Capitulo 10

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CHRIS

Hace una semana recupere mi libertad, aunque amarrado en la casa de Charlie me sentía mas libre que en mi casa y en la empresa, además no he podido olvidar aquel beso, la fragilidad de Charlie me conmovió tanto y no podía negar que extrañaba verla. Extrañaba sus ojos, esa mirada triste, pero noble al mismo tiempo, todo el día la tenía metida en mi cabeza, necesitaba saber que estaba bien y también quería ayudarla.

—¡hey! concéntrate– la voz de Robert, mi hermano mayor, me saco de mis pensamientos.

—lo siento…

—no estas poniendo atención– dijo Scott a mi lado –¿En que mundo andas?

—si, lo siento, es solo que estoy un poco cansado.

—puedes irte a casa– mi hermano menor me tomo del hombro –hermano, queremos que estes aquí, pero si necesitas mas días...

—no, estoy bien, necesito distraerme.

Volví a mi trabajo en la empresa, hoy teníamos una junta sobre los nuevos producto que lanzaremos, pero mi cabeza estaba en otro lado. Charlie ocupaba gran espacio en mi mente y eso me preocupaba, porque no podía concentrarme.

—necesitamos nuevas etiquetas para el vino y un nuevo nombre, acuérdense que este producto va dirigido especialmente a los hombres de negocios, en uno de los vinos mas finos que hemos creado— dijo mi hermano mayor.

—Chris, antes de tu secuestro, estabas dibujando las etiquetas, sabemos que eso te retraso– scott me miro —¿Podrías continuar con el trabajo?

—si lo haré— le dije sin mirarlos –¿y papá?

—en su oficina.

Salí de la sala de juntas dejando a mis hermanos platicando entre ellos y camine hacia la oficina de mi padre, había decidido quitar la denuncia en contra de Charlie, no quiero que viva huyendo, necesito saber que esta tranquila y que puede tener una vida en paz. Toque la puerta y escuche el típico “pase” mi padre estaba con su secretaria firmando algunos papeles.

—¿podemos hablar?– dije al entrar.

—¿de que quieres hablar?– dijo sin mirarme.

—necesito que retires la denuncia en contra de la chica que me secuestro– me senté en una silla frente a el.

—Claro que no– por fin levanto la cabeza para verme –y si no tienes otra cosa que decirme puedes irte, estoy muy ocupado.

Mi padre a veces es un desgraciado, lo amo, pero no deja de ser un desgraciado, siempre tiene su porte de hombre de negocios y nunca nos habla con cariño a mis hermanos y a mi, siempre nos enseñó que somos hombres y que no debemos ser débiles o frágiles, pero gracias a dios mis hermanos y yo tomamos mas los ejemplos de mi madre, quien nos crío para ser seres humanos honestos y capaces de expresar nuestras emociones. Salí de su oficina algo molesto por su actitud, me fui a la mía donde tenía algunas bocetos sin terminar, así que me puse a trabajar en ello. Hace tiempo Intenté salir con Elena pero no funcionó, es una chica linda pero nada que ver con Charlie, son de mundos diferentes y para colmo no la he podido sacar de mi mente, así que fui sincero con Elena y le dije que lo nuestro no funcionaria y quedamos como amigos, ella me agrada mucho y a veces me escucha cuando necesito desahogarme, como ahora que necesitaba hablar con alguien, tome el teléfono y le marque y comenzamos a platicar de todo lo que me había pasado.

Más tarde al salir del trabajo cansado, tuve un impulso y fui al barrio donde Charlie tenía su casa, sabía que no la encontraría pero tenía la esperanza de verla. Cuando llegue a la casa estaba rodeada por una cinta amarilla, de esas que pone la policía cuando se comete un crimen en un lugar,  ya nadie la vigilaba así que me acerque a ella y abrí la puerta.

Entre muy despacio, la casa era muy pequeña, cuando estuve aquí casi no pude verla bien. Di algunos pasos y la madera empezó a rechinar, escuche ruido en el cuarto donde Charlie me mantenía encerrado, me acerque para ver que era y me lleve una gran sorpresa al ver a un niño recostado en la cama.

—¿Quién eres?– dije de pronto, el niño se asustó tanto que se levantó de la cama.

—Soy Tom, ¿Tu quien eres?

—mi nombre es Chris Edwards, soy amigo de Charlie. ¿La has visto?

—la vi ayer, está trabajando en una cafetería en el otro lado de la cuidad, ella me dijo que podía dormir aquí en su casa, ahorita no la está ocupando.

—me puedes decir ¿donde esta la cafetería?– tenia la esperanza de que Tom me dijera dónde encontrar a Charlie.

—no, ella me dijo que no le dijera a nadie donde estaba ¿eres policía?– el chico hizo un gesto de desagrado que me hizo sonreír.

—no Tom, no soy policía, solo dime donde esta la cafetería por favor, te prometo que no la meteré en un problema, es mas, quiero ayudarla.

—no se... ¿Tu de donde la conoces? Se ve que eres de dinero, y Charlie no tiene.

—nos conocimos afuera de mi empresa, su auto se descompuso.

—¿Esa chatarra?— señalo el auto que estaba afuera de la casa –hace mucho que no sirve, ella ya ni lo usa.

—si lo se, yo mismo le ayude una vez a arreglarlo, pero creo que se le volvió a descomponer.

—esta bien, yo mismo te llevaré a dónde ella trabaja, pero debes prometer que no eres policía.

—te lo prometo.

—ven, sígueme– empezó a caminar –pero esta un poco lejos.

—¿Y si nos vamos en mi auto?

—ok.

Salimos de la casa y subimos a mi auto, lo encendí y empecé a avanzar por algunas de las calles, el barrio se veía tranquilo pero muy humilde, Tom volteaba de vez en cuando a decirme que cambiara de dirección o para guiarme hacia nuestro destino. Siempre he vivido en un barrio lujoso y las casa son muy diferentes a estas, nunca había pisado un barrio humilde, la gente nos saludaban al pasar y los niños jugaban tranquilos en la calle, todos parecían felices a pesar de su escasez.

Después de un viaje de más de 15 minutos, por fin llegamos a la cafetería, estábamos estacionados en la esquina y teníamos la cafetería frente a nosotros. Un enorme ventanal me daba vista hacia el interior del negocio y ahí la vi, traia su pelo recogido en una cola de caballo y hablaba con algunos clientes.

—mira, ahi esta– apunto hacia el ventanal donde se podía ver a Charlie –no le digas que yo te traje, se enojara conmigo.

—no te preocupes Tom no le diré nada– saque 10 dólares de mi cartera –ten, cómprate un refresco.

—¡gracias a amigo!– grito emocionado –nos vemos después.

—claro que si Tom, cuidate.

Tom se bajo del auto y se fue corriendo, también baje del carro y me quede parado en la esquina, estaba un poco nervioso de volver a ver a Charlie, me decidí a caminar cuando la vi sonriendo, parecía tranquila y feliz. Cruce la calle y me acerque a la cafetería, la gente pasaba por la banqueta sin preocuparse por nada, ya en la puerta la abrí despacio, el sonido de una campanita anunciaba mi llegaba, Charlie volteo hacia la puerta y me miro, su cara fue de sorpresa y emoción al mismo tiempo, le sonreí y ella me regreso la sonrisa.

No debería amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora