Me levanté de la cama de mala gana, y fui hasta el baño para darme una ducha, debido a que, minutos antes, mi papá me había despertado diciendo que si no me levantaba, llegaría tarde.
Se me hacía un poco incómodo y extraño llamarlo padre, por eso le pedí si lo podía llamar por su nombre; George. Él había aceptado, pero obviamente prefería que lo llamara papá, y lo haría, pero aún necesitaba un poco mas de tiempo para acostumbrarme a todo.
Terminé de ducharme y caminé nuevamente hasta mi habitación. Me vestí rápidamente, ya que no me quedaba mucho tiempo. Opte por unos jeans rasgados de color negro, una sudadera que era unas tallas mas grande, y unas converse.
—¿Que hora es? —Pregunté, bajando las escaleras.
—Te quedan veinte minutos para llegar —respondió, sonriendo.
Di un suspiro de alivio.
Miré hacia la mesa y me di cuenta de que el desayuno estaba servido, así que me sente frente a George.
—¿Tu preparaste todo? —Pregunté, sorprendida.
—¿Quién más?, que poca fe tienes en mi —respondió, riendo.
—No malinterpretes, es que mi madre no sabe hacer ni un huevo frito.
Ambos comenzamos a reír.
—¿Preparada para el primer día en tu nuevo instituto? —Preguntó, mas emocionado que yo.
—Creo que si —respondí, dudosa.
Asintió con la cabeza, y me dedico una gran sonrisa. Terminamos de desayunar, y tomé mis cosas para irme.
—¿Quieres que te vaya a dejar?
—Sería bueno, ya que no sé como llegar —respondí, riendo un poco.
Él soltó una gran carcajada, recordando que no me había dicho en donde estudiaría desde ahora, luego de eso emprendimos camino al lugar.
Después de algunos minutos, detuvo el vehículo y señaló la ventana, ya que, al parecer, habíamos llegado.
—¿Es aquí? —Pregunté, sorprendida.
Él asintió. Mire por la ventana detenidamente el lugar; era extremadamente grande, y hermoso.
—Te quedan cinco minutos —me recordó, sacándome de mis pensamientos.
Me despedí, y baje del vehículo.
—¿Quieres que venga hoy por ti?
—No hace falta, ya aprendí el camino y además me gusta caminar —respondí, amablemente.
Le regale una pequeña sonrisa, que él me devolvió.
—Entonces nos vemos más tarde, que tengas un buen día.
—Igualmente —dije, despidiéndome con la mano.
Repitió el gesto que yo había hecho, y se fue.
Mire mi horario, para ver de que seria mi primera clase. "Matemáticas; salón 128".
La puta madre, odio las matemáticas, más que cualquier otra persona en el mundo, lo juro, no entiendo absolutamente nada.
Comencé a caminar hacia la puerta principal, sintiendo las miradas y los susurros, cosa que no me sorprendia mucho, ya que ver a una estudiante nueva que ingresa a la mitad del año escolar, no es algo muy común.
Empecé a buscar el salón en donde me tocaba la primera clase, pero no tuve suerte.
Después de varios minutos, y entrar a varios salones equivocados; por fin lo encontré. Toque la puerta y de inmediato un hombre abrió, me miro con una expresión de confusión en el rostro por unos minutos, pero luego me sonrió.
—Tú debes ser la alumna nueva, ¿cierto? —Preguntó, aun sonriendo.
Asentí. Me miro de pies a cabeza, y una sonrisa traviesa se formó en su rostro.
«Dios. Que asqueroso.»
—Adelante —dijo, pasándose la lengua por los labios.
Entre en el salón sin poder dejar de pensar en lo descarado que era el profesor —inclyendo sus cincuenta años o mas—, simplemente me causo náuseas. Los hombres son unos cerdos, no digo que todos pero si la mayoría.
Me senté en uno de los últimos asientos, lo más alejada posible de él. Todas las miradas se fijaron en mi, y los susurros a mis espaldas no tardaron en hacerse presentes.
—Bueno muchachos, como pueden ver tenemos a una alumna nueva...
—De hecho, son dos —le interrumpió una chica.
Señaló con una gran sonrisa al chico que estaba sentado a su lado, él pareció no inmutarse, pero luego fijo sus ojos en mi, y una sonrisa apareció en su rostro. Era el imbécil del avión.
Se parecía bastante a la chica que estaba a su lado; ambos de cabello rubio, ojos claros, piel blanca, eran de rasgos muy parecidos... hermanos, quizás.
—Entonces, usted pase adelante, y preséntese —dijo, señalando al chico.
Caminó hasta adelante no sin antes guiñarme un ojo.
—Mi nombre es Patrick Mendes —se presentó, con aires de superioridad.
Estuvo un rato más ahí, pero deje de prestarle atención después de que dijera su nombre. Luego fue mi turno de presentarme, caminé hasta adelante, y me posicione frente al pizarrón.
—Soy Nina Blacks —dije, sin ninguna expresión en el rostro.
Todos miraban atentos, esperando a que abriera la boca, pero no lo hice, hasta que el profesor hablo de nuevo.
—Puede tomar asiento, Señorita Blacks —avisó, sonriendo—. Vuelvo enseguida alumnos.
Dicho esto, salio del salón. Comencé a avanzar hacia mi puesto.
—Si que le viene el apellido —escuche murmurar a una chica.
Los demás comenzaron a reír y otros callaron al ver la expresión de mi rostro. Me di la media vuelta y divise a una rubia plástica, con un escuadrón de perros, más bien perras, todas reían fuertemente. Me acerqué hasta ella y tire de su hombro con brusquedad.
—¿Qué mierda fue lo que dijiste? —pregunté, molesta.
Todas callaron, incluyendo a la rubia.
—¿Qué esta pasando aquí? —Preguntó, enfadado.
«Este puto profesor...»
—Nada, solo estaba conociendo a mis compañeras, ¿cierto? —Pregunté, con la mirada fija en la rubia.
Ella se quedo en completo silencio. Era obvio que tenía miedo, casi podía olerlo.
—Magda, ¿es cierto lo que su compañera dice? —Preguntó, el profesor.
«Así que Magda era su nombre...»
—Sí —confirmó, tan bajo, que casi no pude oírla.
—Esta bien... cada uno a su puesto —dijo, el profesor, alejándose de nosotras.
—Presiento que seremos grandes amigas, ¿no lo crees? —Pregunté, susurrando en su oído.
La chica temblo, y sus amigas me observaron con miedo.
—Cuida tus palabras, porque no sabes lo que soy capaz de hacer... Hasta pronto, Magda —murmuré, haciéndola estremecer.
El resto de la hora paso mas rápido de lo que pensé. El timbre sonó, y salí del salón rápidamente.
Caminé hasta el patio de atrás, y divise un lugar donde, al parecer, no iba mucha gente. Empecé a caminar hacia allá, cuando llegue, me sente en el pasto, saque mi cuaderno, y comencé a dibujar.
—¿Qué tal?, bonita —escuché, una voz a mis espaldas.
ESTÁS LEYENDO
Strings; memories never die✨ ➳s.m
Фанфик"-Jamás lo lograría, porque los recuerdos nunca mueren... Nuestros recuerdos nunca morirán, Shawn." Estrictamente prohibida la copia parcial o completa de la historia.