De la cocina emanaba un olor delicioso logrando que las barriguitas de los niños rugieran. Los pequeños se encontraban en la sala viendo caricaturas, mientras Nara hacía el desayuno tarareando canciones románticas y bailando suavemente.
Siendo llamado por el aroma y la dulce voz de Nara, Kento salió del baño con la toalla sobre sus hombros. Conforme se secaba el cabello, caminaba por el pasillo en dirección a la cocina. Sonrió en cuanto notó a sus niños sentaditos en la sala viendo Pokémon. Era sumamente placentero sentirse en casa y por un momento olvidó cómo se sentía estar solo.
La pizarra, que al inicio solo quería que tuviera notas importantes, estaba llena de fotografías de los niños, de Nara e incluso suyas. Los juguetes de los niños por la casa ya no lo molestaban, sino que lo hacía sonreír. Sentir la casa viva y llena de colores era realmente encantador para él... Y no lo decía por los dibujos de Yūji y Satoru en las paredes. Escuchar ruido, música y voces agudas se había convertido en su día a día y pensar que estaba a poco tiempo de perderlo todo lo destrozaba. Aún así, se enfocaba en disfrutar lo poco que le quedaba con ellos como una familia.
Sorprendiendo a Nara, la abrazó por la espalda colocando la cabeza sobre su hombro. Ronroneó en el cuello de la castaña al percibir su olor a coco, a esto ella rió suavemente sin dejar de cortar las frutas.
—Buenos días.
—Buenos días —saludó Kento dejando un beso en su mejilla. —¿Tienes planes para hoy?
—En realidad no tenía, pero tan pronto preguntaste recordé lo de tu trabajo y Baji. Hay que hacer lo de Toge.
—Lo más lógico sería hacerlo ya cuando los niños estén grandes.
Nara asintió con una fresa en la boca, seguido tomó otra y al acercarla a la boca de Kento este la aceptó.
—Mami —llamó Yūji tirando de su camisa... o bueno, la camisa de Kento que ella usaba.
—Dime, mi cielo —dijo dejando el cuchillo a un lado para luego centrar su vista en él.
—Papá te tuvo ayer para el solito y ahora te quiere otra vez para el solito —se quejó. —No sabe compartir y yo sí sepo, pero él no.
Nara rió llena de ternura y justo cuando estaba por deshacer el agarre de Kento, este se aferró más a ella.
—La tienes todos los días, Yūji.
—O no —gruñó intentando apartarlo de Nara, completamente en vano porque no se movió ni un poco. —Sato, papá no quiere soltar a mami —se quejó y de inmediato se escucharon las pisadas del mencionado acercarse a la cocina.
—Mami dice que los que no saben compartir van al rincón —dijo señalando a Kento y luego al banquito en la esquina.
—Vayan ustedes, yo estoy bien aquí —dijo el rubio apoyando, nuevamente, la cabeza en el hombro de Nara y ella rió al ver la indignación en el rostro de los menores.
—¡Mami! ¡Dile algo!
Nara rió acariciando los brazos de Kento y luego suspiró.
—Vamos, Kento, ya fue suficiente.
—Nara, yo también tengo derecho a estar contigo.
—Me tuviste todo el día de ayer.
—Eso no fue suficiente.
—Que puto asco.
Yūji soltó un grito sumamente agudo corriendo tras los mayores para esconderse. Estos estaban atónitos viendo al pequeño Satoru quién recién había hablado como el Satoru adulto.
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Nana de hechiceros |Nanami Kento|
FanfictionCuando Nara propuso que salieran a divertirse no esperaba terminar con cinco niños y una gran responsabilidad. Tras lo que se suponía sería una tarde divertida, se tornó una noche y madrugada ajetreada. Siendo asistente de Gojō la castaña podía espe...