Cuadrante 36, Sistema Malvarala, planeta Tarsex.
¿Dónde demonios están? - se preguntó Velimar mientras sobrevolaba de nuevo la cordillera.
Era la séptima vuelta que daba y no había ni rastro de los saiyans. Sin embargo, sabía que continuaban con vida. Así se lo indicaba de vez en cuando su rastreador, captando fuentes de energía que, de improviso, aparecían y volvían a desaparecer.
Es como si se burlaran de mi – maldijo recordando la vergüenza que sintió tras su inesperada derrota -. Voy a encontrar a ese saiyan y lo haré sufrir de tal forma que me suplicará que le quite la vida.
- ¡Bip, bip, bip!
El zumbido de su rastreador le alertó sobre una fuerza. Era de casi 2.000 unidades y venía en su dirección.
¡Al fin se atreven a dar la cara! - pensó la brench entusiasmada, aumentando la velocidad para alcanzar a su nuevo objetivo.
- ¡Ya te tengo! - dijo Velimar en cuanto alcanzó a su presa, un alto saiyan de pelo corto. No se trataba del mismo que la había noqueado, pero tendría que conformarse -. ¿Dónde están el resto de simios sarnosos?
- Están ocupándose de tus compañeros – respondió el saiyan -. A mi me ha tocado la pajita más corta y me han mandado a acabar contigo. Mala suerte... para ti.
Velimar no pudo contener la carcajada que escapó de sus labios.
- ¿Por qué demonios los saiyans sois tan prepotentes? - le preguntó divertida -. Pensaba que años de continuas derrotas terminarían por suavizar vuestro desmesurado orgullo. Esta claro que es imposible. Lo único que se puede hacer con vosotros es lo que se hace con los animales rabiosos, sacrificaros.
- Ven a por mi si estas tan segura – le azuzó el saiyan.
Debe de ser una trampa – se dijo la brench -. No pienso caer de nuevo en el truco de la inconsciencia.
- Te veo indecisa – siguió el saiyan -. ¿Quieres que me ponga una mano a la espalda?
- ¡Maldito simio! - exclamó Velimar -. ¡Vas a tragarte cada una de tus palabras!
La brench se abalanzó contra el saiyan, lanzando un fuerte puñetazo. El muchacho cruzó los brazos sobre el pecho para detener el golpe pero, aprovechando su velocidad superior, la brench se materializó tras él y le propinó un rodillazo en la espalda. El saiyan salió propulsado por el golpe. Sin embargo, Velimar no le dio tregua y, siguiéndole, continuó con sus ataques. El saiyan permanecía encogido, intentando amortiguar la fuerza de los golpes. Era inútil.
- ¡Bip, bip, bip!
El sonido de su rastreador alertó a Velimar de la trampa. Una fuerza de 1.500 unidades se aproximaba desde abajo a gran velocidad. Sin embargo, no la pilló por sorpresa.
Así que te escondías entre las montañas – dijo mientras esperaba a que su enemigo llegase a su altura. Aguardó hasta el último momento y, en un fogonazo, lanzó un golpe decapitador hacia abajo con su mano desnuda. Sin embargo, donde debía estar su enemigo, no encontró más que una esfera de energía. Su golpe deshizo el ataque de ki sin causarle daño.
¡Solo era una onda de energía! - pensó desconcertada. Fue lo último que le vino a la mente antes de escuchar la voz que venía desde arriba.
- ¡Golpe de impacto!
Sintió como un torrente de energía inundaba su mente y, sin poder evitarlo, se dejó ir.
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Dragon Ball: una historia de los saiyans
Fiksi PenggemarAño 737. Freezer llega a la órbita del planeta Vegeta tras haber congregado a la gran mayoría de los saiyans desperdigados por el espacio. Preocupado por el creciente desarrollo de la fuerza saiyan dentro de las filas de su imperio y temiendo el sur...