XX

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—Las mujeres son lo más complicado del mundo —dijo tomando asiento junto a él.

—Cállate, Baji —gruñó Hayashi acostándo la cabeza en la mesa.

—Lo sé, estoy casado —suspiró Tanaka para luego tomar de su jugo. —Mi esposa ayer me preguntó si seguiría amándola si ella fuese un perro.

Hayashi rió girando la cabeza hacia él sin levantarla de la mesa.

—¿Qué le dijiste?

—Obviamente que no, no soy un enfermo —bufó. —¿Puedes creer que se enojó por eso? Cuando fuimos a la cama me dio la espalda y ni siquiera me permitió abrazarla.

—Tenías que decirle que sí y ya.

—Por supuesto que no, yo no la amaría si fuese un perro. ¿Qué sigue?¿Llevarla a citas y luego cuando se enferme al veterinario? Que se deje de tonterías.

Hayashi levantó la cabeza hacia Baji y lo vió con las cejas arriba.

—¿Y a tí que te pasó?

El pelinegro suspiró cruzándose de brazos.

—Hace un rato sostuve suavemente, repito, suavemente a una chica del brazo mientras la besaba. Se separó de mí con el ceño fruncido y luego me estampó una cachetada diciéndome: “Idiota me lastimas”. ¡Ayer me pidió que la asfixiara! Y ahora chilla solo porque la sostuve para poder besarla mejor. Juro que no la agarre fuerte, simplemente posé mis manos y ya.

—No quería volver a verte —dijeron Tanaka y Hayashi al unísono sorprendiendo a Nanami, quien estaba atento a la conversación, pero seguía comiendo.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—No lo sé, depende que hayas hecho mal ayer. ¿Cuánto duraste?

—Estamos comiendo —dijo Nanami rodando los ojos.

—Eso es privado.

—Esa es la razón entonces —se respondió Tanaka a sí mismo.

—No la asfixié —suspiró rendido.

—Es eso entonces —suspiró Hayashi. —Si ella te lo pidió. ¿Por qué no lo hiciste?

—Porque nunca lo había hecho. ¿Y si terminaba matándola?

—Si no sobrepasas la fuerza no pasa nada, solo tienes que practicar —rodó los ojos.

—¿Lo haz hecho, Nanami? —Preguntó Baji sorprendiéndolo.

—¿Asfixiar a alguien? Sí, pero jamás me lo han pedido, eso es raro —dijo viéndolos a todos confundido.

—¿A quién asfixiaste, Nanami?

—A un compañero de trabajo porque me sacó de quicio —suspiró recordando cuando Gojō se comió su almuerzo.

Sus tres compañeros se vieron entre sí y luego rieron.

—Cambiando de tema. ¿Quieren ir a tomar algo luego del trabajo? Necesito estar un tiempo más fuera de casa. Tanto drama de la boda me desespera —suspiró Hayashi.

—¿No vas a ayudar a tu esposa con los arreglos? —Preguntó Nanami confundido.

—Ella ya no quiere que toque nada más. Según ella lo que falta lo puede hacer sin mi ayuda. En otras palabras...

—Te mandó a volar —dijeron Baji y Tanaka al unísono.

—Yo sí voy.

—Yo igual.

Los tres giraron hacia Kento, quién los observó unos segundos sin entender y luego negó.

—Tengo planes en la casa.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora