Capítulo 23

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CHARLIE

La celda era muy fría, un de los policías que me vigilaban se apiadó de mi al verme hecha un ovillo y me dio una manta, me había quedado recostada sobre una banca de metal super helada. Estaba demasiado triste, no tenia animos de nada y pensaba que mi vida había acabado, no tenia esperanzas. De pronto escuche voces a lo lejos pero no entendía que decían, levante mi cabeza, pero no veía a nadie, las voces se fueron haciendo más cercanas, levanté un poco mas la cabeza y pude ver a un policía y a lado de él a mi amiga Betty, me levanté rápidamente y me acerque a las rejas, sin poder evitarlo me puse a llorar una vez mas.

—solo 5 minutos, si me necesita estaré de aquel lado– dijo el policía.

—hola Charlie– dijo Betty con voz suave –¿Como estás? ¿Necesitas algo?

—perdoname– saque mis manos por las rejas para alcanzar de las de ella –no te mereces esto, no deberías estar aquí.

—no tengo nada que perdonarte, Charlie, nunca te lo he dicho, pero, te quiero como a una hija, en poco tiempo te has ganado mi cariño.

—Betty, también te quiero mucho, no quiera que me vieras aquí, estoy muy avergonzada.

—todos cometemos errores, solo hay que sabes afrontar las consecuencias, eres valiente, siempre me lo has demostrado– levantó su mano y acarició mi cabello –esta es otra prueba Charlie, no te rindas, necesitas dar pelea.

—no creo poder, me siento tan desanimada.

–se que vas a poder– me sonrió con cariño –estoy orgullosa de la mujer en que te has convertido, después de todo lo que has pasado, mereces un final feliz, pelea por ese final niña, no te rindas.

–gracias por estar aquí.

—siempre voy a apoyarte, en todo lo que puedo, ademas también vino...– un policía la interrumpo.

—lo siento señora, el tiempo termino.

—si gracias– volteo a ver al policía y después regreso su mirada a mi –haremos todo lo posible sacarte de aqui.

—¿Haremos? ¿Quienes?

Betty no me contestó, beso mi mejilla y acaricio mi mano, se despidió de mi y abandonó las celdas. Mi amiga me había levantado un poco el animo, es bueno saber que alguien se preocupe por mi. Minutos después, vi al detective que me interrogó acercarse en compañía de alguien, pero no alcanzaba a ver quién era, cuando el detective se movió le dio el paso a Chris, él comenzó a caminar hacia la celda, todo mi cuerpo se congelo al ver el rostro de él hombre que alguna vez pensé que me protegería. ¿Como se atrevía a venir aquí? ¿acaso quería burlarse de mí? nuestras miradas se encontraron y puede ver en su rostro una expresión de ¿preocupación? o ¿terror? lo descarté rápidamente, se acercó a la celda y se sujetó de los barrotes.

—¿Cómo estas?– su rostro estaba afligido, pero nadie me quitaba de la cabeza que por culpa de él yo estaba aquí.

—¿acaso te importa?– mi voz era dura, pero no me importaba que él lo notara. Me aleje de las rejas y volví a sentarme en la banca de metal.

—Charlie, claro que me importas, eso ya debes de saberlo.

—Chris, vete, ni siquiera se que haces aqui –no quería llorar, así que me obligue a ver a otro lado, cubrí parte de mi rostro con la manta que tenía aferradas a mis manos.

—Charlie, voy a sacarte de aquí– el intentaba hacer que le creyera, me abrace a mi misma y trate de ignorar sus palabras –te juro que voy a sacarte de aquí– insistía.

Seguía sin mirarlo, Chris me vio fijamente, creo que sabía lo que pasaba por mi cabeza, pasó sus manos por su rostro en signo de frustración, tomó aire y volvió a poner su atención en mi.

–mirame Charlie– no me atrevía a mirarlo, se me empezo a formar un nudo en la garganta –mirame por favor– volví a ignorar sus palabras –¡MÍRAME MALDICIÓN!

Su grito me hizo pegar un pequeño brinco y voltee a verlo, su expresión era de enojo, pero sus ojos destilaban tristeza.

—yo no les dije donde estabas y aunque no quieras verme, tendrás que hacerlo todos los días hasta que logre sacarte de aquí.

Sus palabras parecían sinceras, quería creer en él, de pronto extendió su mano para que me acercara, su rostro me miraba en forma de súplica. Su boca susurro un “por favor” y no pude resistir las ganas de tocarle, me levanté de donde estaba y me acerque a él, cuando toque su mano una calidez ya reconocida recorrió mi cuerpo. Me jalo despacio hacia él y me pegó todo lo que pudo a su cuerpo para intentar abrazarme pero los barrotes impedían que nos uniéramos, Chris tomo mi rostro con sus manos y beso mi frente, las lágrimas comenzaron a brotar. Cuando Chris se dio cuenta de que lloraba acaricio mi cabello.

—Charlie no llores, por favor– comenzó a limpiar las lágrimas con su pulgar –todo saldrá bien, te lo prometo.

—tengo mucho miedo Chris– no podía detener las lágrimas que fluían con facilidad por mis mejillas –demasiado.

—lo se, yo también, pero no descansare hasta sacarte de aquí, te lo prometo.

—¿porque? ¿Porque esas aqui? ¿porque te importo tanto? Después de todo lo que hice– los sollozos hacía mi voz inaudible, pero queria entender que veía Chris en mi.

—Charlie, me importas mucho, más de lo que yo mismo imaginaba– dijo en un susurro- no quería decírtelo aquí pero quiero que lo sepas, eres muy especial para mi, no se que paso, pero mis sentimientos hacia ti son sinceros, te prometo que cuando te saqué de aquí nos iremos muy lejos tu y yo, vamos a empezar de nuevo y a dejar todo esto atrás ¿te parece?

—no quiero que dejes todo por mi, tu tienes una vida, una familia, un trabajo, yo solo soy la mujer que te secuestro.

—para mi eres todo, quiero estar a tu lado cada dia y eso es lo único que importa ahora, tengo que sacarte de aqui.

Una voz masculina nos tomó por sorpresa –se acabó el tiempo de la visita– dijo en tono autoritario, Chris negaba con la cabeza, era obvio que no quería marcharse. Suspire cansada y triste, él tenia que irse y eso me ponía mal, pero no quería que lo notara.

—tienes que irte– Chris negaba con la cabeza –yo estare bien, el que hayas venido me hizo mucho bien.

—no quiero dejarte en este lugar.

—pues entonces vete– trate de sonreír –para que me puedas sacar de aquí lo más rápido posible, si no te vas mi estancia aquí será por más tiempo.

—prometeme que no te harás malas ideas, por favor– sus manos aún seguían en mis mejilla –prométeme que confiaras en mi.

—confio en ti, solo en ti– sonreí.

—mañana vendré a primera hora– me dio un beso corto.

—hasta mañana entonces.

Chris soltó mi rostro y tomó una de mis manos, se alejó un poco pero no soltaba mi mano, ambos nos mirabamos y nos negábamos a romper el contacto. El barrote de la celda se empezó a clavar en mi cuerpo pero no me importaba, de pronto el contacto se rompió, el detective estaba parado detrás de Chris y lo guió a la salida.

No debería amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora