Strings; memories never die✨ ➳s.m

XXVII✨

—Voy contigo —dijo, quitándose el cinturón.

—Gracias, Travis, pero no es necesario —aseguré, dándole una pequeña sonrisa.

—Nina...

—Estaré bien, tú tranquilo ¿sí?

Suspiró resignado, para luego asentir con la cabeza.

—Joder, no quiero dejarte ir sola —golpeó levemente su cabeza contra el manubrio.

—Estaré bien —repetí—. Conozco a la mayoría de las personas que se encuentran aquí, así que no te preocupes.

—Si me necesitas solo llámame.

Asentí. Besé su mejilla fugazmente, y luego bajé del auto.

Entré en la casa, mirando hacia todos lados, tratando de encontrar algún rostro familiar. Entonces, la vi; llevaba un vestido de color fucsia, bastante pegado al cuerpo.

—¡Nina! —Chilló, acercándose a mi.

«Decir que esta borracha, sería poco.»

—Ellie —susurre, forzando una sonrisa.

No, no quería verla, de hecho la quería lo más lejos de mi posible. Lejos de mi, y lejos de mí novio.

—¿Que te trae por aquí? —Preguntó, riendo.

—¿Haz visto a Shawn, o a alguno de los chicos? —Pregunté, en cambio.

Negó con la cabeza, y me fui de inmediato. Si no sabía donde estaban, no me interesaba hablar con ella.

Pude divisar un rostro bastante conocido a lo lejos, y me acerqué lo más rápido que pude.

—¡Aaron! —Grité, llamando su atención.

Me saludó con la mano, y luego comenzó a acercarse.

—Vienes por él, ¿cierto? —Asentí—. Gracias a Dios, porque aquí ya nadie lo soporta.

—No hay problema, puedo "soportarlo" con gusto, así que llévame con él —pedí, sonriéndole.

Asintió. Me guió hasta un lugar de la casa bastante apartado, y entonces pude verlo; se encontraba sentado, bebiendo, rodeado de botellas de alcohol, y totalmente solo.

Suspire aliviada, al ver que se encontraba relativamente bien.

—¡Amor! —Exclamó, al verme—. Te extrañe tanto, ven aquí, cariño.

Reí, acercándome a él.

—Gracias, Aaron.

—Cualquier cosa con tal de que te lo lleves, Nina —respondió, mientras se iba.

Reí, para después dirigirme a Shawn.

—Levántate de ahí, Mendes —ordené, mirándolo fijamente.

—No quiero irme —replicó, cruzado de brazos—. Tengo un nuevo amigo, y no puedo dejarlo solo.

—Ya veo, es una bonita planta —contuve una carcajada—, pero en serio, tenemos que irnos.

—Ya te lo dije, cariño. No pienso abandonarlo.

Negué con la cabeza.

—Ven aquí —golpeó el lugar vacío a su lado.

No muy convencida, me acerqué para sentarme a su derecha.

—¿Quieres? —Preguntó, entregándome un vaso de cerveza.

—No, gracias —lo rechace.

Se encogió de hombros, y luego lo bebió.

—Será una larga noche, amor —dijo, sonriendo de lado.