XII

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Para cuando su alarma sonó ya él se encontraba despierto viendo hacia el techo. La cabeza de Yūji contra su costado era demasiado incómoda como para permitirle dormir unos minutos más. Por más que acomodaba al pequeño en la almohada, este siempre buscaba el calor humano acercándose a Nanami lo más que podía. Y eso le provocaba al rubio dolores musculares la mayoría del tiempo. Aún así, no se consideraba tan inhumano como para mandar a volar al pequeño pelirosa.

Con cuidado de no despertarlo, se levantó de la cama tronando su cuello y hombros. Odiaba el ruido que emitían sus huesos, pero lo necesitaba para aliviar el dolor. Pasados los ejercicios de estiramiento el rubio se dirigió a la cómoda tomando ropa interior, la toalla doblada y su cepillo de dientes. Sí, era bastante raro que su cepillo estuviese en su cómoda y no en el baño, pero la última vez Sukuna y Satoru utilizaron su cepillo como limpiador de rocas.

Camino al baño notó que la puerta de Nara estaba completamente abierta, bastante raro porque siempre la mantenía entre abierta lo suficiente como para que entrara la luz del pasillo. En el tiempo que llevaban viviendo juntos Nanami nunca ingresó a la habitación de Nara sin su permiso y mucho menos espió el interior. La única vez que ingresó sin permiso fue cuando ella se quedó dormida en el suelo y él la llevo a la cama. Fuera de eso, pidió permiso las otras dos veces que ingresó. Por ello se debatió tanto entre levantar la vista en el pasillo o no. No quería invadir la privacidad de Nara, pero necesitaba saber que todo estaba en orden. Su preocupación fue más que su instinto de respeto por la privacidad y levantó la vista viendo el interior de la habitación de Nara.

Las cortinas púrpura se movían suavemente con el viento que se colaba por la ventana. La luz del pasillo iluminaba tenuemente el rostro de Nara, la cual se encontraba de lado con el rostro cubierto en partes por su cabello. Entre sus brazos descansaba Megumi, quién se acurrucaba en su pecho sosteniendo su camisón. Contra la espalda de la castaña estaba Nobara sosteniendo la oreja de Sukuna, mientras dormía. Y allí, justo en la curvatura de la cintura de Nara se encontraba Satoru babeando sobre su camisón. Si el rubio tenía dolor de espalda solo con un niño en la cama, no podía imaginarse el dolor de Nara. El pequeño peliblanco se movió sujetando con fuerza la ropa de Nara, tal parecía que tenía una pesadilla pues su ceño estaba fruncido y murmuraba algunas cosas. Ante el movimiento del pequeño y su agarre en el camisón de la castaña, poco a poco su pierna izquierda comenzó a mostrarse. Eso fue suficiente para que Nanami apartara la vista y retomara su camino al baño.

Una vez salió de la ducha, se vistió y peinó, fue a la cocina a tomar algo de café. Cómo acostumbraba a hacer antes de vivir con Nara, iría por un emparedado a la panadería y de paso compraría almuerzo. Hace mucho que no lo hacía y quería recordar el sabor, pero al parecer Nara tenía otros planes. Al abrir la nevera Nanami encontró el bento que la castaña había llamado Guapo Bento Box. Soltó un suspiro al notar una nota sobre el bento, pero aún así la tomó para leerla.

Ni se te ocurra irte sin almuerzo

Los niños y yo dormiremos hasta tarde, pero te hice el almuerzo. De paso llévate pastel de zanahorias porque queda mucho y a los querubines no les gustó. Ofrécele a tu amigos.

ATT. Tu jefa ͡° ͜ʖ ͡° ♡

Nanami rodó los ojos ante el apodo que ella misma se había puesto. “La jefa”, sí como no.

Ya que Nara había olfateado su plan de comprar almuerzo, entonces iría a comprar al menos el desayuno. Así que tomó las llaves del auto, arregló su corbata, guardó pastel el distintos contenedores y tomó su bento para luego dirigirse a la puerta de entrada. Giró el pomo de la puerta justo cuando escuchó unas pisadas acercarse. El rubio se dio la vuelta encontrándose con Sukuna caminando hacia el con los ojos entrecerrados.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora