

Puedo sentir como los colmillos se me salen y mis garras me lastiman las palmas de las manos, levanto la cabeza oliendo el aire, no es necesario saber el color de mis ojos.

_Uh! Alguien cenará rico.

_Tu ve hermano, te dejaremos solo.

Abro mis alas y emprendo el vuelo destrozando las copas de los árboles.

Nunca había estado tan ansioso en mi vida y basta con un gemido para sacarme de quicio.

Esa humana terminará matándome tarde o temprano. En menos de nada estoy en la casa subo las escaleras un poco más calmado que antes y abro la puerta de cristal.

La luna llena alumbra a través de los cristales y visualizo una pequeña figura moviendo los dedos despacio debajo de las colchas grises.

Su olor me llama y sus gemidos me quitan la poca cordura que tengo. Me subo en la cama y a los pocos segundos le ayudo con lo que estaba terminando, puedo sentir su cuerpo tenso y preparado para derramarse pero no sé lo permito quitando las sábanas.

Olfateo su cuello y me mueve un poco, la luz de la luna me ayuda a ver sus ojos que están perdidos en el deseo.

_¿Por qué paras?.

_Te prohíbo que termines sin mi.

Atrapo sus labios y me meto en la cabeza que tengo cosas que hablar con ella antes de que sea tarde, tengo que hablarle pero primero tengo que terminar lo que ella empezó y que me tiene con la verga parada.

Muerdo sus labios y me dirijo a su cuello, tiene un olor enloquecedor que a kilómetros de distancia se puede oler como si estuviera cerca de mi.

_Me... lastimas...

Escucho como susurra y detengo el movimiento que tenía, mi boca tiene el sabor ácido de su sangre y me doy cuenta de que me pasé bastante.

_Yo...

_Tranquilo.

Me toca la cara y siento la pureza a través de ella, no se que me pasa con esta chica pero está logrando algo que no sentí en muchos años.

_¿Quieres...?.

_Si, no te preocupes solo fue un error.

Siento la necesidad que tiene y la beso dejando que pruebe su propia sangre, me quito la camisa y me deshago cómo puedo del pantalón.

Su cuerpo caliente se pega al mío cuando me subo a la cama y está tan húmeda que me dan ganas de darle toda la noche, paseo mi miembro por su entrada y siento los movimientos de su cintura desesperada para que entre.

Empujó un poco y evito que le duela, duramos tiempo sin volver hacerlo desde la última vez y es probable que le duela igual.

Me muevo despacio y me cuesta hacer esto, se supone que la debería someter, hacer que su cuerpo sude con vibraciones y orgasmos que la dejen débil y quitarle su energía pero no, estoy aquí siendo delicado con ella, moviéndome despacio dejando que su lubricación haga más fácil la tarea.

Sus uñas me desgarran la espalda y sus gemidos me claman darle más rápido, uno nuestros labios sin dejar de moverme y a los pocos minutos su primer orgasmo llega.

La sensación de sentirla se vuelve más intensa cuando ya no me muevo despacio, me gime una y otra vez y lo disfruto por qué soy el responsable de que casi se quede sin aire.

Salgo de ella y la volteo levantando su trasero dejándola de perrito.

Envuelto su cabello rubio platino en mis manos y me deleito con los gemidos que se le escapan mientras aprieto su trasero con mi mano libre.

El sudor me cae de la frente y le doy nalgadas castigándola por hacerme sentir como me siento.

Es mi sumisa, mi presa, mi seguidora, es mía, completamente mía.

Mientras ella se derramó sabrá Dios cuántas veces yo solo lo hice dos veces y pasamos literalmente la noche completa teniendo sexo.

Quedo dormida al instante que termine la segunda vez y me recosté a su lado observándola dormir, son más de las cuatro y cuando despierte tengo que hablar seriamente con ella.

Sumisa de un demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora