30-Yaiza

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  No había solución, no había vuelta atrás, toda mi vida, y recuerdos, se teñían de un manto oscuro con una intensidad que no había conocido hasta el momento.

  El dolor que cruzaba mi pecho fue el más profundo que había vivido hasta la fecha, se me paralizó el corazón o, quizás, no lo sentía porque él mismo había decidido irse tras quedarse sin motivos para latir.

  Sentí que ya nada valía la pena, nada importaba cuando la única razón de tu existencia se había marchado sin mirar atrás. De pronto no había luz en aquella soleada tarde de verano, todo se cubrió de negro, sin ninguna estrella en el firmamento que me guiase. Solo era el comienzo de una noche perpetua y, lo peor, es que empezaba a ser plenamente consciente de ello.

  Aquel lugar idílico, que meses atrás había visto nacer nuestra historia de amor, estaba siendo testigo de como, un treinta y uno de agosto, se me escapaba la vida.

  Cuando te hundes en el mar y tocas fondo solo tienes dos opciones: coger impulso para volver a salir a flote o quedarte quieta y esperar que la presión del agua ejerza su trabajo, aliviando así tu sufrimiento una vez que todo termina.

Los colores del arcoíris©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora