Capítulo 11: Torneo de poder (final)

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Ayúdame... Te lo suplico... - repitió la voz.

¡Maldita sea! – pensó Auber observando como los examinadores retiraban el cadáver de Aspar. Mientras, el público murmuraba inquieto, sorprendido por la rapidez del combate. Todo lo contrario que Melo. El saiyan estaba eufórico por su victoria y le esperaba en la arena esgrimiendo una confiada sonrisa. Iba a ser un duelo terriblemente duro.

Tengo que ahorrar energía – se dijo Auber y comenzó a reducir el rango de su zona de ki.

¡No! ¡Por favor, espera! - resonó la voz de Lych en su mente -. ¡Ayúdame!

¿Por qué debería ayudarte? - preguntó Auber -. Tú en mi lugar no moverías un dedo. ¡No tienes ningún derecho a pedirme ayuda!

La petición de Lych le irritaba. Había activado su zona de ki para comprobar el estado de Aspar y, en lugar de eso, se había encontrado con este inesperado problema. El saiyan estaba en las últimas y apenas le quedaba energía para respirar. No había ningún motivo para ayudarlo. Lych era la encarnación de todo lo que detestaba de la sociedad saiyan: un imbécil con un orgullo sin medida que disfrutaba despreciando a todos los que consideraba por debajo de su rango. Aún así... La imagen de Anan salvando a Umber no paraba de repetirse en su mente. ¿Por qué diablos lo había hecho?

- ¡Aspirante Auber, por última vez, entra en la arena! - gritó Brocco devolviéndolo a la realidad. Por su cara de impaciencia no debía ser la primera vez que le llamaba.

Es cierto, yo no te ayudaría... - susurró Lych en su mente antes de que se cortase la conexión. El saiyan se había resignado a su suerte.

- ¡Vamos basura! - le gritó Melo -. ¡Terminemos esto rápido que el público esta esperando para ver la final!

Auber suspiró y rodeó la barrera para entrar a la arena. No tenía posibilidades de ganar. Lo sabía. Lo había dado todo en su lucha contra Orn mientras que a Melo el combate con Aspar no lo había desgastado en absoluto. Continuó rodeando la barrera, concentrando su poder en la mano derecha y, al pasar frente al cuerpo de Lych, extendió su zona de ki y le cedió la energía al moribundo saiyan.

No quiero ser como tú – le transmitió mientras continuaba su camino. No sabía si esa energía sería suficiente para mantener vivo al saiyan antes de que acabase el torneo. Tampoco estaba seguro de que le importase, ni era capaz de razonar el motivo por el que lo había hecho. Solo sabía que odiaba a la gente como Lych y Melo y que no quería parecerse en nada a ellos.

Bueno, ahora ya da igual – se dijo plantándose frente a Melo. Puede que no tuviese posibilidades pero, aún así, lo daría todo en este combate.

- Parece que ya te han dejado de temblar las piernas – comentó Melo -. Intenta dar aunque sea un golpe. El público está decepcionado y necesita algo de espectáculo tras la penosa actuación de tu amiguito.

- Terminemos con esto de una vez Melo – respondió Auber mientras extendía su zona de ki. Había aprendido la lección del anterior duelo y esta vez estaba preparado.

- ¿Por qué tanta prisa ahora? - continuó Melo -. Pensaba que querrías prolongar este momento todo lo posible antes de que acabe contigo. Después de todo, esto es lo más cerca que una basura como tú estará de la gloria.

- No quiero pasarme el día escuchando tus bromas de cómico frustrado. Ahora no tienes cerca a ninguno de tus secuaces para reírse y el silencio que queda tras cada ocurrencia resulta patético. Así que acabemos esto.

Auber tenía que reconocer que esta vez si estaba disfrutando de las provocaciones. No dudaba de que Melo acabaría llevando la iniciativa del combate pero cuanto más irascible estuviese, más fácil sería que dejase algún hueco en su defensa. Extendió aún más su zona de ki hasta abarcar el cuerpo de su rival y comenzó a analizarlo en busca de alguna debilidad. Había algo raro en el ki de Melo...

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora