Cuadrante 36, Sistema Malvarala, Planeta Malaxis, alrededores de la torre de comunicaciones.
- ¡Toma ya! - exclamó Artic eufórico mientras la sombra del horizonte se iba haciendo cada vez más y más grande -. ¡Podéis daros por muertos!
El legado Cornelius no respondió a la provocación. Como todos los presentes, su mirada estaba fija en el cielo donde un enorme satélite, ni más ni menos que una de las lunas del planeta Apoxis, había aparecido de repente.
- Increíble... - exclamó el legado con gesto serio.
Ni que lo digas – pensó Ange.
Cuando había escuchado por primera vez el plan de Raditz de utilizar toda la energía de los cristales de exel de la mina del planeta Tarsex para alterar la órbita de una de las lunas de Apoxis y llevarla al planeta Malaxis, la misión le había parecido un suicidio. Sin embargo, por sorprendente que pareciese, la idea del explorador había tenido éxito.
- El satélite está colocado – dijo Raditz desde el rastreador -. Las ondas blutz no deberían tardar en hacer efecto.
- Perfecto, transfórmate en ozaru y protege la luna, nosotros nos ocuparemos del resto – exclamó Vegeta esbozando una confiada sonrisa -. Parece que esta victoria será del escuadrón de élite saiyan. ¡Prepárate basura, muy pronto vas a experimentar el terror de enfrentar a mi raza en todo su esplendor!
Cornelius ignoró las palabras del príncipe. Su mirada seguía fija en la luna y, aunque su rostro estaba serio, no parecía para nada aterrado por la situación.
Aquí hay algo que no cuadra... – pensó Ange.
- Increíble... Francamente, estoy muy muy impresionado – exclamó finalmente el legado. Sin embargo, en lugar de dirigirse a los saiyans, su mirada se había tornado hacia el exterior de la barrera, donde se encontraba el prefecto Serpicus -. Admito que, cuando me dijiste que una de las posibles estrategias de los saiyans sería traer su propia luna, pensé que no eran más que los desvaríos de una persona excesivamente hipocondríaca. Ahora veo mi error y me disculpo. Prefecto, jamás volveré a dudar de tu buen juicio.
- Solo barajé todas las posibilidades mi señor – dijo Serpicus con tono neutro mientras inclinaba ligeramente la cabeza.
- ¡¿De qué demonios están hablando?! - exclamó Artic confundido. Los saiyans, repentinamente nerviosos, se miraban unos a otros.
- El satélite lleva mucho tiempo sobre nosotros, la transformación debería haber empezado ya – reflexionó Salad mientras miraba fijamente hacia la luna.
- No puede ser... - murmuró Ange.
- Y, sin embargo, así es – dijo Cornelius con seriedad -. Me temo que, para vuestra desgracia, esta barrera no solo sirve para impedir que escapéis, también bloquea las energías que vienen del exterior, incluidas vuestras famosas ondas blutz.
- ¡Diantres, estamos como al principio! - exclamó Artic mientras se sostenía una aparatosa herida en su brazo izquierdo. De los tres saiyans que se habían enfrentado a Cornelius, él era el que se encontraba en peor estado.
Estamos mucho peor – pensó Ange. Ahora estaban más cansados y, sin la transformación en ozaru, la única esperanza de derrotar a Cornelius había desaparecido.
- ¡No puede ser! - exclamó Vegeta, claramente contrariado -. ¡Raditz, escúchame, ataca ahora mismo la barrera y acaba con todos los tardalianos!
- Yo no haría eso – dijo Serpicus desde el otro lado de la barrera -. Ahora mismo, todos nuestros cañones están apuntando hacia el satélite. Si vuestro compañero hace algún movimiento, la luna quedará desprotegida y será destruida.
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Dragon Ball: una historia de los saiyans
FanficAño 737. Freezer llega a la órbita del planeta Vegeta tras haber congregado a la gran mayoría de los saiyans desperdigados por el espacio. Preocupado por el creciente desarrollo de la fuerza saiyan dentro de las filas de su imperio y temiendo el sur...