Volumen I
—¡Sato! ¡Sato!
El mencionado giró con un helado en la boca, viendo cómo Nara se acercaba a él con el pequeño Megumi de la mano. Antes de que la castaña le hablara, les ofreció helados de fresa que de inmediato tomaron. El pelinegro se lo devolvió para que lo abriera y él rodó los ojos para luego brindarle el helado abierto.
—Gracias —dijo Megumi, seguido lamió su helado haciendo una mueca de disgusto. —No me gusta.
—¿Entonces cuál quieres? —Preguntó Satoru con su paleta de arándanos en la mano.
—Esa.
Cómo era de esperarse, Satoru le extendió su paleta logrando que Megumi y Nara hicieran una mueca.
—Una nueva, baboso —bufó Nara. —Devuelve la mía y dame la de Megs.
Y así se hizo.
—¿Qué pasó? ¿Por qué me llamaste? —Preguntó, mientras caminaban tranquilamente por el parque.
—Están vendiendo globos y burbujas al otro lado. Incluso tienen pollitos de colores.
—¿Podemos ir?
Ante los ojos de Nara y Megumi, Satoru no sabía decir que no. Había algo en esas miradas de borrego que jugaba con su mente y claro, ellos no eran idiotas como para desaprovechar la oportunidad.
Dejando el helado en su boca, Satoru llevó la mano al bolsillo tomando su billetera. Con agilidad ingresó sus dedos sacando la tarjeta negra que Nara llamaba "La poderosa". Al tenerla entre sus dos dedos, la extendió hacia ella quién la tomó emocionada.
—Los espero acá.
—¡Gracias!
Volumen II
Las carcajadas de Satoru rebotaban en cada pared de la casa haciendo eco. Nara lo miraba de mala manera, pero en su interior solo quería reír de igual forma. Y es que ante ellos se encontraba el pequeño Megumi vestido como ornitorrinco con una cara de pocos amigos.
—No iré a la escuela, me quedaré aquí y luego de grande viviré bajo un puente —gruñó el menor quitándose los zapatos con dificultad a causa del disfraz, esto provocó que cayera de espaldas logrando que Satoru riera más fuerte.
—No digas eso, Megs. Te ves bien y sumamente adorable.
—Pero Sato se está riendo —se quejó señalándolo.
—Porque tiene envidia de que te veas tan bien —dijo ayudándolo a levantarse.
—¿Envidia? —Preguntó en una risa. —¿Acaso lo has visto? Parece algo marrón sacado del inodoro.
—¡Satoru!
—No voy a ir —chilló Megumi entre lágrimas para luego correr rumbo a las escaleras, pero cayó al suelo de bruces sacándole más carcajadas a Gojō.
—Megs, no, espera cariño.
Mientras Nara iba tras Megumi, Satoru se partía de la risa en la sala sosteniendo su estómago. Eso hasta que una sandalia voladora lo golpeó en la espalda.
—¡Eres un idiota! No te puedes burlar así de él.
—¿No lo viste? Nara, venga, se ve terrible.
—Lo sé —suspiró. —Pero tiene un informe oral sobre los ornitorrincos y debe llevar algo alusivo a ello.
—Pues que lleve uno.
—Sí, porque venden ornitorrincos en la tienda de conveniencia —bufó.
—Puedo conseguirle uno, solo dame unas horas.
Nara negó tomándose el puente de la nariz. Ese proyecto era una gran parte de la nota final de Megumi, si no lo hacía podría hasta reprobar. Necesitaba que diera la presentación y necesitaba un ornitorrinco.
Bingo.
Una hora después Megumi se encontraba frente a su grupo exponiendo información sobre los ornitorrincos usando su bonito uniforme escolar. Desde la puerta Nara lo veía con orgullo tomándole fotografías con una gran sonrisa. Y Satoru... Bueno, él era el ornitorrinco modelo.
Volumen III
Rosas, violetas, azul, celeste y hasta blancos. Diarios, tampones, flujo abundante, flujo regular, flujo menor y copas. Duchas vaginales, jabones íntimos y toallitas húmedas. ¿Cómo se suponía que él y su pequeño compañero escogieran el ideal? Es decir, la foto que Nara les había enviado de sus toallas sanitarias no era similar a ninguna de allí.
—¿Esa que dice? —Preguntó Satoru señalándole a Megumi un pequeño paquete en la parte de abajo.
—Sen... Senti... ¿Sensitivity?
Satoru suspiró y negó con la cabeza.
—¿Sabes si usa alguna otra?
Megumi se encogió de hombros y negó.
—¿No eres su amigo? ¿Cómo no sabes su tamaño?
—¿El tamaño de qué? —Preguntó examinando una caja de tampones.
—De su Woo-woo —dijo Megumi en un susurro y Satoru rió suavemente.
—Déjame llamarla.
Uno.
Dos.
Tres timbres.
—¿Qué?
—¿De qué tamaño es tu vagina?
La pregunta no solo sorprendió a Megumi y a Nara, sino que captó la atención de todas las chicas que se encontraban en el mismo pasillo.
—¿Mi qué? —Preguntó en un grito.
—Necesito saber si es pequeña, mediana, grande o extra grande. Además necesito saber si es sensible o si te sientes coqueta —dijo viendo una toalla para tangas.
—Trae el maldito empaque púrpura que es para la noche y trae tu trasero a casa.
Satoru asintió, aunque ella no podía verlo, tomando el paquete púrpura que recién le mencionaba. Seguido se inclinó tomando un jabón íntimo con olor a jazmín y unas toallitas húmedas.
—¿Necesitas duchas vaginales?
—No, tengo dos acá.
—No puede ser —murmuró sin creerlo acercándose a un pequeño estante de cristal cerrado con llave.
—¿Qué es eso, Gojō? —Preguntó Megumi viendo hacia arriba.
—No sabía que vendían eso aquí.
—¿Qué cosa? —Preguntó Nara del otro lado de la línea, mientras terminaba de cocinar la pasta.
—Vibradores.
—No te atrevas a comprar eso con Megumi.
Satoru rió por la nariz.
—Megs, presiona el botón de servicio.
—¡Claro! —Exclamó el menor para luego presionar el botón activando una suave alarma para que un empleado los asistiera.
—Eres un miserable infeliz —gruñó Nara.
—¿Quieres el azul, el rosa o el verde? —Preguntó en una risa.
Nara permaneció en silencio con la mandíbula apretada. Por su parte, Satoru tragó duro, si esa mujer no hablaba en los próximos diez segundos estaría muerto al llegar a casa.
—El rosa... Ya tengo los otros dos.
Satoru rió a carcajadas para luego colgar.
—Me llevó el rosa —le dijo a la señora que recién había llegado hasta él.
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Nana de hechiceros |Nanami Kento|
ФанфикCuando Nara propuso que salieran a divertirse no esperaba terminar con cinco niños y una gran responsabilidad. Tras lo que se suponía sería una tarde divertida, se tornó una noche y madrugada ajetreada. Siendo asistente de Gojō la castaña podía espe...