53-Leo

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  Ese mismo verano, ya recién graduado, me presenté a la oposición de Policía Nacional y para sorpresa de todos, excepto de Jorge y Yai, la aprobé. En un principio mi intención había sido examinarme solo por tantear y analizar las pruebas para luego estudiar a fondo, conociendo ya el proceso, durante el siguiente año mientras ella terminaba su último curso universitario. Pero una vez más el destino nos trazaba una ruta completamente distinta y, con el cambio de planes, tenía que irme a la academia de la policía en Ávila mientras que la chica de mis sueños se quedaba para terminar sus estudios. Ya no nos veríamos tan a menudo y las pocas veces que eso ocurriese sería en casa de nuestros padres, durante algún fin de semana largo o vacaciones, solo serían unos meses, en los últimos dos años nos habíamos acercado mucho y temía que la nueva situación nos hiciera retroceder de nuevo. Por otro lado, en ese tiempo ella había ganado en seguridad e independencia lo que me tranquilizaba más a la hora de dejarla sola, además, seguía compartiendo piso con Martina, la más fiel de las amigas y la que todos desearíamos tener.

  Nuestra morena preferida, al final, se había rendido a la evidencia y terminó dándole una oportunidad a Tony que, tras unos primeros años universitarios de total locura, tuvo que quedarse un par más para terminar los créditos que le faltaban, hacían una gran pareja y estaba seguro de que iban a cuidar de mi arilita como el tesoro que sabían que para mí era. 

  El fin de semana anterior a marcharme quise que fuese para nosotros y nos fuimos a un balneario, ella se estaba haciendo la fuerte y, aunque eso me lo estuviese poniendo mucho más fácil, no me terminaba de gustar esa actitud, me daba miedo que volviese la chica de la máscara fría y sin emociones que hacía años había dejado atrás.

—¿Qué piensa esa cabecita? — Pregunté antes de besar su clavícula. Estaba sentado tras ella, abrazándola, mientras nos relajábamos en un circuito termal.

—No pienso, intento respirar la paz que hay en el ambiente.

—Me refiero a todo, desde que me felicitaste por aprobar no volviste a sacar el tema, quiero saber cómo te sientes con eso. —Expliqué mientras apoyaba mi sien en su hombro para poder tener una buena perspectiva de su perfil.

—Me alegro mucho porque es tu sueño y lo has logrado a la primera, estoy muy orgullosa de ti. Aunque no me sorprendió, estaba convencida de que iba a suceder así. — Expuso girando un poco el cuello para mirarme.

—Yai no te vayas por las ramas, sabes a lo que me refiero. ¿Qué opinas de que me tenga que ir? — Insistí mientras levantaba mi cara y con una mano sujetaba la suya ladeada para poder enfocarme en sus ojos.

—Yo no tengo derecho a opinar nada. — Respondió dándome largas de nuevo y, lo que era peor, no creyéndose con la libertad de pronunciarse, como si ella no fuese la parte imprescindible del futuro que se estaba escribiendo en ese momento.

—Vale, pues responderé por ti. ¿Sientes que soy un traidor y un mentiroso por irme tan pronto cuando aseguré que no me volvería a marchar? —Dije totalmente convencido— Iba a quedarme para prepararme mientras tú terminabas y el año que viene, con tu título bajo el brazo, te propondría ir a vivir a Ávila para que estuviésemos cerca...

—¿Cómo puedes decir eso? — Me interrumpió sobresaltándose, obviando también la segunda parte de mi discurso.

—Es lo que pienso y estoy seguro de que en el fondo tú también, porque es la realidad. — Reconocí mientras ella se inquietaba en su sitio.

—Leo, yo no opino eso de ti, estabas muy preparado pero no eras consciente de ello, aprobaste a la primera y eso es maravilloso ¿Quieres que te diga que me jode que te vayas? Pues sí, aunque suene egoísta. Por desgracia, que llevase tiempo barajando esa posibilidad no hace que deje de dolerme. — Confesó cambiando su postura para ponerse completamente frente a mí. —En parte te tengo envidia, ya estás cumpliendo tu sueño y encauzando tu futuro, a mí me queda un año más estudiando y tener un título para después no saber qué esperar de mi vida. Siento que todavía voy vagando por el mundo sin terminar de encontrarme, lo único que tengo claro es que eres mi brújula cuando me siento perdida.— Sus ojos se clavaron en los míos y me confirmaron sus palabras.— Pero yo sigo sin sentirme realizada aún, todavía falta una pieza de mi puzzle y no sé dónde localizarla, ni si algún día lo haré. —Continuó con cierta decepción en su voz.

Los colores del arcoíris©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora