XXXII

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—Estas muerto —balbuceó Nara dando pasos hacia atrás.

—¿Según quién? —Preguntó acercándose, pero Nanami se interpuso. A esto Geto rió por la nariz. —Si me permites, estoy hablando con mi esposa.

Mei Mei y Shoko jadearon sorprendidas al conocer quién era el tan misterioso ex de Nara. Y solo con ver a su antiguo compañero, se hicieron una idea errónea de lo que fue la vida de Nara con él.

—Aléjate de ella.

—¿Qué está pasando aquí? —Preguntó el director Gakuganji confundido. —¿Geto? Estabas muerto. ¿Qué ocurrió? ¿Y que es eso de esposa, Nara?

La mencionada no se encontraba en su lugar cuando todos giraron hacia ella. Antes de que pudiesen buscarla con la mirada, los pasos acelerados de la castaña captaron la atención de todos.

Nara corría en dirección a Geto con un cuchillo en sus manos y sus ojos llenos de ira.

—Nara, Nara, Nara —gritó Nanami corriendo hacia ella. De golpe la sostuvo por lo brazos, haciendo que chocara contra su pecho.

—No sé qué demonios eres, pero deja de imitarlo —soltó en un grito desgarrador y desesperado. —¡Suéltame! —Le gritó a Nanami y este negó, intentando hacer que soltara el cuchillo.

—Nara, sé que es extraño, pero si lo asesinas no tendrás respuestas.

—Limpié la sangre de tu cuerpo —gritó señalando a Geto con las lágrimas bajando a montones por su rostro. Él, permaneció quieto viendo cómo ella intentaba zafarse de los brazos del rubio con fuerza. —Estabas frío y quieto y muerto.

El director Gakuganji giró hacia Yağa, Mei Mei y Shoko y, antes de poder hablar, Geto carraspeó llamando la atención de todos.

—Vine aquí tranquilamente para hablar y recoger a mi esposa —sonrió tranquilamente. —No busco una batalla épica en la sala de esta casa, sino una charla. Es por ello que, cordialmente, les pido que se retiren y me permitan hablar con ella.

Todos giraron hacia Nara, quién permaneció quieta escuchando las palabras del pelinegro.

—No hay forma —dijo Nanami en tono severo.

Geto rió sin gracia cruzando los brazos.

—He de aclarar, que no estoy pidiendo permiso.

—Está loca por saltarte encima y apuñalarte —dijo Mei Mei señalándola.

—Puedo lidiar con eso.

—Esto es una abominación, es una barbarie —gritó el director Gakuganji. —Tú estabas muerto —señaló a Geto. —Y tú —señaló a Nara—nos debes una gran explicación. Voy a informar a los...

—La señala de esa forma otra vez o la tutea y le corto el maldito dedo —dijo Geto tranquilamente sorprendiendo a casi todos. A todos menos a Nara.

—Prueba que eres tú.

Suguru levantó las cejas y luego sonrió ante tan abrupta petición.

—¿Cómo?

—Dime algo que solo tú y yo sepamos.

El pelinegro rió suavemente acercándose lentamente hacia ella, mientras se encontraba entre los brazos de Nanami.

—Hubo un halloween en el cuál acordamos salir todos de vampiros. El idiota de Gojō arruinó los planes al comprarle un disfraz de calabacita a Fushiguro. Él se sintió mal y, cómo comenzó a llorar, tú golpeaste a Gojō y lo obligaste a comprar otros disfraces. Terminamos todos en la calle vestidos como vegetales. Nos llamaste “la ensalada” y sacaste miles de fotos.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora