Capítulo 22: El plan de Raditz

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Cuadrante 36, Planeta Malvarala, Sala de Estrategos.


¿Por qué los mercenarios tienen que ser siempre tan extravagantes? – se preguntó Raditz que, al igual que el resto de los presentes, había desviado la mirada para observar al individuo responsable de la inesperada interrupción.

Ante ellos se encontraba una figura de aspecto humanoide, muy similar a un saiyan sin cola. La única diferencia física visible digna de destacarse era la existencia de un tercer ojo en su frente. Sin embargo, era su estilo lo que llamaba la atención. Desde su melena, de color rosado y peinada en múltiples trenzas que le caían por la espalda, hasta su ropa. El mercenario llevaba una chaqueta de color rojo, de pecho abierto y con mangas de extensión dispar. Lo mismo se repetía en sus pantalones, de un tono verde brillante y de largo variable. Para rematar, portaba varios anillos y colgantes de diferentes estilos y tonos que añadían aún más color a su singular aspecto.

- ¡Siento llegar tarde! - exclamó dejándose caer sobre el único asiento vacío -. ¡Vosotros debéis de ser los famosos saiyans! ¡Os imaginaba más grandes y temibles! Supongo que las historias que se cuentan sobre vosotros son algo exageradas.

Raditz lo observó con curiosidad mientras se preguntaba cuanto tardaría Vegeta en fulminarlo. El mercenario no era gran cosa, según su rastreador Jared Ordalis contaba con 357 unidades de poder. Una fuerza demasiado insignificante para arriesgarse a alterar la frágil paciencia del príncipe saiyan.

- ¡Disculpad su familiaridad mi príncipe! - atajó Saxiss temiendo la reacción de Vegeta -. Me temo que el respeto y el decoro a la hora de mantener una conversación no se encuentra entre las virtudes del ilustre Jared.

- ¡¿Os he ofendido?! - exclamó Jared esbozando una juguetona sonrisa -. ¡No era mi intención! Solo quería decir que los saiyans que describen las historias son siempre seres enormes, monstruosos, sedientos de sangre, que destruyen todo a su paso y qué; a primera vista, no me lo había parecido.

- Jared, es suficiente... - susurró Acxis.

- ¡De acuerdo, de acuerdo! – exclamó Jared ensanchando aún más su sonrisa -. Me disculpo si os he ofendido príncipe.

Vegeta continuó observando al mercenario con gesto inescrutable. Era imposible saber como reaccionaría el orgulloso saiyan.

- No es necesario – dijo finalmente Vegeta, esbozando su característica media sonrisa -. A fin de cuentas, todo lo que has escuchado sobre los saiyans es cierto.

- Uh chico, ahora si que das miedo... – dijo Jared simulando un escalofrío mientras mantenía la mirada del príncipe.

- Bueno, podemos dar por finalizadas las presentaciones – intervino Acxis, reconduciendo la conversación -. Jared, en tu ausencia hemos informado al príncipe Vegeta sobre la situación de nuestra campaña contra los tardalianos.

- Si, si, pinta mal la cosa – señaló Jared.

- Le estábamos exponiendo al príncipe la estrategia más adecuada para terminar el conflicto lo antes posible – continuó Acxis ignorando los comentarios del mercenario -. Sin embargo, parece ser que nuestra solicitud a Lord Freezer incorporaba algunas incongruencias a la hora de especificar el número de tropas.

- Vamos, que os han tangado – apuntó Jared.

- Sin embargo, el príncipe Vegeta asegura que los efectivos de los que dispone serán suficientes para lograr la victoria – siguió Acxis, haciendo oídos sordos.

Deben de necesitarlo mucho – pensó Raditz, sorprendido por el continuo descaro de Jared y la permisividad del Octágono.

- Si el príncipe lo dice... - dijo Jared -. Sin embargo, traigo nuevas noticias del frente. ¡Los tardalianos han reubicado sus tropas en el sistema de forma drástica!

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora