III

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Casi a medio día, Nara acompañaba a la pequeña Nobara al baño, mientras los niños desayunaban con Nanami en el comedor. Claramente el apartamento del rubio no estaba preparado como para tener a cinco invitados. Por ello, Nanami había despertado antes y se dirigió a la panadería a la cual acostumbraba. Llevó un tazón de avena para cada uno, pues no sabía si los niños podían comer un emparedado, y los despertó casi a medio día. Hubiese sido antes si no tuvieran el sueño tan pesado.

—¿Nos vamos hoy, Nana? —Preguntó, mientras se lavaba las manitas.

La mencionada giró hacia la pequeña y luego negó suavemente.

—Nos quedaremos un tiempo aquí, hasta que se arreglen algunas cosas.

—¿Qué cosas?

¿Cómo podía explicarle a una pequeña que ella era una adulta y que tenían que buscar una solución antes de que los superiores se dieran cuenta?

—¿Tienes hambre?

La pequeña asintió cerrando la llave de la lavamanos. Seguido, Nara la bajó al suelo y secó sus manitas.

—Vayamos a comer. ¿Te parece?

La pequeña asintió tomando la mano de Nara, mientras salían del baño.

—¿Él es tu novio?

—¿Ah?

La pequeña señaló a Nanami en cuanto apareció en su campo de visión.

—No, es un amigo.

—Oh... ¿Tenemos que ser buenos con él?

—Sí, nos dejó quedarnos con él.

La pequeña asintió y luego se acercó a la mesa del comedor para darle un fuerte golpe a Satoru que lo hizo caer de la silla.

—¡Nobara! —Exclamó Nara, mientras Yūji reía tiernamente y Megumi ocultaba su sonrisita tras la cajita de jugo.

—¿Por qué hiciste eso? —Preguntó Nanami levantando al menor del suelo.

—¡Tonta! —El peliblanco tiró de su cabello a lo que ella le dio una patada.

—Sé bueno con Narami —lo señaló.

Nara suspiró tomándose el puente de la nariz.

—Es Nanami, no Narami —corrigió el rubio.

—¿Te gusta?

—¡No!

Yūji rió aún más para después aplaudir y mover la cabeza de un lado a otro.

—A Nobara le gusta Nanani, a Nobara le gusta Nanani —canturreó Yūji a lo que Satoru se unió.

—¡Oh no! —Exclamó la niña con el rostro rojo de enojo.

—Si sabes que soy más grande que tú, ¿No? Solo tienes unos... ¿Cuatro?

—¡No me gustas!

—A Nobara le gusta Nanani.

—¡No! Nana me dijo que teníamos que ser buenos con Nanari y Satoru es malo.

Todos giraron hacia Nara y ella no supo qué hacer.

—¿Le dijiste eso?

—Sí, bueno es que nos trajiste a tu hogar y...

—¿Soy malo? —Preguntó el pequeño peliblanco colocándose de puntitas para dejar ver sus ojos por encima de la mesa, los mismos estaban cristalinos.

—No, no, no, no.

—Sí, lo eres y tonto —dijo Megumi para después sacarle la lengua.

—Megumi —lo reprendió Nanami con voz profunda, mientras tomaba la taza de café para después llevarla a sus labios.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora