XLI

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—Tiene que ser una broma.

—No lo es. Adelante, la clase comenzará dentro de poco.

Nara observó el auto, luego el local y de nuevo el auto. Antes de poder salir corriendo Kento la sostuvo del brazo.

—No, no, no.

—Cuando dijiste que me llevarías a un lugar bonito me imaginé un restaurante o algo similar, no una clase de cerámica —dijo intentando zafarse de su agarre, mientras Kento tiraba de ella hacia el interior.

—Entra y luego opina —gruñó tirando de ella, pero la castaña ejercía mucha fuerza. —Lo intenté de buena forma —bufó para luego soltarla.

—Perfecto, ahora vamos a...

En un abrir y cerrar de ojos Kento la había tomado en brazos sin darle tiempo de procesarlo. Con cuidado de que su vestido expusiera parte de su ropa interior, Kento la cargó en brazos ignorando sus quejas para que la bajara. Sabía que al cruzar la puerta Nara iba a cambiar de opinión y así fue.

Tan pronto sus ojos fueron testigos de la belleza estética del local, Nara dejó de patalear. El color marrón predominaba y las luces amarillas la hacían sentir en un lugar elegante y refinado. Las plantas colgando de las paredes y en el suelo creaban un ambiente fresco y las lucecitas colgando del techo le daban un aire romántico. Una sonrisa triunfante se formó en los labios de Kento al dejar a Nara en el suelo y verla contemplar el lugar.

—Muy buenos días —saludó la joven mujer detrás del mostrador. —¿Cómo puedo ayudarles?

—Buen día, tenemos espacio reservado para la clase de las once —habló Kento acercándose al mostrador, mientras Nara lo seguía sin dejar de ver el local.

—¿Sus nombres?

El rubio abrió la boca y justo cuando iba a pronunciar su nombre alguien se adelantó.

—¡Nanami! —Exclamó una señora de cabellos grises con una amplia sonrisa. Su ropa estaba manchada con barro al igual que su delantal y manos, por lo que Nara supuso que era la instructora.

—Nakamura-san —saludó Kento haciendo una reverencia y Nara sonrió enternecida, era la primera vez que lo escuchaba usar un honorífico.

—Hace mucho que no te veía —dijo acercándose rápidamente.

—Ella es Nara —dijo Kento con una sonrisa tomando a Nara de la mano para atraerla hacia adelante con él.

—Un placer —dijo haciendo una reverencia a lo que Nakamura sonrió y vio a Kento con las cejas arriba.

—Nara es mí novia.

La mencionada sintió un incesante revoloteo en el estómago y una gran alegría en el pecho. Era la primera vez que Nanami decía que era su novia y sonaba realmente bien. La sonrisa en su rostro no se desvaneció en ningún momento. La señora Nakamura les dió un recorrido por las facilidades para que Nara pudiese apreciarlas. Además, les ofreció café y luego los llevó a la sala del taller. Allí las plantas decoraban el lugar y las luces en el techo solo hacían su labor de decorar. Las mesas estaban listas para el taller igual que los demás estudiantes.

Luego de colocarse el delantal Kento abrió la silla para Nara. En eso notó que ella tendría que separar sus piernas para utilizar mejor el torno de alfarero y de inmediato se retiró el saco y lo colocó en su regazo. Esto no pasó desapercibido por Nakamura, quién se llevó la mano al pecho enternecida. Tras presentarse e indicar que estarían confeccionando tazas, Nakamura comenzó a guiarlos paso a paso durante todo el proceso. Claro, ya que no era la primera vez de Kento allí, Nara tenía su propio instructor.

Nana de hechiceros |Nanami Kento|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora