V✨

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Una, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco veces sonó, y cinco veces apague a el pequeño despertador, que avisaba que ya era hora de levantarse.

La puerta se abrió silenciosamente. Abrí un poco mis ojos, y vi a mi padre sentarse en el sofá de un cuerpo, que se encontraba frente a una pequeña mesa de café.

—No puedo creer que te quedes dormida en tu segundo día de clases —murmuró, riendo.

Fruncí el ceño.

—¿Qué? —Pregunté, confundida.

Apuntó el reloj que llevaba en su muñeca. Me senté en la cama, y miré la hora.

—Mierda... ¡No puede ser!

Eran exactamente las diez de la mañana. Él rió un poco.

—No es gracioso —dije, cruzándome de brazos.

—Oh, créeme que lo es —aseguró, riendo otra vez.

Rodé los ojos, y él paro de reír.

—Tomé el día libre —avisó, sonriendo—. Baja a desayunar.

Se levantó del sofá y se dispuso a salir de la habitación.

—George... —Lo llamé, en voz baja.

Dio la vuelta, y me miró. Esta vez su rostro parecía preocupado, no estaba sonriendo como siempre lo hacía.

—¿Pasa algo? —Preguntó, frunciendo el entrecejo.

«Es ahora o nunca...»

—¿Por qué te fuiste? —Pregunté, con un nudo en la garganta.

Guardo silencio un momento, al igual que yo. Luego, se arrodillo al lado de la cama.

—Jamás quise alejarme de ti... —Confesó, tomando mi mano.

Y no mentía, podía verlo en sus ojos, pero aún así necesitaba la verdad.

—Pero... ¿Por qué lo hiciste? —Insistí, haciendo una mueca.

—Fue tu madre..., ella me obligo —respondió, bajando la cabeza.

Mantuve silencio para dejarlo continuar.

Sabía que decía la verdad, sabía mejor que nadie que mi madre era capaz de eso y mucho más.

—Después del accidente, ella perdió la cordura... decía que todo fue mi culpa, y reconozco que en parte si lo fue.

—¿Accidente? —Pregunté, confundida.

Él me miro extrañado.

—Que raro, ella jamás me dijo que habían tenido un accidente.

Su expresión de confusión fue reemplazada por una de sorpresa.

—Tu madre no fue la que tuvo ese accidente...

—Entonces, ¿quién? —Pregunté, frunciendo el ceño.

—¿Jamás te lo dijo? —Preguntó, anonadado.

Negué con la cabeza, y él guardo silencio por unos momentos.

Cada palabra que salía de su boca era pronunciada con el máximo cuidado, como si no quisiera que me fueran a causar ningún tipo de daño.

Tu...

Me quede en shock. Ambos guardamos silencio mientras unas lagrimas rodaban por las mejillas de mi padre.

—No... no puede ser...

Strings; memories never die✨ ➳s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora