Llevaba días dándole vueltas a cómo abordar el asunto que teníamos pendiente, hacía tiempo que le había hecho una promesa y todavía no la había cumplido. No es que no quisiera tener esa conversación con ella, de hecho llevaba años anhelándola, el problema era porque antes de marcharme a la academia mis expectativas habían sido más altas de lo que más tarde me mostró la realidad, estaba en el período de prácticas y el sueldo todavía no era gran cosa, tenía que compartir piso con otros tres compañeros y, como decía, no era el escenario que en su momento me había imaginado para iniciar una vida en común.
Sabía de sobra que nuestras familias nos apoyarían en todo si hiciese falta, de hecho lo primero que hicieron mis padres en cuanto salí de la academia fue regalarme un coche nuevo, pero también era consciente de la lucha constante por parte de Yai de demostrar su independencia y, en el caso que nos competía, compartía su opinión, quería iniciar una vida con ella pero por nuestros propios medios, poder sentir completamente que éramos nosotros, cimentando juntos nuestro proyecto de futuro. En definitiva, ese era el verdadero motivo por el que había pospuesto tanto el tema.
Como la había notado más decaída de lo normal, y a pesar de la falta de respuestas a mis incógnitas, entendí que lo mejor sería exponer mis puntos de vista antes de que en esa adorable cabecita se creasen más películas de las que ya parecía haber.
Con todo eso en mente llegué a casa para sorprenderme cuando la vi concentrada delante de mi portátil, me invadió un halo de esperanza y sentí que, después de todo, no tendría que precipitar una conversación para la que todavía no tenía una solución.
—Hola ojazos ¿doña inspiración ha vuelto? —La saludé totalmente animado antes de besarla.
—No exactamente, he recibido una oferta para un trabajo, la verdad es que es un tanto extraña.
—Define extraña. — Pedí sin poder evitar fruncir el ceño.
—Un chico se ha puesto en contacto conmigo a través de mi perfil de Linkedin, el de Yaiza's Design, para hacer una reforma exprés en un piso. Como no tengo puesto mi lugar de trabajo en la página, me ha dicho que me pagaría todas las dietas que hiciesen falta, aunque no es necesario porque la obra está aquí, en Madrid. — Explicó.
—Pues sí que es una buena definición de extraña. No se Yai, no me fío ni un pelo, todo tan bonito y con tanta prisa. Además si no recuerdo mal tienes puesta tu foto, ¿has oído alguna vez hablar de la trata de blancas?
—Mira, este es su perfil. —Me interrumpió, casi ignorando mi comentario, mientras giraba el portátil para enseñármelo.
—Parece el típico tío bueno que capta a las víctimas por el método lover boy . — Dije totalmente sin filtro.
Me arrepentí al momento, mientras me había estado relatando la singular oferta de trabajo había visto en sus ojos un destello de ilusión, pero en cuanto esas palabras salieron de mi boca, el manto de la frustración la envolvió de nuevo. Con mi actitud lo único que conseguía era anularla y causarle más inseguridades de las que ella ya tenía, a parte, era plenamente consciente de que, si se llegase a dar el caso, sabría defenderse sola —y muy bien, por cierto—.
Tampoco me culpabilicéis por querer proteger al amor de mi vida a toda costa.
—Queda con él arilita, una entrevista en persona, a ver qué tiene que ofrecer, el no ya lo tenemos así que vamos a ver que pasa, me ha despertado curiosidad. Eso sí, yo te acompaño— propuse finalmente.
—¿De verdad? Amor, eres el mejor. Aunque con ese cuerpo igual al que raptan es a ti — Ironizó, arrancándome una sonrisa.
—¿Cómo se llama el presunto delincuente? —Pregunté— El tío es guapo de cojones— Afirmé en cuanto enfoqué mi mirada en la foto del portátil.
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Los colores del arcoíris©
RomanceYaiza es luz y color, ha crecido en un entorno idílico que reúne todos los elementos necesarios para ser feliz; sus cariñosos padres, unos vecinos que la adoran y en donde, sobre todo, está Leo. Lo ocurrido en el primer año de instituto hará tambale...