—Nana-sensei, todos comerían cualquier cosa que hicieras y sin quejas.
—Claro que no —dijo colocando suavemente el huevo en cocido en el tazón de ramen.
—¿Quieres apostar?
La castaña sonrió maliciosamente.
—Le darás dos besos a Yūta en las mejillas cuando lo veas.
—Le darás un masaje a Gojō en los pies cuando vuelva.
Ambas entrecerraron los ojos y luego estrecharon sus manos dándose un apretón. Si bien Nara era la experta ganando apuestas y jugando ese tipo de cosas, le encantaba hacerlo con Maki. La joven era igual de competitiva que ella y lo daban todo por ganar. Aún así, la mayoría de sus apuestas no estaban en sus manos, más bien dependían de las cosas que hicieran los demás. Cómo esa vez que apostaron sobre Satoru y Megumi, a ver cuál de ellos dos llegaba más rápido ante el grito de Nara. Fue Satoru y Nara tuvo que “cuidar” de Panda e Inumaki un día entero para que Maki descansara de ellos.
—Nanami-sensei —llamó Maki, mientras tomaba una cucharada de ramen y depositaba bastante sal.
Nara rió suavemente y en cuanto vió a Nanami entrar a la casa con Satoru en brazos controló su risa mostrando un semblante neutral.
—No soy profesor así que no tienes que decirme sensei.
—Es la costumbre —dijo pasándole la cuchara a Nara con cuidado.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué me llamaron?
—Oh, es para que pruebes el ramen —sonrió Nara acercando la cuchara a sus labios.
Maki frunció levemente el ceño viendo como Nanami se inclinaba hacia adelante para comer lo que Nara le ofrecía. No hizo con tanta naturalidad que las poleas en el cerebro de Maki comenzaron a trabajar. ¿Desde cuándo estaban tan a gusto?
Nanami merecía un premio. Con toda esa cantidad de sal el rubio manejó sus gestos faciales bastante bien. Sus labios se apretaron y ambas podían jurar que sus ojos luchaban por permanecer abiertos sin parpadear o hacer algún gesto de desagrado. Luego de tragar el rubio carraspeó y sonrió levemente.
—¿Acaba de sonreír? —Preguntó Maki en un susurro sin poder creerlo.
—¿Está bueno?
—Sí —asintió acomodando a Satoru en sus brazos. —Solo no le sirvas mucho a los niños.
—¿Por qué no? Yo quiero mucho, Nana —dijo Satoru estirando sus brazos hacia la castaña y ella lo tomó.
—Está bien, tendrás todo lo que quieras —susurró y ambos rieron cómplices.
—Vamos, Gojō, estamos estorbando —dijo Nanami tomando al menor en brazos.
—Adiós, Nana, te quiero —se despidió el peliblanco con la mano y la castaña rió despidiéndose igual.
—Es increíble que no hiciera siquiera un gesto de desagrado —gruñó Nara tomando más sopa y colocando más sal.
—Vas a darle un masaje a Gojō —canturreó Maki apoyándose en la isla. —Por cierto, ¿Desde cuándo él sonríe?
—Desde hace poco realmente. Creo que los niños han sacado la parte suave de él.
—Y... Comió bastante natural de lo que le ofrecías... Como si ya hubiese pasado anteriormente.
Nara rió restándole importancia.
—¿Qué cosas dices? Vamos, llama a Inumaki.
El proceso se repitió con el joven y con Panda. Ninguno dijo algo negativo sobre la cucharada de sal que tragaron y simplemente salieron como mismo entraron. Maki había ganado la apuesta y por lo tanto Nara debía darle un masaje a Satoru en cuanto volviera a ser adulto.
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Nana de hechiceros |Nanami Kento|
FanfictionCuando Nara propuso que salieran a divertirse no esperaba terminar con cinco niños y una gran responsabilidad. Tras lo que se suponía sería una tarde divertida, se tornó una noche y madrugada ajetreada. Siendo asistente de Gojō la castaña podía espe...