Capítulo 28

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CHRIS

Me levanté demasiado temprano, creo que ni quiera pude dormir bien, camine al baño, me duche y me vestí. Había quedado de pasar por Elena a las 7 de la mañana para llevarla a la estación de policía. Salí del apartamento lo más rápido posible, estaba demasiado nervioso y rogaba que todo saliera bien. Cuando llegue a casa de mi amiga, me sorprendió mucho verla afuera, ni siquiera dejo que apagara el coche, se subió a el y me pidió que arrancara.

–¿que pasa?– dije preocupado por la actitud de mi amiga –¿está todo bien?

—si no te preocupes, vámonos rápido, mis padres están en la casa y no quiero que vean que me voy contigo– hablaba muy rápido, parecía asustada.

—Elena ¿que pasa? me estas asustando– acelere el coche, mientras mis nervios se hacian mas grande.

—Chris– agacho la mirada –anoche mi padre se enteró que salí contigo a cenar y…– suspiro –se hizo ideas, tu sabes, sobre nosotros– Elena recargo su cuerpo en el asiento de copiloto, suspiro de nuevo y miro por la ventana –hoy en la mañana me preguntó ¿qué había pasado en la cena? y le dije que solo fuimos como amigos– cubrió su rostro con sus manos –¿sabes lo que me dijo?– bajo las manos de su rostro y volteo a verme avergonzada –que hubiera aprovechado para meterme en tu cama…– lágrimas rodaron por sus mejillas –que era una idiota por no aprovechar la oportunidad que tuve contigo anoche… ¿sabes como me sentí?

—por dios Elena, tu papá es un imbécil– tomé la mano de mi amiga para darle consuelo –lo siento tanto…

—no puedo creer que mi propio padre me diga ese tipo de cosas– el llanto de Elena era calmado, pero no dejaba de ser doloroso –¡Dios! me trato como una cualquiera, yo ni siquiera he...– bajó la mirada apenada, pero se que refería que aun era virgen –mi propio padre pidiéndome que le entregue mi virginidad a alguien quien ni siquiera amo.

—dios Elena— susurré.

No sabia que decirle, así que solo le di un apretón afectuoso, ella me sonrió triste. Todo el camino no dijimos nada, no quería tocar el tema y ponerla triste otra vez. Cuando llegamos a la estación Elena ya estaba más tranquila, me estacione y apague el auto, antes de bajar voltee a verla, no quería obligarla a nada así que le daría la oportunidad de arrepentirse.

—no tienes que hacer nada que no quieras, si te arrepientes te juro por dios que no me molestare contigo, el hecho de que estas aqui en este momento ya es mucho para mi y no quiero forzarte a nada.

—quieres callarte y bajarte del maldito coche, dije que te ayudaría y eso haré, pero si termino presa te juro que te lo haré pagar muy caro– sonrió.

—gracias por todo–le regale una tierna sonrisa.

—mueve ese trasero– abrió la puerta para bajarse del auto.

No pude evitar echarme a reír con las palabras de Elena, bajamos del auto y caminamos hacia la entrada de la estación de policía, muy dentro de mi estaba super nervioso pero no quería que Elena lo notara, antes de abrir la puerta Elena me detuvo, colocó su mano en la mía para impedir que empujara la puerta. Me congele por completo, estaba seguro de que se había arrepentido, voltee a verla y su rostro era serio y su mirada estaba perdida, me culpe a mi mismo por pedirle algo como esto, pero si ella cambiaba de opinión no me molestaría con ella.

—¿todo bien?– dije con miedo a que saliera corriendo.

—Chris... ¿crees que haya policías sexis?– su rostro cambió por completo de serio a una sonrisa de oreja a oreja y comenzó a burlarse de mí.

—Elena– la sangre me volvió al cuerpo –por el amor de dios –lleve mis manos a mi rostro, no pude evitar sentir un gran alivio –creí que…– suspire –podrías dejar las bromas para otra ocasión por favor…

—¡NOOO! Por supuesto que no, amo verte angustiado– mi amiga no dejaba de reírse de mí –entremos y acabemos con esta mierda.

Moví la cabeza en forma negativa pero no dejaba de reír, agradecia infinitamente que ella estuviera aquí en estos momentos, sus palabras aligeraban más la carga que llevaba encima de mis hombros. Abrí la puerta para que ella pasara primero, al entrar a la estación pregunte por el detective Mario pero aún no llegaba a las instalaciones, le dije a Elena que teníamos que esperar a que él llegara, nos sentamos en unas sillas metálicas en la sala de espera.

Elena miraba a todos lados, creo que nunca había pisado una estación de policía y era obvio. Elena proviene de una familia de dinero, los Bell son dueños de los mejores centros comerciales de la ciudad, sus padres vive una vida de millonarios, su hermano mayor está estudiando en Inglaterra y ella pues sus padres solo piensan en casarla con alguien de dinero, osea alguien como yo. Nuestros padres son amigos desde hace años, mi padre quiere que me case con Elena para tener un distribuidor gratis para nuestro vino, salimos un tiempo y aunque nos llevamos bien nunca pude verla de otra manera que no fuera una buena amiga, espero que ella me vea del mismo modo.

Elena revisaba su celular cada 5 minutos, parecía muy nerviosa y no la culpaba, lo que le había pedido era el favor mas grande del mundo.

—aun puedes arrepentirte– dije sacándola de sus pensamientos.

—quieres callarte– puso los ojos en blanco —ya te dije que lo haré, ahora porque no haces algo de provecho y me consigues un cafe.

—claro– sonreí –enseguida regresó.

Me levanté de la silla y camine hacia la salida, tenía la esperanza de que con la declaración de Elena, el detective dejara libre a Charlie, no queria ni imaginarme si nuestro plan salia mal, gracias a dios contacte a unos de los mejores abogados del país por si el plan A de iba a la mierda, aunque por dentro rogaba que eso no llegara a pasar.

No debería amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora