Me había convertido en una olla a presión que tarde o temprano iba a explotar hasta que finalmente sucedió.
Todas las emociones reprimidas durante meses saltaron por los aires, provocando dentro de mí lo equivalente a un desastre nuclear.Pensé que iba a perder la cabeza por completo, hasta que llegó. Me abrazó por la espalda y dentro de su escudo sentí que ya nada podría hacerme daño.
Escuché su voz: estoy aquí y no me voy a ninguna parte...
No sabía si eso era real o mi imaginación estaba intentando alentarme para no acabar de perder el juicio.
Me giró la cabeza y lo vi. Sí. Era él.
Levantó mi camiseta y lo descubrió todo. Supo que fui yo, sentí vergüenza, pena, dolor, miedo a decepcionarlo; estaba observando al monstruo en el que me había convertido. Luego me abrazó y prometió que todo iba a salir bien, no iba a permitir que me pasase nada.
Y yo le creí.
En ese instante supe que ya no podría vivir sin él, entendí que mi destino se llamaba Leo.
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Los colores del arcoíris©
عاطفيةYaiza es luz y color, ha crecido en un entorno idílico que reúne todos los elementos necesarios para ser feliz; sus cariñosos padres, unos vecinos que la adoran y en donde, sobre todo, está Leo. Lo ocurrido en el primer año de instituto hará tambale...