XXVI

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—Preferiste levantarte de la cama, bañarte, vestirte y conducir hasta no sé dónde para decirle tu plan a Mei Mei en lugar de simplemente girar en la cama y hablar conmigo —gritó sobresaltando, no solo a ella, sino que también a los estudiantes y a Mei Mei. —Y me irrita saber que, si Gojō estuviese aquí, habrías ido con él en lugar de ir conmigo. No solo te bastaría con sacarme de tus planes futuros, sino que también destrozarme el presente, Nara.

La mandíbula de la mencionada se apretó al igual que sus manos al formarse puños.

—Nara —llamó Mei Mei en un intento de evitar cualquier desastre.

Llevaban bastante rato discutiendo, por ello agradecían grandemente que la señora Yamamoto se hubiese llevado los niños al mercado con ella. Nara ni siquiera quería discutir, solo quería hacer las pases y Kento le respondió de mala manera. Una cosa llegó a la otra llevándolos a gritarse en la sala. De sorpresa llegaron Maki, Panda y Toge con Mei Mei y se vieron envueltos en todo esa ronda de gritos.

Nara estaba cansada. Los días que llevaban sin hablarse habían sido noches sin sueño. Aunque dormía con los niños, ya se había acostumbrado al cuerpo de Kento junto al de ella y no podía dormir. Además, cuidaba de los niños y sus travesuras durante todo el día. En su rostro se notaba lo agotada que estaba y, de no ser porque en ese momento estaba furiosa, habría caído al suelo.

—¿Sabes qué? —Preguntó entredientes.

—Nana.

—Sí, joder, sí hubiese ido primero con Satoru —dijo cada palabra con una furia increíble.

Kento asintió con una sonrisa —yo lo sé.

—Aunque la verdad es que yo no hubiese tenido que ir con él, porque con una simple llamada él habría llegado aquí —dijo señalando el suelo. —Y me importa tres pepinos si a tí no te agrada la idea de que Satoru sea importante para mí porque tú no eres nadie para decirme que no puedo preocuparme por mi familia.

—Tú...

—¡Cállate! —Gritó desesperada preocupando a Maki y a Mei Mei. —Satoru fue la primera persona que me cuidó, fue la persona que me dió una nueva oportunidad de vivir. Yo estaba sola, Nanami, completamente sola en un jodido hospital psiquiátrico —dijo con su labio tembloroso. —Mi papá abusaba física y mentalmente de mí y mi mamá no hacía nada. Pasaba semanas encerada en un maldito sótano golpeándome a mí misma por ser una loca. ¡Tenía solo seis años! ¡Seis años, Nanami! —Gritó abrazándose a sí misma. —No fue hasta los quince que me llevaron al hospital y yo tenía miedo, temía estar sola en un lugar desconocido, pero sentía tranquilidad al no ver a mis padres —rió. —Y luego llegó él —sonrió con nostalgia. —Fue por una maldición y yo le pedí que acabara con ella. Cuatro días después, Satoru estaba en la puerta de mi habitación extendiéndome una mano. ¿Tienes idea de lo jodida que tenía que estar para salir de la mano de un desconocido y luego ir a su casa? —Suspiró dejando caer los hombros. —No solo me sacó de allí, sino que me dio un techo, me cuidó, me ayudó a salir adelante e incluso me quiso más de lo que mis padres pudieron. Jamás me ha visto como alguien inferior a él, sino como un igual —sonrió sintiendo como las lágrimas rodaban por sus mejillas. —Si fuese Sato quien estuviese aquí, él simplemente me habría visto a los ojos, una vez le hubiese contado el plan. Tan solo sonreiría y me diría algo estúpido como: “voy a usar tu habitación como prostíbulo, mientras tanto” —rió. —Porque él confiaría en mí, confiaría en qué mi plan funcionaría y que yo puedo defenderme.

Maki se acercó suavemente a Nara al ver cómo ella se quedó completamente quieta viendo el suelo, mientras las lágrimas salían una tras otra sin detenerse.

—Nana.

—Tengo miedo, claro que tengo miedo de que las cosas no salgan como espero —susurró. —Por eso necesitaba que alguien me dijera que confiaba en mí, que alguien me abrazara y... Y... Me dejaste sola.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora