XXV

1.2K 154 42
                                    

Los fuertes brazos de Kento rodearon su cintura, desde atrás, y en pocos segundos posó el mentón en su hombro.

—¿Por qué estás vestida tan temprano? —Preguntó con voz adormilada. —¿No íbamos a la casa de Gojō en la tarde?

—Iré a desayunar con Mei Mei.

—¿De verdad? Pensé que estaban peleadas.

—Sí. Precisamente por eso quedamos para desayunar —sonrió girando el rostro hacia Kento. Al verlo tan cerca besó su mejilla con cariño. —¿Volverás mañana al trabajo?

—Sí. Cuando regrese te ayudaré con los postres de la boda.

—Pensé comenzar los que son fríos hoy.

—De acuerdo. Cuando llegues del desayuno con Mei Mei podemos empezar.

—Perfecto —sonrió girando en su eje para quedar frente a frente con el rubio. —¿Puedes prestarme el auto?

Él suspiró colocando las manos en los hombros de Nara.

—Tú simplemente toma las llaves y ya. No me pidas permiso.

—Pero es tu auto.

—Todo lo mío es tuyo —sonrió para luego dejar un beso en su frente. —Y no.

—¿No qué?

—No a lo que pensabas.

Nara abrió ampliamente los ojos y luego rió.

—¿Cómo lo...?

—Todo lo que yo no haría o diría tú sí. Así es cómo.

—Eso fue atractivo —suspiró alejando a Kento. —Ahora vete a dormir o me quedo.

—Suena a ganar-ganar para mí.

Nara rió suavemente, seguido dejó un cálido beso en los labios del rubio a lo que él sonrió.

—¿Tienes dinero suficiente?

—Sí —dijo tomando su bolso de encima del sofá. —Nos veremos luego, guapo —sonrió agarrando las llaves de auto.

—Hasta luego, dulzura —le sonrió de vuelta.

Una vez fuera de la casa Nara cerró la puerta a sus espaldas. Tragó duro y cerró sus ojos intentando que sus lágrimas no salieran por montones. Lo que había planeado de seguro provocaría una fuerte discusión entre ella y él. Había pensado en decirle luego de la boda, pero sabía que no podría ocultar su plan unos días más. Además, acordó con Kento decirse todo, el que hablara antes con Mei Mei sobre todo ya la hacía sentir bastante culpable. Aún así, sabía que era la única forma de resolver las cosas rápido y de la mejor manera.

Sin querer perder más tiempo, se dirigió al auto a toda prisa ingresando en él sin mirar atrás. La fuerza con la que pisó ese acelerador logró que se sobresaltara, pero debía hablar con su amiga lo antes posible. Por ello, tomó el camino más corto hasta el café en el que quedaron. Ese camino “corto” consistía en pasar por un vecindario y luego acelerar en todos los semáforos en lugar de frenar. Sí, lo había aprendido del mejor.

Cuando hubo llegado al estacionamiento del café, permaneció en el auto en completo silencio viendo sus manos sobre el volante. ¿De verdad estaba por explicar su plan para luego llevarlo a cabo? ¿De verdad quería hacer eso? ¿Estaba dispuesta a perderlo todo para seguir las reglas?

—No —sollozó dejando caer su cabeza hacia adelante hasta que golpeó el volante. —No puedes seguir con esto, Nara. Piensa en Megumi, en Satoru, en Yūji y en Nobara. Pero Kento...

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora