CAPÍTULO 32

71 5 1
                                        

Amelia.

Sobredosis.

Por quinta vez en el día me inyectan la droga y siento la necesidad de consumir más y más, no sé que clase de droga me dan pero me estoy volviendo adicta a ella en muy poco tiempo, no se el tiempo preciso pero tal vez ya han pasado más de tres o cuatro días aquí. No me han tocado, bueno Regginal y Ávila han intentado violarme pero Emma, Mariana y Thomas lo han impedido. Emma por otra parte está de prisionera porque intentó llamar a mi padre para sacarme de aquí pero la descubrieron y ella si sufrió varias violaciones por parte de Regginal, Thomas aunque quiso no puedo interponerse porque lo amenazó con matarla, luego de violarla despiadadamente venía a tirarla al lugar donde nos tiene, la dejaba tirada en el piso sin fuerzas, casi desmayada, golpeada y desangrándose, Mariana la ayudaba y trataba de consolarla, a pesar de todo no me atrevía acercarme a ella. A Mariana tampoco la han tocado o le han inyectado droga, hice lo posible para mantenerla a salvo, aunque este ebria con la droga puedo protegerla a toda costa.

—Buona Notte belle signore— entra Ávila saludando.

(Buenas noches bellas damas)

Estoy mareada, lo único que a ingerido mi cuerpo en este tiempo es droga y agua, tengo los labios resecos y el cabello opaco y enmarañado. Emma a tratado de mantenerse fuerte aunque no voy a negar que si me dolió verla destruida y llorando desconsoladamente después de ser violada sin ninguna compasión.

—Antes de irme dormir necesito hacer algo, desde tu misión como infiltrada preciosura me dejaste loco, me encantó verte bailar y mover esas caderas como una diosa...

—Aléjate de mi— le gruño entre dientes cuando intenta acercarse más.

—No, imposible bonita— me sujeta con fuerza el rostro.

—¡Dejala!— dicen Emma y Mariana al mismo tiempo.

Están encadenadas y no pueden hacer nada para ayudarme.

—Quiero que muevas tus caderas como lo hacías bailando, pero esta vez mientras te cojo— me toma por el cabello.

Forcejeo cuando intenta besarme pero no tengo tantas fuerzas, me toma por el cuello y me aprieta cortandome la respiración. Escucho como se desabrocha la pretina del pantalón mientras yo lucho porque me suelte debido a que me estoy asfixiando.

—Sueltala, por favor— suplica Emma con voz entrecortada.

Solo ignora las suplicas de mi madre, pasa su lengua por mis labios mientras se restriega contra mi y pataleo y lucho con las pocas fuerzas que tengo en mi cuerpo para quitármelo de encima, mis lágrimas invaden mis ojos, la cabeza me da vueltas y estoy entrando en abstinencia. Como si leyera mi mente saca una jeringa de su bolsillo y me la pone frente a mis ojos.

—¿La quieres?— mis lagrimas mojan mis mejillas y niego.

《Si, si la quiero, la ansío en mi sistema》

—¿Estás segura?— no contesto y trago saliva, tengo la garganta y los labios secos— Una pequeña dosis.

—No— me paso la lengua por los labios al mirar la jeringa.

—Sé que la quieres— susurra en mi oído— Solo será la última.

—La última— digo agitada, asiento y sonríe con malicia.

—¡No!— grita Emma mientras disfruto como la droga entra en mi cuerpo.

Se siente bien, mi mente está en blanco y mi cuerpo se queda tendido en el colchón que hay en el piso. Siento como Ávila besa mi cuello y escucho los gritos y suplicas de Emma y Mariana para que le suelte, cierro los ojos con fuerza cuando mi mundo se mueve. Trato de empujarlo pero sujeta mis manos con fuerza. Mi mente vuelve a su estado aunque está ebria por tanta droga, pero aún así me advierte de lo que me quieren hacer.

DESTINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora