Está recostado en su cama. Y se pone a pensar. Pero el recuerdo del rostro desencajado de su hyung lo atormenta, y sus mejillas se colorean de rojo; avergonzado.
Muy, muy avergonzado.
Porque no sólo quedaba como idiota. Sino como acosador.
Odió la forma en que ambos trataban de disimular lo que estaban haciendo. Odió que ambos estaban tan rojos como un par de cerezas, porque era la viva prueba de que los dos al menos tenían sentimientos por el otro.
Nunca se imaginó que aquel rubio del que su amigo antes se reía por los rumores inventados, sería alguien importante para su hyung.
Tampoco que el alfa decidiera hablarle, y empezar a formar una relación amistosa, así, de la nada.
Solo le provocaba punzones en el pecho que dolían. Y la única excusa que tenía para poder acercarse a su hyung, era de que también era un posible responsable.
Estaba seguro de que a Soobin no le gustaría que un alfa y luego un beta le dijeran que piensan ser responsables de su embarazo. Es por ello que lo pensó mucho, pensó en que si era de verdad buena idea decirle eso.
Pero en esos momentos estaba desesperado. Deseó que los labios gruesos de Yeonjun sean reemplazados por los suyos, para besar como quisiese la piel suave del cuello de Soobin; deseó que sus manos fueran las que exploraran la cintura del omega, que fueran los gemidos de Soobin de su propiedad.
Y como no tenía ni idea de cómo hacer aquello, decidió arriesgarse.
Es por eso que recostado en su cama, mirando a la nada, esperaba con ansias el sonido de su timbre retumbar por su casa. Porque significaba una sola cosa; que Soobin había llegado.
Tal vez era egoísta, pero no era masoquista. No quería que su pecho siga doliendo.
Además, aún tenía una pequeña esperanza de que Soobin realmente no estaba enamorado de Yeonjun, y que podía conquistarlo.
De tanto pensar en su hyung, sonó el dichoso timbre.
Minutos después y como fue costumbre, Soobin se dirigía a su habitación, siguiendo a su amigo.
No lo había dicho, pero, el solo hecho de tener a su amado hyung consigo le hacía muy feliz. Todas las tardes y días en los que se tomaba un tiempo y venía a acompañarlo. Era el ser más feliz del planeta cada vez que aquello pasaba.
Porque sin darse cuenta, ya se había enamorado. Tanto, y ciegamente. Que ahora cometería una locura, causa de su desesperación.
—Hyuka, de verdad sonaste muy preocupado... ¿Sucede algo? —luego de haber saludado a su mayor, le dio un vaso de agua con vitamina C. A pedido de éste.
Algo que Yeonjun le había enseñado.
—Bueno, primero... quiero disculparme con usted. —hizo una reverencia. Totalmente apenado. Soobin se alarmó porque no sabía el motivo de su acción repentina.
Con una mano se apoyó en su abultado vientre, y con la otra tomó los cabellos del pelinegro con suavidad.
Como una madre que regañaba a su retoño.
—No sé a qué es lo que te refieres, Ning, pero... no te preocupes, ¿Sí?
—En la mañana los interrumpí.—dijo con tristeza en sus palabras.
El mayor se relamió los labios, sus mejillas coloreándose al recordar tan vergonzoso momento. Y soltó el agarre suave de sus cabellos. Sus dos manos ahora reposaban en su vientre.
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␦| ¿Quién? © ¿sookai/soogyu/yeonbin/taebin? ᭀ
FanficDesde aquel día lleno de música, alcohol, sexo y drogas, al sentir síntomas de aquello tan temido por cualquier omega universitario, se juró encontrar al responsable de quien destruyó su futuro por completo. Y para su fortuna, tres personas eran la...