Frente al espejo Nara se encontraba. Veía su reflejo con una sonrisa leve moviéndose suavemente para que su vestido también lo hiciera.
Su plan era usar el vestido negro que había comprado, un tiempo atrás, para celebrar el cumpleaños de Megumi en uno de los restaurantes más costosos que Satoru encontró. El mismo era sumamente elegante; hasta las pantorrillas y con los hombros descubiertos. Ese día lo había usado con unos altos tacones rojos para combinar con la corbata de Megumi y la de Satoru, pero para la boda decidió usar los tacones negros. Se veía costosa y hermosa, justo como cualquiera quisiera verse al usar tacones. Lamentablemente, pensaba que era muy oscuro para una boda en la tarde. Estaba por buscar un vestido más colorido cuando Nanami golpeó su puerta dos veces.
—Yo... Te compré esto hace unas semanas —dijo del otro lado de la puerta dejando una bolsa blanca con detalles en rosa. —Los niños me dijeron sobre un vestido verde que te gustó en el centro comercial, pero no pude conseguirlo —suspiró. —Aún así, considero que este te quedará muy bonito y que te lucirá bien. No tienes que usarlo si no quieres. Los... Los zapatos no sabía cuál elegir y Mei Mei va a traer unos que dijo que te iban a gustar. Y bueno... Cuando termine de prepararme subiré los postres al auto y te esperaré en la sala.
Nara escuchó todo con atención, pero guardó silencio hasta que escuchó los pasos de Nanami alejarse y luego la puerta de su habitación cerrarse.
De puntillas caminó hacia la puerta abriéndola con sigilo. Tomó la bolsa con rapidez y luego cerró la puerta de la misma forma. Una vez con la bonita bolsa en manos la abrió notando una bonita tela color lavanda. Ansiosa por saber cómo se veía el vestido, lo sacó de la bolsa sonriendo grandemente al verlo. Un hermoso vestido tubo con escote corto en V yacía en sus manos. Con rapidez y sin eliminar la sonrisa de su rostro, se retiró el vestido negro colocándose el lavanda frente al espejo. Fue entonces cuando comenzó a moverse para que las mangas de volantes, que caían suavemente hasta sus codos, también lo hicieran y soltó risitas cuál niña con juguete nuevo. De inmediato pensó en un bonito y pequeño bolso de mano que tenía. Era redondo y blanco, Megumi solía usarlo para entretenerse, mientras ella se preparaba para salir. Esa memoria la hizo sonreír y recordar que el bolso estaba en la casa de Satoru.
—Gracias al señor sigues siendo la misma talla —suspiró Mei Mei viéndola, una vez entró a la habitación. —Te ves preciosa.
—Gracias —sonrió dirigiéndose a su cómoda. —Creo que tengo aretes que combinan.
Mei Mei se interpuso en su camino dándole una bonita caja blanca de zapatos, sobre ella reposaban unos pendientes de perlas.
—Son falsas, ¿No? —Preguntó dirigiéndose a la cama.
—No uso nada falso, muñeca —sonrió viéndose en el espejo. —Verifica si te quedan los zapatos.
Nara bufó colocándose los pendientes con suma delicadeza, si los rompía tendría que venderle un riñón a Mei Mei. Una vez puestos abrió la caja de zapatos jadeando de sorpresa.
—No puede ser —dijo cubriéndose la boca. —Son los Aurelie 65 de Jimmy Choo.
—Si te quedan son tuyos. Los usé solo una vez y han estado cogiendo polvo en mi armario.
—No podría.
—Sí puedes, es mi regalo.
—¿Tienes idea de cuánto cuestan?
—Eh... No. Gojō perdió una apuesta y me los tuvo que comprar.
—No puede ser, voy a tener que apostar con ustedes —dijo deslizando el pie en el tacón. —¡No puede ser! —Exclamó con una sonrisa. —Mira nada más que hermosos —chilló abrazando su almohada. —Se ven tan preciosos en color blanco.
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Nana de hechiceros |Nanami Kento|
أدب الهواةCuando Nara propuso que salieran a divertirse no esperaba terminar con cinco niños y una gran responsabilidad. Tras lo que se suponía sería una tarde divertida, se tornó una noche y madrugada ajetreada. Siendo asistente de Gojō la castaña podía espe...