Capítulo 16: La hora del príncipe

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Cuadrante 29, Planeta Vegeta, Palacio de Sadala.


Un extraño, para ellos no soy más que un extraño – pensó Vegeta mientras sostenía la mirada de los guardias de la sala del trono. Tanto estos como el mayordomo que le escoltaba permanecían en silencio, observando al príncipe con gesto hosco mientras aguardaban la llamada del rey. Llevaba más de diez minutos esperando audiencia y comenzaba a impacientarse.

Esta no es forma de tratar a su príncipe – se dijo mientras apretaba el puño derecho para apaciguar su ira.

Llevaba dos semanas en el planeta Vegeta y aún era incapaz de quitarse de encima la sensación de incomodidad. Hacía casi diez años que no visitaba su hogar y ahora que finalmente regresaba todo le resultaba extraño. Cuando salió del puerto estelar no encontró nada que le recordara a la Sadala de su niñez y, en lugar de su padre, le había recibido un vulgar mayordomo con disculpas sobre la ocupada agenda del rey y la posibilidad de concertar una recepción en un futuro próximo. ¡Excusas! En ese momento había deseado arrasar con todo el planeta y lo cierto era que, cada día que pasaba, se arrepentía de no haberlo hecho. El sonido de la puerta de la sala del trono le devolvió a la realidad.

- Príncipe Vegeta, el rey os espera en la mesa del Consejo Real – dijo Gerkin, un alto saiyan de pelo largo que llevaba sirviendo como lugarteniente de su padre desde que Vegeta tenía memoria. El saiyan acompañó sus palabras de una reverencia, si bien en sus ojos se adivinaba el mismo desprecio que Vegeta había visto en el mayordomo y los guardias.

No importa – pensó mientras entraba con paso digno a la sala -. Cuando regrese triunfante de Tardalia recordarán quien soy.

Siguió a Gerkin hacia un lateral de la sala del trono, donde se encontraba la habitación del Consejo Real. Su padre lo esperaba presidiendo la mesa. A estas alturas Vegeta no esperaba una calurosa bienvenida por su parte, ni siquiera una sonrisa. Sin embargo, tampoco esperaba la frialdad que desprendían los ojos del rey.

Parece que no vamos a fundirnos en un fuerte abrazo – pensó irónico. Apenas guardaba recuerdos del rey Vegeta y los pocos que tenía no eran los de un padre cariñoso. Sin embargo, siempre se había mostrado orgulloso de su hijo y de su potencial como guerrero. Ahora no quedaba rastro de aquel orgullo en su mirada.

- Mi rey, el príncipe Vegeta – le presentó Gerkin rompiendo el tenso silencio.

- Gracias Gerkin, déjanos solos – dijo el rey -. Vegeta, toma asiento.

Gerkin se despidió de su rey con una reverencia y abandonó la sala. Vegeta se aproximó al sillón del otro extremo de la mesa con deliberada lentitud, manteniendo la mirada de su padre.

- Ha pasado mucho tiempo padre – le dijo mientras tomaba asiento -. Sadala ha cambiado bastante en estos años, apenas he reconocido alguno de sus rincones.

- Eras casi un niño cuando te fuiste a vivir bajo el manto de Freezer – respondió con sequedad -. Supongo que, tras tantos años viviendo en la capital, Sadala te parecerá un pueblo bárbaro y atrasado. ¿No suelen referirse así a nosotros los saiyans?

Esto no empieza bien – maldijo Vegeta. No esperaba encontrar tanta hostilidad por parte de su padre.

- Quería volver a casa – dijo Vegeta con sinceridad.

Su padre lo observó en silencio. Tenía que reconducir la conversación. Para cambiar la imagen que el pueblo saiyan tenía de él debía conseguir una victoria sobre los tardalianos pero, para ello, necesitaba el apoyo del rey y de su ejército. Debía dar lo mejor de si mismo.

Dragon Ball: una historia de los saiyansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora