15-Yaiza

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  Me había convertido en una olla a presión que tarde o temprano iba a explotar hasta que finalmente sucedió.
Todas las emociones reprimidas durante meses saltaron por los aires, provocando dentro de mí lo equivalente a un desastre nuclear.

  Pensé que iba a perder la cabeza por completo, hasta que llegó. Me abrazó por la espalda y dentro de su escudo sentí que ya nada podría hacerme daño.

  Escuché su voz: estoy aquí y no me voy a ninguna parte...

  No sabía si eso era real o mi imaginación estaba intentando alentarme para no acabar de perder el juicio.

      Me giró la cabeza y lo vi. Sí. Era él.

  Levantó mi camiseta y lo descubrió todo. Supo que fui yo, sentí vergüenza, pena, dolor, miedo a decepcionarlo; estaba observando al monstruo en el que me había convertido. Luego me abrazó y prometió que todo iba a salir bien, no iba a permitir que me pasase nada.

Y yo le creí.

  En ese instante supe que ya no podría vivir sin él, entendí que mi destino se llamaba Leo.

Los colores del arcoíris©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora