CAPÍTULO 54

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Amelia.

Stripers.

Los observo dormir y sonrío, beso los labios de mi prometido el cual sonríe y abre sus ojos.

—Buen día bello durmiente— medio se ríe.

—Buen día belleza— me abraza apartando el brazo de Massimo provocando que se despierte— Lo siento, no me di cuenta.

El se frota los ojos y sonríe cuando nos ve, mi padre logró que volvieran aceptarlo en la escuela, Massimo prometió portarse bien y el niño al que empujó está bien y se disculpó por decirle todo eso a Massimo y el igual se disculpó por haberlo golpeado y empujado.

—Te quedarás hoy en casa de Adrián con la niñera— le informa Dereck.

Se quedarán con una niñera debido a que Mariana acompañará a Brisa a España por asuntos del trabajo, Emma estará delicada de salud ya que últimamente a estado enferma así que estará en reposo y Thomas no es bueno con los niños.

—¿Volverán en la noche?

—Si mi amor, la misión es en Mánchester así que estaremos aquí en la noche— Dereck me toca las piernas bajo de las sábanas y sonrío.

—Massimo está aquí— le susurro.

—No haré nada— dice dándome pequeños besos.

Me levanto de la cama y recojo mi cabello en una coleta.

—Iré hacer el desayuno— Dereck se levanta conmigo.

—Te acompaño, Massimo quédate en cama— el asiente mientras agarra mi celular.

Al llegar a la cocina empieza a besar mi cuello y me río mientras el me apoya en el mesón.

—Solo será algo rápido— dice mientras baja mi short, siento su miembro rozar mis nalgas y sonrío.

Me penetra y empieza a embestirme con fuerza, los movimientos hace que mi vientre se maltrate en el filo del mesón pero no me importa, el placer es suficiente para olvidarme de cualquier cosa. Me cubro la boca para no gemir mucho mientras el sigue follandome.

—Joder nena— jadea.

Sigue embistiendo rápido y fuerte haciendo que mi cuerpo se consuma en una oleada de placer demasiado grande, el sujeta mis caderas y las aprieta haciendo que mi piel se ponga roja por la fuerza que ejercen sus manos, su miembro entra y sale de mi canal y  provocando gemidos ahogados de mi parte. El orgasmo está más que cerca y el lo sabe, sus dedos tocan mi clítoris mientras sigue embistiendo.

Cierro los ojos y me sujeta cuando las piernas me tiemblan, el orgasmo me abarca y gimo su nombre debido a todo el placer, se le escapa un pequeño gemido mientras se corre dentro de mi y descanso mi cabeza en el mesón frío. El me da un beso en el hombro y sale de mi arrebatandome un jadeo.

—¿Para esto querías acompañarme?— me giro y sonríe mientras se limpia con una toalla desechable.

—¿No te gustó?

—La verdad no— me mira y me río— ¿Qué? ¿Eso lastima tu hombría?

—Hombría me sobra preciosa, y esas palabras me lo levantan aún más porque se que en realidad te gustó.

Se acerca y me toma del cuello, me besa y jadeo cuando empieza a limpiarme.

—¿Ves? Con un simple toque mío te excitas— ruedo los ojos— Cuidado y te vuelves una fiera cuando todas boten baba por mi mientras bailo.

—No me importaría, porque eres solo mío y estás comprometido conmigo, en pocas palabras, me perteneces— sube el short y medio se ríe.

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