Capítulo 3

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CHARLIE

Las pesadillas nunca terminan, su llanto lo tengo grabado en mí memoria. Yo solo tenía 6 años, pero lo recuerdo como si hubiera sido ayer, ella suplicaba al viento que fuera una pesadilla, que le diera la oportunidad de conseguir lo que siempre había soñado. Su temor más grande, tristemente se hizo realidad, su dolor era tan fuerte que no encontró salida, la consumió y la volvió la mujer más débil, capaz de cometer todo tipo de estupideces.

A la mañana siguiente me levanté del sofá, las pesadillas no me dejaban dormir como todas las noches, pero tenía que llevarle algo a ese hombre para que comiera, todo estaba saliendo bien, solo tenía que esperar el momento indicado para el segundo paso de mi plan. Tenía tanto miedo que deseaba con todas mis fuerzas abandonar este maldito plan, pero ya no podía dar marcha atrás, ya lo más difícil estaba hecho, no podía permitir que todo se viniera abajo, así que tenía que sacarme esa estúpida idea de la cabeza.

Me levanté del sillón y busqué en la pequeña alacena algo de comida, encontré un paquete de galletas, me estaba quedando sin alimento y tenía que conseguir dinero para comprar más o robar algo lo antes posible, pero más tarde me haría cargo de eso.

Entre a la habitación para revisar si estaba despierto, pero aun dormía, me acerqué muy despacio a la cama y lo observé dormir. Su rostro, el cual estaba cubierto por una barba, estaba relajado, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración, y sus labios estaban entreabiertos. Se veía tan tranquilo y me transmitía una rara paz. Cuando lo vigilaba siempre miraba su sonrisa o como trataba a la demás personas, era asombroso la luz que este hombre destellaba y creo que por eso fue una víctima fácil, porque siempre era tan noble y dispuesto a ayudar a cualquier persona. Sentía una gran necesidad de tocarlo, intente hacerlo pero quite la mano antes de rozar su mejilla. ¿Qué pasa conmigo? No podía cometer ningún error.

Salí de la habitación, tomé mi pequeña mochila y me fui de la casa, cerré todas las puertas muy bien y caminé hasta llegar al mercado. Ya había robado anteriormente, tristemente mí realidad es así, desde que ella se fue, sino quería morir de hambre tenía que robar, así que ya sabía que tenía que hacer. No tengo estudios y los únicos trabajos que he tenido no me han ido muy bien que digamos.

Mi vida no ha sido fácil desde pequeña he tenido que sobrevivir en este mundo sola, sin nadie a mí lado. Creo que mí etapa más difícil fue la adolescencia, esa etapa cuando crees que el mundo es color de rosa, pero es todo lo contrario, ya al se mayor de edad tuve algunos trabajos pequeños, pero hace no menos de un año, en mi último trabajo me sucedió lo peor que le puede suceder a una chica joven que vive sola, un día mi ex jefe me pidió que me quedara el turno de la noche, yo por conseguir dinero extra accedí, sin saber que esa noche sería la peor de mi vida.

Yo limpiaba las instalaciones de la empresa y el área de máquinas, esa noche mi jefe me pidió que solo limpiara el área de máquinas y después de lo que sucedió entendí porque. Mientras yo limpiaba mi ex jefe me agarró por la cintura y nos escondió atrás de una de las maquinarias,  al ver que yo forcejeaba él me golpeó y abusó de mí, después de violarme, me obligo a que le practicara sexo oral. Lo denuncie al siguiente día pero nadie me creyó ¿quién iba a creerle a una chica como yo? Él era importante y de dinero y yo solo era una simple empleada de limpieza, desde ese día jamás pude conseguir otro trabajo, nuevamente gracias a mi ex jefe, ya que como yo lo había denunciado, él me juró que jamás volvería a conseguir empleo y así fue, visite varias empresas y fábricas, pero nadie me daba trabajo porque él se había encargado de hablar mal de mí y mentir acerca de que yo había robado en la empresa.

Camine hasta llegar al mercado, use mi táctica de distracción, siempre funciona, tome una fruta y se la lance al perro que siempre estaba recostado entre los puestos, este por atraparla salto y derrumbó una mesa con mercancía de vidrio, toda la gente volteó a ver qué ocurría y aproveche para meter todo lo que podía en mi mochila, termine y corrí antes de que alguien me viera. Volví a la casa y saque las cosas de la mochila, corte algo de fruta y se la lleve a aquel hombre que tenía secuestrado. Abrí la puerta de la habitación y lo vi intentando sentarse en la cama, deje las cosas sobre la mesa de madera que estaba en la esquina de la habitación y lo ayude a sentarse.

–te traje comida…

—yo… necesito el baño— dijo nervioso.

Tenía una pistola de juguete para estas ocasiones, no quería lastimarlo, pero tampoco quería que escapara y echara a perder todo el plan. Salí de la habitación, camine hacia la cocina y abrí unos de los cajones de la alacena, saque la pistola y me la coloque atrás de mi pantalón, regrese a la habitación, lo ayude a levantarse y cuando ya se pudo sostener saqué la pistola y le apunte, su cara se puso pálida al ver el arma.

—tranquila… no necesitas eso.

—si intentas algo no dudare en disparar ¿entendiste?— dije seria, pero nerviosa, rezaba para que él no se diera cuenta de que la pistola era de juguete.

—Te prometo que no intentaré nada.

Me agache sin dejarlo de ver, seguí apuntando con el arma falsa y le desamarre los pies, lo guie hasta el baño, ya estando ahí le desamarre las manos, la pistola la tenía sobre un costado de el.

—no cierres la puerta…— Me pare frente a la puerta del baño, seguía apuntándole con la pistola.

—¿te quedarás ahí parada?— dijo apenado.

—no te preocupes, no tienes nada que no haya visto ya— dije con desagrado al recordad las imágenes de mi violación.

Chris se colocó frente al escusado, así que quedó a espaldas de mí, escuché un gran suspiro y después como se bajaba el cierre, algunos minutos después comenzó a orinar, cuándo terminó se cerró el pantalón y volteo de nuevo hacia mi.

—¿puedo lavarme las manos?— levantó las manos para que las viera.

—date prisa…

Giró hacia el lavabo, se mojó las manos y después se aplicó algo de jabón, las enjuagó y después las secó con la toalla que tenía colgada al lado del lavabo. Al terminar empezó a caminar hacia mi.

—Detente— dije algo nerviosa, era muy alto y su personalidad me intimidaba, trate de que no lo notara y creo que si lo logre.

—¿Puedo pedirte un favor?— Su voz era gruesa pero suave al mismo tiempo, y su mirada ¡Dios! Esos ojos azules eran un sueño, si lo miraba fijamente podría perderme en ellos, por eso siempre evitaba el contacto visual.

—¿Qué favor?— inconscientemente di un paso hacía atrás.

—¿puedes sujetarme las manos por delante?, por detrás es muy doloroso e incómodo.

suspiré frustrada —está bien, pon las manos enfrente.

Volví a sujetarle las manos y lo guíe de nuevo a la habitación, lo senté en la silla y lo amarré de los pies y de la cintura nuevamente, tomé la bandeja de comida y me senté en la cama. Como Chris tenía las manos al frente, tomó la fruta con sus propias manos, yo solo le sujeté la bandeja.

—gracias, me facilita hacer las cosas— dijo mientras comía.

—De nada, termina tu fruta.

—¿Has comido algo?— De nuevo esa mirada azul sobre mis ojos cafés, el corazón se aceleró y bajé la mirada hacía la bandeja.

—¿Quieres que te coloque la cinta de nuevo?— dije molesta, Chris movió la cabeza en forma negativa —No somos amigos…

No debería amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora