Chapter Fifty-three

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Despierta agitado.

Sus mejillas están rojas, su cuerpo entumecido y no para de llorar.

Mira sus manos y están de cables intravenosas. Se los quita con rapidez y se quita las sábanas.

Muere de calor. Pero eso le importa menos, pues lo busca por todos lados a él.

Y no lo encuentra.

Se para con la poca fuerza que tiene y busca sus zapatos. Se coloca las pantuflas que están delante suyo, y cuando se dirige a la puerta, una enfermera abre la puerta y lo ve, ahí parado.

—¡Joven Choi! ha despertado... —toma su walkie-talkie. Y presiona un botón, Yeonjun no oye nada más que el grito de la enferma llamarle. Pues él se escabulle para salir de su habitación.

Da grandes zancadas y sus piernas duelen. No sabe cuanto tiempo ha estado en esa camilla y tampoco le importa.

Llega a la recepcionista y de inmediato pregunta.

—Choi Soobin. ¿Dónde está? ¿En qué habitación está? —pregunta exasperado. La enfermera le mira confundido.

—¿Es usted un paciente? Por favor, indiqueme su nombre y apellido para poder ayudarle. En caso sea paciente, no puede ver a otro paciente si no...

Dígame dónde está.—usa su voz de mando. Como nunca lo ha hecho.

—Déjeme buscarlo. —teclea, y con rapidez, dice.—Habitación 215. Tenga un bonito día.

El alfa corre como si en cualquier momento el pelinegro se irá de su lugar. Sube el ascensor y de inmediato busca aquel número.

Agitado, al fondo del pasillo ve una puerta blanca. Hay un sillón en donde personas lo ven como si fuera un ser extraño.

Pues está con una pijama blanca y la bata del hospital. Parece que acaba de salir del manicomio.

Pero eso poco le importa.

—Joven, disculpe, ¿de qué habitación viene? Usted es un paciente y no puede estar así sin un acompañante...

La ignora para abrir perilla, pero la muchacha lo detiene tomando su muñeca. Yeonjun gruñe. Sus orbes se tornan carmín y la mujer se aparta, con miedo.

Cuando está a punto de abrir la puerta con miedo de ver a su amado y no encontrarlo como se supone, una voz masculina lo llama desde atrás.

—Choi Yeonjun.

Voltea. Y es el mismo hombre que una vez lo salvó en la recepción. El mismo doctor de antes.

—Te estaba esperando. —y Yeonjun no entiende a qué se refiere, no hasta que continúa hablando. —Necesito hablar con usted.

—Soobin está bien

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—Soobin está bien.—el rubio suspira. —Está en reposo, sigue teniendo espasmos pero es debido a... a que necesita hidratarse. Pero no hay problema con eso, tiene suficientes intravenosas.

Yeonjun lo mira ansioso.

—¿Puedo verlo entonces? Está bien si entro a su habitación, ¿no?

—Escuche... no puede todavía, porque él no ha despertado y...

—No... sé que no ha despertado. Pero quiero verlo. Sólo quiero estar a su lado. Déjeme hacerlo. —el doctor suspira. Y mira a otro lado.

—Supongo que ya lo sabes.

—¿Qué es lo que sé? —mira al adulto que tiene una faceta seria.

—Porqué te has desmayado.

Y entonces le cae como un balde de agua fría.

Él ni siquiera estaba consciente de que acababa de salir de una camilla. De que tenía puesto una bata de hospital y de que era un paciente.

—No. La verdad no.

Estaba preocupado más por Soobin que por otra cosa.

—Ya veo. —toma una libreta y saca un lapicero. —Hay casos raros en los que omega y alfa están conectados sin necesidad de una marca. Mayormente son destinados. Ya sabes.

Y Yeonjun no lo entiende del todo.

—El joven Soobin y usted, puede que ambos sean destinados.—el rubio traga saliva.

—¿Cómo que destinados? Es algo que... —se calla porque realmente no puede creer eso. Que su menor y él sean destinados.

—Y entonces llegué a una conclusión.

Y Yeonjun quiere preguntar, pero el doctor habla antes.

—Eres el padre de su hijo.

No sabe porque siente que le han golpeado el pecho de nuevo. De inmediato sus ojos se nublan y abre los labios para hablar, pero su voz no sale.

—Es probable, porque una vez hablé con él. Todo el tiempo había estado decaído, triste, apestaba a tristeza, las enfermeras lloraban por él. —y el alfa sólo quiere ir más con su menor. —Cuando pregunté por ti, sus ojos parecían brillar. Su olor a tristeza era reemplazada con una más normal.

—Es imposible. Yo no pude haberlo hecho...

—¿Por qué imposible?

—Nunca hemos tenido relaciones. —el doctor levanta una ceja. —Y además...

—¿Seguro?

No sabe porqué lo duda siquiera. Está seguro que no lo es.

—Sí.

—Preguntale a tu lobo. Sólo él y el de Soobin saben la verdad.

—Está resentido. No puedo.

Y la única solución es estár con su omega. Así su lobo estará feliz.

—Lleveme con Soobin. Por favor. Así mi lobo me dirá si es cierto o no.

Y el hombre baja la mirada.

—No puedes verlo todavía...

—¿Y por qué no? Aún no lo entiendo. ¿Acaso no está en este hospital? ¿No está en esa habitación? —señala la puerta con el número 215. Está nervioso.

—No es eso.

—¿Entonces qué? Dígame. Necesito saber. —le dice. —Quiero ver a mi omega. Déjeme verlo. —y el hombre lo ve enternecido.

—Es difícil de explicar.

—¿Por qué lo sería?

Ve como el beta se tensa.

Y entonces recuerda algo.

Hasta ahora no ha preguntado por eso. Cosa que debió de hacer primero, una vez escuchara si Soobin estaba bien.

—Doctor.—el adulto lo mira con seriedad. —¿Cómo está el bebé? —sus labios tiemblan. Mira su cara y el hombre solo demuestra neutralidad.

—No haga alguna locura.

Siente que en cualquier momento le arrancará el cuello a alguien.

—¿Cómo está el cachorro? —vuelve a preguntar. Esta vez parece que amenazara en recibir respuesta alguna.

—Lo siento.

—No...

—El lobo del joven Soobin está deprimido. Es un milagro que él aún esté estable, pero a cambio...

—Déjeme verlo.

Quiere negarle.

Pero le es imposible cuando ve la mueca rota en dolor del alfa.

—Por favor.

Y entonces traga saliva, y asiente.

␦| ¿Quién? © ¿sookai/soogyu/yeonbin/taebin? ᭀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora