XXIII

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—¡Nara!

El cuerpo de la castaña cayó al suelo con fuerza para luego rodar hasta chocar con la pared.

—¿Qué demonios haces?

—Te hice un favor, de nada.

Más temprano ese día

En la mañana del domingo Nara había despertado temprano al escuchar las caricaturas en la sala. Al estirarse notó que Kento seguía a su lado durmiendo plácidamente. Con una sonrisa dejó un beso en su mejilla para después salir de la cama con cuidado de no despertarlo.

Arrastrando los pies llegó al baño para asearse y arreglar su cabello. Una vez finalizada la rutina de aseo se dirigió hacia las suaves risitas provenientes de la sala. Y saliendo del pasillo se encontró con los pequeños sentados en el suelo cubiertos con mantas viendo la tele con una sonrisa.

—¿Hay espacio para uno más?

Megumi abrió su manta sonriente haciéndole espacio a la castaña que tanto quería. Ella sonrió enternecida corriendo hasta ellos para luego sentarse entre todos. Pasaron solo tres minutos y los pequeños ya se habían acurrucado con Nara viendo las caricaturas.

—Son las siete de la mañana un domingo —dijo Kento llegando a la sala. —Es increíble que estén despiertos.

—Maratón de caricaturas.

—Eso lo explica —suspiró inclinándose hacia Nara para besar sus labios, pero Satoru cubrió la boca de la castaña con su manita.

—Megumi es chiquito, no puede ver esas cosas.

—Todos son chiquitos —rió Nara una vez apartó la manita de su rostro.

—Iré a hacer el desayuno —avisó arreglando su postura.

—Oi.

El rubio giró hacia la castaña con el ceño fruncido e incrédulo.

—¿Eso fuiste tú?

—¿Y mi beso de buenos días?

—Sonaste igual a...

—Shh está hablando —dijo Yūji señalando la pantalla.

Kento suspiró bajando a la altura de Nara. En cuanto iba a unir sus labios con los de ella sostuvo las manos de Satoru haciendo que Nara riera.

—Buenos días.

—Buenos días —sonrió ella luego de recibir el beso de su tan querido rubio.

—Haré el desayuno, vuelvo en un rato.

Con el delantal puesto, las manos recién lavadas, los ingredientes sobre la isla y los lentes ayudándolo a ver mejor Kento inició la tarea del desayuno.

Meses atrás no se habría imaginado estar en una casa con otras seis personas esperando a que él les hiciera desayuno. Jamás fue del tipo social y mucho menos de recibir invitados a su casa, pero eso había cambiado un poco. Es decir, ellos no era invitados, eran sus compañeros de casa casi como su familia... Bueno, si familia aunque no quisiera admitirlo. Kento sabía que, al darles el título de familia, se daría falsas ideas y esperanzas al igual que a Nara. Aunque adoraba el calor que sentía estando con ellos y el sentimiento de pertenencia, sabía que todo desaparecería en un abrir y cerrar de ojos. Por ello intentaba simplemente disfrutar los pequeños momentos sin darles título.

Al cabo de unos veinte minutos él dejó cada plato del color correspondiente en el regazo de cada pequeño. Luego volvió la cocina por la bandeja con los vasos y regresó para entregárselos, mientras ellos veían con suma concentración los muñequitos en el televisor. Suspiró al ver que Sukuna y Megumi dejaron los platos a un lado y se acomodaron en el regazo de Nara.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora