Capítulo 41

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CHARLIE

—¿Que haces princesa?– escuche claramente una dulce voz femenina. Todo a mi alrededor estaba oscuro, no podía ver nada.

—¿Mamá?– susurre –mamá ¿Eres tu?– me llevé las manos a la boca cuando su figura surgió de la oscuridad, ella brillaba con luz propia, se acercó a mi lentamente —no puedo creer que sea tu.

—mi niña hermosa, te amo tanto, no sabes las ganas que tengo de abrazarte– mi madre empezó a caminar muy despacio hacia mi, quería correr a sus brazos pero mi cuerpo no se movía, ella solo sonreía mientras yo intentaba alcanzarla.

–¿cómo es que estás aquí?– le dije entre lágrimas.

—mi amor… busca la felicidad, olvídate de venganzas y odios, vive tu vida, quiero que seas feliz– cuando estuvo cerca de mí levantó su mano para acariciar mi mejilla, como lo hacía cuando era muy pequeña, pero no logro alcanzarme –Quiero verte feliz amor.

—te extraño mucho mamá, me haces mucha falta.

—siempre estoy contigo, por eso no me gusta verte triste. Estoy muy orgullosa de ti, has tenido que pasar muchas cosas tu sola y has sido muy valiente mi niña, pero es hora de que seas feliz deja ir el pasado.

—mamá, me haces mucha falta.

—perdoname por no ser una buena madre los últimos años, pero tu eres valiente amor, eres inteligente, cariñosa, no pierdas todo eso por una venganza, no odies.

Mi madre dio algunos pasos más y se acercó más a mi, me dio un pequeño beso en la frente sin tocarme, me miro a los ojos y me dijo –eres idéntica a tu padre, él era muy guapo– y de la nada desapareció, era como si nunca hubiera estado ahí, miré alrededor y solo veía oscuridad.

No podía moverme, sentía mi cuerpo pesado y mi brazo me ardía demasiado, solo alcanzaba a escuchar voces, pero no entendía que decían. Intente abrir mis ojos pero estaban muy pesados. De pronto una voz familiar se escuchó a lo lejos.

—Gracias por dejarme verla doctor– la voz era suave, pero estaba cargada de preocupación.

—solo unos minutos y recuerde que aún esta delicada.

—descuide, gracias.

Las voces se apagaron y de pronto sentí una caricia en mi rostro, era tan suave y el tacto era tan familiar, un dulce aroma a loción invadió mi nariz. Quería abrir lo ojos para poder ver a la persona que me acariciaba, escuche que decia algo pero no entendía que era y de pronto supe que era el, Chris. Quería moverme para tocarlo, abrazarlo, besarlo, pero no podía, algo mas fuerte que yo me lo impedía.

—todo saldrá bien– empezaba a entender lo que me decia, él seguía acariciando mi rostro y dandome pequeños besos.

Quería contestarle, que supiera que lo estaba escuchando y que estaba feliz por tenerlo a mi lado. Intente moverme pero no lo conseguí, la única esperanza que me quedaba era abrir los ojos, poco a poco intentaba hacerlo, después de muchos fracasos por fin lo conseguí. Cuando abrí los ojos lo vi, su mejilla estaba recargada sobre mi mano, era como si quisiera que lo acariciara. Quería hacerlo, quería acariciar su rostro, obligue a mi cuerpo que reaccionara hasta que moví la mano, torpemente acaricie el rostro de Chris. Este levantó la cabeza y al verme con los ojos abiertos se quedó muy sorprendido, trate de sonreír. 

—Chris– dije con mucha debilidad  –hola...

Chris tenía los ojos húmedos, pero aún asi me regaló una hermosa sonrisa, se acerco a mi y me dio un beso en la frente, justo donde me había besado mi madre en mi sueño. Levantó su mano y empezó a acariciar mi cabellera. 

—no te esfuerces– me susurro –todo estará bien ahora.

—¿que paso? ¿donde estoy?– mi voz era apenas un susurro.

—estas en el hospital, el bar donde estabas con Elena y Brian se quemó, ellos están bien– dijo al ver mi cara de asombro –no te esfuerces, cuando estes mejor te contare todo lo que paso, ahorita solo descansa por favor, no te preocupes por nada, solo recupérate.

Moví la cabeza un poco para decirle que si, cerre los ojos, estaba tan adolorida que volví a quedarme dormida. Unas voces me despertaron de mi sueño, abrí los ojos y no vi a Chris por ningún lado, solo había doctores y enfermeras por la habitación. Unos limpiaban mis heridas y otros me administraban medicamentos, pude ver uno de mis brazos vendado, era el que me dolía mucho. Cuando terminaron conmigo salieron sin decirme nada, después de algunos minutos de estar sola entró Betty a la habitación, estaba muy feliz de verla, se acercó a la cama y beso mi mejilla.

—dios mio Charlie, jamás vuelvas a asustarme así ¿como te sientes?– me dijo sentándose en la silla que estaba al lado de mi cama.

—muy adolorida– susurre –¿y Benjamin? 

—el se quedo en casa, quería venir pero hoy tenia terapia– bajo la mirada triste —me tenías muy preocupada, fui yo la que te dije que te divirtieras y cuando lo haces... Perdoname Charlie

—oye no te preocupes, estoy bien y nada de esto es tu culpa– trate de sonar tranquila, pero era obvio que todo esto me había dejado un poco de miedo, pero el recorde el sueño de mi madre, ella me decia que yo era valiente y se lo tenia que demostrar.

—Charlie,  quiero que te quedes en una de las habitaciones de la casa, ahi podre cuídate mejor.

—gracias Betty, pero no, de echo voy a volver a mi casa, la que me dejo mi madre.

—¿Que? ¿Por qué? ¿Ya no estas agusto con nosotros?

—No Betty, al contrario los quiero y estoy muy agradecida con ustedes, pero quiero empezar de cero, quiero arreglar la casa de mi madre y salir adelante, tener algo propio, espero me entiendas.

—claro Charlie— sonrió –estoy muy orgullosa de ti y espero me dejes seguir ayudante en lo que pueda, ya sabes que en la cafetería tienes trabajo seguro.

—gracias Betty, jamas sabré como pagarte todo lo que haces por mi.

—no tienes que agradecer, lo hago con mucho cariño, por ahora recuperate y cuando estes bien te ayudaré a limpiar la casa.

—muchas gracias.

No debería amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora