IV✨

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Me giré para ver parado al imbécil de Patrick con una gran sonrisa en el rostro. Hice una mueca y volví mi vista al dibujo.

—¿Te gusta dibujar?

—¿No es un poco obvio?, idiota —respondí, sin molestarme en mirarle.

—¿Te cuesta mucho ser educada? —Preguntó, enfadado.

Volví mi vista unos segundo hacia él; estaba rojo de ira. Solté una risita al verlo en ese estado.

—Claro Patrick, lo que digas— respondí, sin prestarle atención.

—Eres una puta —murmuró, mas que enojado.

Hasta aquí, a mi nadie me llama puta. Me levanté del suelo, y le di una cachetada con todas mis fuerzas.

Miré su rostro, y mi mano estaba perfectamente marcada en él.

—Maldita zorra —volvió a insultarme, iracundo.

En un rápido movimiento el muy hijo de puta me iba a devolver el golpe. No podía creerlo, es más imbécil de lo que pensaba.

No alcance a esquivarlo, y pensé que su mano iba a chocar contra mi cara, pero eso nunca paso. Me sorprendí aún mas al darme cuenta de que había alguien tras Patrick, ese alguien, más bien ese chico, sostenía la muñeca con fuerza. Me tome unos segundos para observar al muchacho, era realmente... Hermoso.

Definitivamente el tal Patrick no tenía ni la menor idea de con quien se estaba metiendo, pero muy pronto se lo haría saber.

—Suéltame, voy a darle su merecido a esta puta.

—No te atrevas a llamarla así, tú no le vas a tocar ni un pelo, ¿quedo claro? —Preguntó, el otro chico.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo en el preciso momento en el que él pronuncio esas palabras.

—¿Se puede saber que mierda te pasa? —Le cuestiono Patrick, molesto.

Al parecer se conocían, y bastante bien. Se miraban con tanta rabia, parecía que los ojos, del chico que detenía la mano de Patrick, tenían llamas.

—Vete —ordeno, en respuesta.

—No iré a ningu...

—¡He dicho que te vayas, joder! —Gruño, molesto.

Patrick me dedico una mirada de odio puro, se dio la media vuelta, y sin decir ni una sola palabra, se fue del lugar.

Estaba confundida, muy confundida... ¿quién era este chico? ¿por qué detuvo a Patrick?

El chico me dio una última mirada, y toco mi mejilla con su mano, haciéndome estremecer. Lentamente su expresión cambio a una más tranquila.

—Lo siento —murmuró, bajando la vista.

Lo miré con un gesto de confusión en el rostro, pero lo que hizo después me dejo aún peor; simplemente se dio la vuelta, y se fue. Me dejo allí, con mil preguntas sin responder...

(...)

El resto del día paso rápido. No había vuelto a ver al misterioso chico, pero su rostro y sus palabras seguían rondando mi cabeza. Además, tenía algo que se me hacía familiar, como si ya lo hubiese visto antes...

El timbre sonó avisando que era el final de la jornada, tome rápidamente mis cosas y salí del salón. El pasillo estaba repleto de estudiantes, así que con mucha dificultad logre escurrirme hasta la salida.

Decidí irme caminando hasta casa, y creo que así lo haría todos los días, ya que no quería pedir un taxi ni nada de eso. Iba tarareando una canción, cuando sentí que alguien me agarraba por detrás y tapaba mi boca.

—No pensaste que te lo haría tan fácil, ¿o si? —Murmuró, en mi oído.

De inmediato reconocí esa voz, otra vez era Patrick.

Mordí fuertemente su mano, y la quitó de inmediato de mi boca. Me di la vuelta y le di una fuerte patada en sus partes, dejándolo inmóvil en el suelo.

—Ya me canse de tus juegos, Patrick —susurre, acercándome a su cara.

Saque la navaja que siempre llevaba conmigo, y la pase rozando lentamente su rostro, pero sin cortarlo aún.

—¿Q-qué ha-haces?

—Cállate.

—No me hagas daño, por favor.

Las lagrimas comenzaron a salir sin control por sus ojos.

—Prometo no volver a molestarte, déjame ir, por favor —rogó de nuevo.

—Mira, imbécil, si vuelves a acercarte a mi...

—No lo haré, lo prometo —me interrumpio.

—¡Que te calles de una vez, joder! —grite, disgustada.

Él asintió, tembloroso.

—Si te vuelves a acercar a mi, o si vuelves a tocarme, te juro... te juro por Dios, que no dudaré ni una sola vez en matarte con mis propias manos.

Cerro los ojos con fuerza. Quite la navaja de su cuello, y me levante del suelo. Él abrió los ojos y se quedo ahí, mirándome por unos minutos.

—Espero que hayas aprendido la lección.

Él asintió y salio corriendo rápidamente del lugar. Una pequeña risa escapo de mis labios al ver que se había orinado en los pantalones. Tome mis cosas y seguí mi camino a casa. No me quedaba tan lejos, así que no demore mucho en llegar.

—¿Alguien en casa? —Pregunté, mientras cerraba la puerta.

No hubo respuesta. Supuse que George aún no llegaba, así que decidí subir hasta mi habitación, y dormir un rato.

—¿Alguien en casa?

Di un suspiro y me levante. Ni siquiera pude dormir dos minutos, al menos ya sé a que hora llega. Baje las escaleras y me dio un pequeño beso en la frente.

—¿Como te fue hoy?

Tome una manzana del frutero y comencé a comerla.

—Excelente, hubo un ajuste en mis horarios, así que saldré mas temprano desde ahora —me respondió, sonriendo.

—Genial.

—¿Y a ti? ¿como estuvo tú primer día?

Me quede meditando mi respuesta unos segundos, mientras observaba como George terminaba de acomodar las cosas en los estantes, y se servía un vaso de jugo de naranja.

—Genial —repetí mi respuesta anterior.

—Me alegro.

Nos quedamos en silencio un momento mientras él bebía su jugo, y yo solo jugeteaba con una de las tantas pulseras que llevaba en las muñecas.

—¿Te molesta si voy a mi cuarto?

—No, tranquila —respondió, con una sonrisa.

«Este hombre siempre esta alegre, ¿o es idea mía?»

Asentí y subí las escaleras hasta mi habitación.

El rostro de aquel muchacho no dejaba de rondar en mi cabeza, al igual que sus palabras. Estaba segura de haberlo visto antes.

Era como si él estuviera, por alguna razón, grabado en mi mente y mi corazón...

Strings; memories never die✨ ➳s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora