XXXI✨ →primera parte←

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En un esfuerzo para quedarme sola por unas horas, y luego de insistir por varios minutos, había conseguido que Shawn fuera al instituto.

-Debes ir, Shawn -le había dicho-. Yo estaré bien, y nos veremos más tarde.

Me había dado mil razones por la cuales debía, y prefería, quedarse conmigo. Aún así, me mantuve firme, y le seguí diciendo que debía ir. No era que no quisiera estar con él, al contrario, me encantaba pasar tiempo a su lado, pero si quería llevar a cabo el plan que tenía en mente, debía lograr que fuese al instituto.

Y, a pesar de mis dudas, me había atrevido a realizar el plan que tenía en mente, porque créanme que no había sido fácil decidirme. Le había pedido a Helen -obviamente a escondidas de Shawn- que me ayudara a conseguir todo lo que necesitaba, y ella sin problema había aceptado.

¿El lugar elegido para realizar todo? Una pequeña plaza ubicada a solo unas calles de la casa de Shawn. Específicamente, en una zona que solo ciertas personas conocían; es decir, Shawn y yo.

Sin saber muy bien el por qué, ese lugar me causaba una sensación familiar, y esa era la razón por la cual lo había elegido...

Luego de un par de horas, y mucho trabajo, había terminado. Di unos pasos atrás para contemplarlo mejor, y, siendo muy honesta y humilde, había quedado fantástico.

Mis manos, y mi ropa, estaban completamente manchadas con spray de todos los colores, pero en definitiva, había valido la pena.

Mi teléfono sonó, y sonreí al ver de quien se trataba.

-Hey -saludé, alegre-, ¿qué tal?

-Princesa, todo bien, ¿cómo estas?

-Bien, un poco ocupada pero bien.

-¿Ocupada en qué? -Preguntó, en tono curioso.

-Hmm... Cosas.

-¿Qué clase de cosas? -Insistió, y casi puedo asegurar que se encontraba frunciendo el ceño.

-Ya sabes, Shawn -dije, tranquila-. Cosas. El tipo de cosas que hacen las chicas.

-¿Debería creerte?

-Si fueras tú -comencé diciendo-, yo te creería.

-Es broma, bebé -pude percibir que sonreía-. Claro que creo en ti.

Sonreí, aunque él no pudiese verlo.

-Tengo que colgar, debo irme a mi última clase -informó, apenado-. ¿Nos vemos más tarde?

-Claro.

-Bien, te quiero preciosa -dijo, en tono dulce.

Colgó. Tomé mi mochila, todas las latas de spray, las demás cosas que había utilizado, y me dispuse a irme a mi casa.

Pensaba llevar a Shawn a algún lugar esta noche, a cenar quizás, así, cuando dieran las doce de la noche, estaría deseándole un feliz cumpleaños, y diciéndole lo mucho que lo quería.

En el camino hacia casa, una pregunta comenzó a darme vueltas en la cabeza. Fue ahí cuando las dudas volvieron.

Mi idea no era del todo de la fascinación de Shawn, a él no le gustaban mucho estas cosas. Nunca me lo había dicho directamente, y nunca lo haría, pero lo conozco lo suficiente como para reconocer muchas de sus reacciones.

Entonces, ¿le gustaría? Dios quiera que sí. Espero y deseo que sí, porque, joder, había trabajado muchísimo para darle algo que fuese más especial.

Tomé mi celular y marqué el número de la persona que sabía que me ayudaría a aclarar mis dudas.

-¡Pequeña! -Exclamó, emocionado-. ¿Qué hay de nuevo? Te he extrañado.

-¡Nash! -Chille, feliz de oírlo-. Yo también te he extrañado, de hecho, de eso mismo quería hablarte.

-¿Qué tienes en mente? -Preguntó, curiosamente.

-¿En diez minutos?

-Claro, ¿en la cafetería que tanto te gusta? -Preguntó, fingiendo fastidio.

-Allí mismo -confirme-. Necesito tú ayuda en un asunto, Grier.

-Encantado de ayudarte, pero primero debes decirme en qué -él rió.

-Ve al café, te contaré todo entonces.

-Genial -agregó, segundos antes de colgar-. Nos vemos allí, un beso pequeña.

De inmediato cambié la ruta, dirigiéndome esta vez hacia el lugar acordado con Nash. Para mí fortuna, no estaba tan lejos del café. Según mis cálculos, no estaría a más de ocho o diez minutos.

Tal y como calculaba, no demore más de eso. Entré al local rápidamente, y busqué con la mirada a Nash, hasta que di con su, hoy, despeinada cabellera.

Me acerqué a él con una sonrisa, que fue totalmente correspondida. Nos dimos un gran abrazo, para luego sentarnos en una de las mesas.

-¿Y bien? -Preguntó, curioso-. Cuéntamelo todo...

(...)

-Bueno, ya tengo que irme, Nash -dije apenada-. No sé como agradecerte todo.

-No hay problema, Nina -sonrió-. Ahora ve con Shawn, y no te preocupes por nada, nosotros vamos a encargarnos de todo lo demás.

-Gracias, Nash, ustedes son los mejores -lo abracé-. Después de Shawn, claro.

Él rió. Nos despedimos con un beso en la mejilla, un abrazo, y una promesa de que lo llamaría más seguido, a él y a los demás chicos. Lo vi desaparecer por la puerta principal. Luego de terminar mi delicioso café, me levanté del asiento para irme también.

Lo primero que hice fue ir hacia el instituto, para darle una pequeña sorpresa a Shawn. En cuanto el timbre sonó, todos los estudiantes comenzaron a salir desesperadamente, y a dispersarse por todos lados. Luego de unos minutos, Shawn aún no salía.

Di la vuelta al lugar, hasta llegar al patio trasero. Allí, por fin, pude ver a mi novio.

Se encontraba con su guitarra, de pie, practicando una nueva canción; "Drag me Down" era la elegida.

Me acerqué con cuidado de que no me viera, y luego lo abracé por la espalda.

-All my life, you stood by me, when no one else was ever behind me -cantó, produciéndome un leve escalofrío.

-All these lights, they can't blind me -continúe yo, acercándome a él con una sonrisa.

-With your love nobody can drag me down -cantó, en mi oído.

-Nobody, nobody -ambos reímos.

Dio la vuelta, y me besó tiernamemte la frente, para luego descender a mis labios, esta vez con más pasión.

-Tienes una voz hermosa -me halagó, sonriente.

-No más que la tuya.

-¡Que dices! Cantas precioso.

-Basta, Shawn -repliqué, en tono serio, pero ruborizada.

Negó con la cabeza, como queriendo decir "eres imposible".

Strings; memories never die✨ ➳s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora