Capítulo 10: Torneo de poder (parte 4)

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- Es una locura... ¿Por qué demonios ha hecho eso? - susurró Ange dando voz a los pensamientos que cruzaban la mente de todos los presentes.

Había pasado casi un minuto desde que Brocco anunció la descalificación de Anan y el silencio se había apoderado del estadio. No tenía sentido. Anan era, sin lugar a dudas, la favorita para ganar el torneo y entrar en el escuadrón de élite y, en lugar de eso, había renunciado a todo para salvar a un aspirante al que ni siquiera conocía.

La saiyan continuaba en la arena, mirando con absoluta indiferencia hacia el horizonte, como si fuese una mera espectadora que no tuviese nada que ver con el asunto. Mientras, los servicios médicos atendían a Umber y Kohl. Sorprendentemente, el que se encontraba en mejor estado era Umber. A Kohl lo habían sacado del cráter en el que estaba incrustado y, desde la barrera, parecía que no había sobrevivido.

- ¡Con todos los respetos gobernador, esta infracción debe ser castigada con algo más que la descalificación! - exclamó uno de los consejeros que estaban sentados en el palco de honor, un saiyan espigado con un poblado bigote. Auber supuso que se trataba de Kernel, el padre de Kohl y jefe del Cuerpo de Vigilantes.

Su intromisión rompió el silencio y comenzaron a esparcirse los murmullos entre el público. Incluso los miembros del palco susurraban con nerviosismo. El gobernador Zarbon permanecía callado, mirando a Anan con gesto indescifrable.

- Las reglas son las reglas Kernel, y nada más – dijo Zarbon levantándose de su asiento para captar la atención de los presentes -. ¡Aspirante Anan abandona la arena, quedas descalificada del torneo!

Anan obedeció la orden sin rechistar y salió de la sala por una de las puertas laterales mientras el público observaba confundido la marcha de la que, hasta hacia solo un momento, había sido su máxima favorita.

¿Por qué lo ha hecho? - se preguntó Auber con cierto disgusto. La actitud de la saiyan había despertado en él una amargura de la que no había sido consciente hasta ahora. Anan era su referente. Como él, era una aspirante de clase baja que había mejorado con trabajo duro hasta alcanzar a la élite. Lo tenía todo para lograr sus sueños y, sin embargo, había preferido desechar su futuro por salvar la vida a otro saiyan. Era una actitud del todo incomprensible, que tambaleaba los principios de su raza, y que deslucía todo lo que Auber había logrado. ¿Tan poco valía para ella el prestigio de llegar a ser miembro del escuadrón de élite?

- ¡Escuchadme todos, este será el nuevo orden de los combates tras la descalificación de Anan y el abandono de Umber y Kohl! - exclamó Brocco para captar la atención de los presentes y recuperar el rumbo del torneo -. El primer combate será entre Ange y Cado y, luego, le seguirá el de Melo y Aspar. En cuanto a Auber, este pasa de ronda automáticamente y se enfrentará al vencedor del combate entre Melo y Aspar.

Al final Anan me ha hecho un favor... - pensó Auber con amargura mientras contemplaba el nuevo orden de los combates en la pantalla. Ahora tenía una ronda de descanso y, con un poco de suerte, podía incluso llegar a la final del torneo. Era algo con lo que ni siquiera se había atrevido a soñar y, sin embargo, ahora no le resultaba tan atractivo. El resto de aspirantes también observaban el monitor, calibrando sus posibilidades. Solo faltaba Aspar. El saiyan se había apartado del grupo y estaba hablando con uno de los examinadores. Auber no podía escucharles pero, por sus gestos, parecía que estaban discutiendo.

- ¡Ange y Cado, entrad a la arena! - exclamó Brocco para reanudar el torneo.

Los dos saiyans accedieron a la arena. Estaban bastante cansados, especialmente Ange, si bien Auber no creía que fuese a perder. En su combate con Lych la saiyan había demostrado que su técnica y recursos estaban muy por encima de los de un cabeza hueca como Cado. Aspar regresó para reunirse con el resto de aspirantes.

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora