Capítulo 37: Misión en el planeta Tarsex (XIV)

3 1 0
                                    


Cuadrante 36, Sistema Malvarala, planeta Tarsex.


- ¿Estáis listos? - preguntó Auber colocándose en guardia.

- Espero que tu plan funcione – respondió Lych.

- Yo también – reconoció Auber.

No tuvieron tiempo de intercambiar más palabras. Como una exhalación, Tomber se abalanzó sobre ellos y, de un puñetazo, mandó a Lych por los aires. Siguiendo su plan, Ion retrocedió para alejarse del combate, situándose en la retaguardia.

Pues empezamos bien – se lamentó Auber.

Auber se desplazó a la derecha para esquivar un nuevo puñetazo de Tomber. Sin embargo, a pesar de la precognición que le otorgaba su zona de ki, fue incapaz de moverse con la suficiente velocidad, recibiendo un fuerte golpe en su hombro izquierdo. Por suerte, antes de que el marshelita lograra rematarlo, Ion lanzó un arco de energía con su espada. Gracias a su técnica, Auber pudo predecir la trayectoria del ataque de su compañero antes de que llegase y, agachándose, dejó que el arco pasase por encima. Tomber tuvo que saltar a un lado para esquivar el golpe, sufriendo un fino corte en su costado izquierdo.

- ¡Malditos monos! - exclamó el marshelita.

En un instante se materializó de nuevo frente a Auber, propinándole un puñetazo con su brazo derecho en el estómago que, por un momento, creyó que le atravesaría. Por suerte, Lych se reincorporó al combate, lanzando una patada a la cabeza del marshelita que este detuvo sin dificultad con su brazo superior izquierdo. Un nuevo arco de energía de Ion cruzó el aire en dirección a la cabeza de Tomber, obligándolo a retroceder. Aprovechando la oportunidad, Lych concentró su ki en ambas manos y, situándose sobre su rival, lanzó una potente detonación que envío al marshelita contra el suelo, sepultándolo entre los escombros del aeródromo.

- Tu plan no marcha nada bien – dijo Lych aprovechando el respiro -. ¿No se supone que ibas a esquivar todos sus ataques para cansarlo y darle a Ion una oportunidad?

- La brecha de poder entre nosotros es demasiado grande – respondió Auber jadeando -. Aunque puedo predecir sus movimientos, son demasiado rápidos para esquivarlos.

- Perfecto, ¿entonces qué hacemos? - preguntó Lych.

- Tenemos que reducir su nivel de poder todo lo posible – respondió Auber -. Hay que encontrar su punto débil.

- ¡Maldición! - exclamó Lych con frustración -. ¡Es lo que llevamos intentando hacer todo el combate! Ya lo has visto, es duro como un ozaru y no deja huecos ni comete errores, no lo pillaremos con un ataque sorpresa. No sé ni como seguimos vivos. ¡No tiene ninguna debilidad!

- Tienes razón... - reflexionó Auber. Una revelación acababa de formarse en su mente -. ¡No deberíamos seguir vivos! ¡Podría habernos pulverizado hace rato! ¿Por qué no ha esquivado tu detonación de energía?

- Supongo que porque no ha tenido tiempo – respondió Lych.

- Tonterías, es mucho más rápido que nosotros – repuso Auber -. Lo ha hecho para contener tu ataque y evitar que estallase en el suelo y dañase el campamento... ¡No ves que no ha producido ninguna explosión! Por ese motivo tampoco ha realizado ataques de energía desde que destruyó el aeródromo. ¿No lo entiendes? ¡Hay algo allí abajo que quiere proteger a toda costa!

Lych lo miró con admiración, comprendiendo la importancia de lo que implicaba ese hecho y la ventaja que les daba sobre su enemigo.

- Eso nos da una oportunidad, aunque es una apuesta arriesgada... Pero también es nuestra única opción – reflexionó Lych -. Supongo que quieres que me ocupe yo, ¿me equivoco?

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora