XXVIII

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Las gruesas cortinas azules no permitían la entrada del sol. Eso le daba oportunidad al rubio de dormir más, claro... Si se hubiese dormido la noche anterior y la anterior a esa y la anterior a esa.

Su rostro reposaba sobre la almohada, mientras su mirada estaba perdida en la pared. Respiraba con calma dejando que su cuerpo se fundiera con el colchón y las sábanas. Rascó la barba de cinco días para después suspirar hundiendo la cabeza en su apestosa almohada a vino barato. Aún con el rostro contra la almohada, estiró su brazo hasta la mesa de noche y tomó su celular. Levantó levemente la cabeza ingresando la contraseña para después entrar a los mensajes de voz. Su pulgar presionó el tercero sin siquiera observarlo, y es que pasó todo el día anterior y la noche reproduciéndolo.

Hey, guapo, solo te llamaba para desearte un buen día y para decirte que agregué un par de chocolates a tu bento —rió la castaña suavemente. —Y... Sé que no te lo digo mucho, pero te quiero Kento. Realmente lo hago —dijo en un suspiro. —Y quiero que sepas que... ¡Megumi, no le pegues a Sukuna!

Kento bloqueó el celular volviendo a hundirse en su miseria. Apretó con fuerza la almohada contra su rostro dejando salir un grito tan fuerte como sus pulmones se lo permitieron. Tenía un desastre de emociones en su pecho y cabeza que no podía controlar. Sentía la necesidad de gritar, de llorar, de golpear algo e incluso de dormir. Desde que Nara y él decidieron alejarse, él no podía conciliar el sueño, ni siquiera tenía ánimos como para levantarse de la cama. Y es que el saber que había vuelto a su vida antes de Nara lo destrozaba.

Jamás sintió amor, jamás se enamoró de alguien y jamás supo lo que era desear tanto a una persona. Y al fin había experimentado todo con ella. ¿Y todo para qué? Para que ella decidiera marcharse con maldiciones y encima de eso sin decirle primero.

—Es que eres terca y un dolor de cabeza —gruñó sentándose en la cama. —¿Quién te necesita? Al cabo que no te necesitaba antes, menos ahora —bufó levantándose de la cama para después arrastrar los pies hacia su maleta en el suelo, dispuesto a tomar una camiseta.

Tomó la primera tela que vió dándose cuenta que era una camiseta que Nara usaba para dormir; su camisa azul con un bolsillo. La observó por unos segundos y pudo jurar escuchar la voz de la castaña decirle “Dime que me veo guapa”. Sonrió levemente sintiendo sus ojos picar. Aclaró su garganta llevándose la camiseta al pecho en un intento de ignorar los recuerdos de la castaña frente a él.

—Yo —murmuró deslizándose por la pared. —Yo te necesito —admitió al tocar el suelo y ver la tela entre sus dedos.

( • • • )


—Nanami —lo llamó Hayashi sentándose junto a él.

—¿Qué? —Preguntó sin desviar la vista de la ventana.

—¿Necesitas hablar?

—No.

—Bueno... Sabes que en caso de que...

—Dije que no.

Baji se sobresaltó al escuchar el tono brusco en el que lo dijo. Con cuidado colocó su almuerzo en la mesa viendo cómo el rubio tomaba de su botella de agua sin siquiera verlos.

—No tienes porqué hablarle así. Simplemente quiere estar ahí para tí.

Kento bufó con una sonrisa.

—No funciona, créeme. Estuve ahí para ella y se fue con alguien más.

—¿De que hablas?

—Estaba ahí —dijo señalando a su lado. —Justo al lado suyo y ella se vistió y preparó para encontrarse con Mei Mei —rió sin gracia. —Le dije muchas veces “estoy aquí”, “no te voy a dejar sola”. ¿Y que hizo ella? Ignoró olímpicamente cada cosa que le dije, me ignoró por completo —rió girando hacia ellos, sorprendiéndolos un poco. —Ni siquiera la presioné para que me contara su pasado y la verdad es que a mí ni me importa con quién salió, lo que me importa es que no pudo venir a mí. Que no sintió confianza o suficiente amor como para acudir a mí —dijo con la voz rota. —He intentando ser más como todos los que la rodean, pero no me sale —confesó dejando caer los hombros. —No puedo ser como Gojō, cómo Mei Mei o como Maki. No puedo compararme con ninguno de ellos porque yo no soy tan divertido o extrovertido cómo ellos. Yo no sé cómo reírme de las cosas que dicen, no entiendo de qué hablan o el contexto en el que lo hacen.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora