Sentirme ridiculizado por dos mujeres en un día comenzaba a ser demasiado. Primero el espectáculo lamentable de mi secretaria que pretendía escarmentarme con su ropa tan sexy, pero me mantuve estoico, no puedo permitir que ella venza.
¿Azotar a mi secretaria? ¡Oh, claro que hubiera querido estampar la palma de mi mano en los cachetes de su culo! Pequeño pero bien formado, excitante enfundado en su falda de cuero, pero no he conseguido alzar un imperio dejándome llevar por mis instintos y las trampas tejidas por esos seres inferiores a nosotros: las mujeres.
Y para rematar la función, Antonella quiso darme lecciones de psicoanálisis a estas alturas, como si no hubiera tenido suficiente con todos sus consejos por años.
Espero que mi cita con Gabriel, mi abogado,me ayude a tomar distancia con Éire. Es posible que últimamente haya perdido mi visión empresarial y quiero que él me de una perspectiva más amplia de toda esta situación.
Está claro que ella no debería venir vestida de esa forma, o provocarme con ciertas palabras, pues se viene a trabajar a la oficina. Sin embargo, no dejo de pensar en que yo no actué de un modo adecuado al desnudarme ante ella, mantener relaciones sexuales frente a su puesto de trabajo, ni adjudicarle tareas que no le concernían.
Hemos sido niños muy malos, pero ha llegado el momento de cruzar la línea que separe nuestros caminos.
La puerta está medio abierta y entro sin llamar siquiera.
—¿Puedo pasar? —pregunto entonces para saber si él está libre para atenderme.
—¡Rodrigo! —pronuncia mi nombre con sorpresa—. ¡Cuánto tiempo! Te esperaba mucho antes, pero esta vez has tardado. Esa secretaria que tienes te está cambiando...
Aprieto los dientes en un intento por controlar la furia interna que provocan sus palabras. Todos parecen muy convencidos de que esa pequeña víbora está ganando la partida, y nada más lejos de la realidad.
Me siento en la butaca frente a Gabriel que me mira con estupefacción.
—Pareces agotado.
Sí, vale. He de admitir mi derrota y la vuelta de pesadillas terribles, no necesito que nadie me recuerde a cada rato que vuelvo al mismo punto de hace dos años; de nuevo tengo demasiado presente los sucesos de mi infancia y el hecho de que mi padre se marchase de viaje con cinco mujeres, dejándome al cuidado de desconocidos. Ellas siempre han sido las culpables de mi soledad y abandono.
—Estoy inmerso en un nuevo proyecto y lo quieren terminado antes de Navidad. Así que le estoy dedicando más horas de las habituales.
—¿Y no has pensado en delegar en tus empleados? —sugiere enarcando una ceja.
No es necesario que hable mucho más para entender su insinuación. Le gustaría que por una vez su trabajo no implicara el despido de nadie.
—No. De hecho, quiero que me aconsejes que vía legal puedo tomar para despedir a mi nueva ayudante —respondo convencido de que es lo mejor.
—He oído que está aportando beneficios a tu empresa; ha conseguido nuevos clientes, fidelizar a los que llevan años... la gente la adora, y puede que esta vez eso debiera valerte, al menos, para darle una oportunidad más. Trata de conocerla, de llevarte bien con ella, puede sorprenderte. No todas las mujeres son el enemigo, te pasara lo que te pasara con ellas.
—Gabriel, ¿vas a ayudarme o tengo que buscarme otro abogado para este pequeño asunto? —le consulto con brusquedad.
Él lanza un suspiro y agacha la cabeza.
—Está bien, Rodrigo. En primer lugar debe ser un despido notificado por escrito que justifique el porqué y a partir de cuándo, pero de eso me encargaré yo, como es habitual. Si llega tarde a menudo y no puede justificar su tardanza durante 3 veces al mes sería un motivo. Por desobedecer tus órdenes, por acudir al trabajo drogada o bebida, por traición, si su rendimiento es muy bajo...Por acoso a un compañero o a ti mismo.
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El capullo de mi jefe
HumorRodrigo cree que las mujeres son objetos. Éire no está dispuesta a ser uno de ellos. Él comenzará una lucha para despedir a una secretaria eficiente, si antes no acaba ella con él. O el amor se interpone en sus caminos. Portada obra de @cabushtak