Capítulo 41: Comienza la fase 2

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Cuadrante 36, Sistema Malvarala, Planeta Malvarala. Sala de entrenamiento.

Ange estaba en apuros. A pesar de que se consideraba una guerrera bastante hábil, la velocidad y número de esferas de energía que impactaban contra su cuerpo superaba por mucho su capacidad de reacción. Apretando la mandíbula, cruzó los brazos sobre su pecho y aguantó los golpes, era todo cuanto podía hacer... Por suerte para ella, la potencia de los ataques no era lo suficientemente elevada para resultar mortal, si bien no se libraría de pasar un par de horas en la cápsula de regeneración. Así eran los entrenamientos diarios con su ilustrísima, el gran Vegeta IV, patrón de los ególatras y besaespejos.

Durante el viaje a Malvarala ya había tenido la desgracia de sufrir sus entrenamientos, si bien en esos momentos también se encontraban Artic y Ennel para repartirse las caricias del príncipe. Sin embargo, desde que comenzó la ofensiva para enfrentar a los tardalianos, ella se había convertido en la única saiyan, aparte de Salad, disponible como saco de boxeo para el cada día más irascible Vegeta.

El príncipe odiaba esperar, eso era evidente. Como parte de su plan había enviado al cuerpo de exploradores al remoto planeta Tarsex para buscar una mina abandonada por un motivo que, para fastidio de Ange, no se había molestado en explicar. Mientras, Artic y Ennel habían partido para proteger el planeta Apoxis frente a una posible ofensiva tardaliana desde el planeta Malaxis. Apoxis era un punto estratégico ya que sus múltiples satélites permitían a los saiyans transformarse en ozaru permanentemente, formando un muro que los tardalianos no se habían atrevido a poner a prueba por ahora. Había sido una acción necesaria ya que, en esos momentos, el ciclo orbital del sistema solar favorecía a los tardalianos y los planetas Apoxis y Malaxis se encontraban relativamente cerca. Era una buena estrategia defensiva mientras esperaban las noticias del planeta Tarsex. Sin embargo, cuantos más días pasaban, más aumentaba la frustración del príncipe Vegeta y más oscuros eran los morados que poblaban el cuerpo de Ange.

Para empeorar las cosas, el día anterior había llegado un mensaje desde Freezer 01 comunicando que los tardalianos habían decidido mover ficha desde el punto de vista diplomático e informado a la corte imperial de la presencia saiyan en el sistema Malvarala. Gracias a la influencia de los asesores de la Facción Cooler, el emperador Cold se había movido mucho antes de lo esperado, enviando a un embajador para evaluar la situación y actuar como mediador. Era una jugada maestra por parte de los tardalianos, que solo debían esperar la llegada del embajador. Conociendo la política del emperador de evitar interferir en las disputas entre sus hijos, la decisión que tomaría sería aceptar las conquistas tardalianas en el sistema y ordenar la retirada de los mercenarios saiyans, formando un nuevo cerco que impediría la expansión de Freezer por el Cuadrante.

Las órdenes de Lord Freezer no se habían hecho esperar: debían eliminar al ejército tardaliano antes de la llegada del embajador para asegurar la posición de la Facción Freezer en el Cuadrante 36. Cualquier otro resultado sería considerado un fracaso y, como bien dejaba entrever en su mensaje, tendría consecuencias para los saiyans. Esa nueva contingencia no había hecho sino aumentar la presión sobre Vegeta.

Finalmente, la ráfaga de esferas de energía cesó. Ange no tuvo tiempo para aliviarse pues, apenas un instante después, un fuerte puñetazo impactó en su estómago, doblándola de dolor.

- Eres patética – dijo Vegeta mientras la contemplaba con desprecio -. Un insecto que no es digno de formar parte de mi escuadrón de élite.

Insecto, patética, alguien debería renovar su vocabulario – pensó Ange, aburrida de escuchar siempre los mismos insultos por parte del príncipe.

Apretó los puños con fuerza y permaneció inclinada. Por un momento había tenido la tentación de usar su nueva técnica. Estaba tan cerca, tan confiado... Sin embargo, descartó esa posibilidad de inmediato. Su ataque sin duda le haría pasar un mal rato a Vegeta, pero luego se lo haría pagar con creces. No tenía sentido.

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora