CAPÍTULO 39

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Dereck.

Empieza la rehabilitación.

Nos dan un recorrido por el centro de rehabilitación, nos explican que está divido por secciones según el costo de cada una. Hay salas compartidas desde cinco personas, tres, dos o una sola. También nos explican que aquí según el grado de intoxicación en la puerta de la sala donde el paciente se quedará, se pondrá una pañoleta de color. El grado más alto de intoxicación es el negro, Amelia recibirá el color rojo el cual es el tercer grado de intoxicación.

—Es mejor que ella no vea esto— me dice el médico.

Se la llevan a una sala de estar mientras el doctor me guía por los pasillos llegando hasta los laboratorios, los pacientes que tienen problemas de desesperación y ansiedad asi como Amelia deben permanecer encerrados, los tratamientos son una completa tortura para los pacientes los cuales se retuercen en el piso pidiendo ayuda, las terapias de shock también estarán incluidas para Amelia lo cual me causa algo de inseguridad. Esta se lleva a cabo con anestesia general y consiste en pasar ligeras corrientes eléctricas por el cerebro y así causar una pequeña convulsión de manera intencional.

—Ella tendrá que pasar por esto y muchos más tratamientos doloroso de desintoxicación.

—Haga lo que sea posible para que se recupere.

Estoy asustado por estos procedimientos y todo el dolor que sentirá mi nena. Me lleva a su oficina y me entrega una factura con el precio del primer mes.

—Debe saber que el hospedaje, la comida y todo lo demás tiene otro costo aparte del tratamiento, así que debe eligir en que sala la ponemos, si la quiere compartida y si es así con cuantas personas.

—En ninguna sala, la quiero en una suite.

No permitiré que comparta habitación con alguien, la quiero en completa tranquilidad y que se sienta cómoda sin nadie que pueda molestarla. El precio del tratamiento es muy alto y sin contar los lujos de quedarse en una suite. Esto saldrá un gran dineral pero no importa, todo con tal de que se cure de la maldita drogadicción. Firmo un cheque y lo recibe.

—Otra cosa más, es necesario que la deje hacer esto sola, todos los pacientes que ve aquí están saliendo adelante solos, esto es algo que requiere de uno mismo y no de otros. Si me permite el tratamiento empezará desde hoy mismo.

—Pero podré visitarla ¿no?

—Muy pocas veces, tal vez una o dos veces al mes.

Mierda es muy poco.

—Ahora mismo la instalaremos en la suite y lo llevaremos para que se despida.

Me guían a una suite y segundos después llega ella con una doctora, cierran la puerta dejándonos a solas, la jalo por la cintura y la beso con intensidad, rodea mi cuello y dudo en bajar mis manos pero ella sola sujeta mis manos y las baja a sus glúteos, ahoga sus jadeos con mis besos y me separo despacio de ella antes de perder la razón y follarla en esa cama.

—Tengo que irme— me empuja.

—¿Qué? Prometiste que estarías todo el tiempo conmigo.

—Lo sé, pero es un proceso que debes superar sola, sé que puedes nena— niega y vuelvo a besarla— Vendré las veces que me lo permitan, estaré apoyándote en todo.

—No, no quiero.

—Deja de ser tan necia y déjate ayudar— la siento en la cama.

Me toma por el rostro y me besa, la invado con mi lengua y sonrío cuando ella hace todo su cabello atrás y se separa de mis labios para arquear su cabeza dándome a entender que quiere. Me prenso de su cuello y se ríe levemente, me separo a la fuerza cuando golpean la puerta, acomodo la erección de mi pantalón y ella trata de recomponerse. Abro la puerta y entra el doctor observando a Lia en la cama.

—¿Todo listo?

—Sí, haga lo posible para que su sangre deje de tener tanta toxina.

—En algunos meses ella dejará de ser una adicta, téngalo por seguro.

Ella me abraza y noto como sus lágrimas no se contienen. Me despido una vez más y la dejo, si me quedo un segundo más no la soltare nunca más, subo al auto y suspiro pesado. No puedo creer que justo en estas fechas tenga que dejarla, se supone que siempre estaría con ella y pensaba pasar estas fechas con ella y Massimo. Me llevan al departamento en donde ya me están esperando Ángel y Massimo.

—¿Cuando podemos visitarla?— pregunta Massimo y lo cargo.

—Tal vez fines de semana pero no te aseguro nada, debes entender que Amelia debe superar esto sola. No debemos interferir mucho.

Hace una pequeña mueca y beso su mejilla, lo llevo a la cocina y lo siento en el mesón.

—Es navidad, pensé que pasaría estos días con mi mami— dice bajoneado.

—También pensé eso, pero las circunstancias de la vida nos lo a impedido, mirale el lado bueno, estamos aquí y somos su único soporte por lo que debemos estar fuertes para ella y esta no es la única navidad que pasaremos aqui, no volveremos a irmos y podrás celebrar cada fecha importante con Lia cuando ella se recupere, como en tu cumpleaños, ¿te acuerdas?— asiente. —¿Qué quieres?

—No tengo hambre— me acerco y tomo sus pequeñas manos.

—Sé que la vas a extrañar pero entiende, está pasando por algo muy difícil— me mira y acaricio su mejilla— Ven aquí.

Se tira a mis brazos y sonrío, Massimo, la única persona que puede tenerme besando el suelo por el. Por tenerlo a salvo doy mi vida entera y soy capaz de arriesgarlo todo por mi hijo.

Nadie celebrará estas fechas sin ella, Adrián no quiere saber nada de celebraciones, solo quiere que Amelia esté bien al igual que yo. Digamos que navidad nos agarró en mal tiempo.

—¿Quieres dormir?— asiente.

Antes de acostarnos le doy un baño de agua tibia, al terminar hidrato su piel y le doy leves masajes en su espaldita, le pongo la pijama y me abraza. Sonrío y lo acuesto en la cama. Me despojo de la ropa y me pongo una pijama.

—¿Crees que mamá se recuperará pronto?

El entiende lo que está pasando, es un niño pero comprende la situación.

—Si, estoy seguro que si— apago la luz.

Apego su pequeño cuerpo a mi y lo abrazo, se acurruca en mi pecho y acaricio su cabello mientras el pasa sus pequeñas manitas por mis mejillas.

—Mi manca passare il tempo con te papà— me susurra en italiano y beso su mejilla.

(Extraño pasar tiempo contigo papá)

—Ti prometto di passare tutto il mio tempo con te.

(Te prometo pasar todo mi tiempo contigo)

Sube a la altura de mi rostro y reparte besos pequeños haciéndome sonreír. Por último deja un beso en la punta de mi nariz y me abraza con fuerza.

—Duerme, ¿okey?

—Buenas noches— esconde su rostro en mi cuello.

—Buenas noches mi niño, descansa.

Da un pequeño suspiro y cierro mis ojos tratando de dormir pero Amelia se apodera de mi, doy un suspiro y Massimo acaricia mi rostro.

—Ya no pienses, ella está bien— está tan conectado conmigo que sabe exactamente que me pasa.

—Duerme, no te preocupes por mi— le susurro mientras acaricio su suave cabello castaño claro.

—Siempre lo haré porque te amo mucho papito— sonrío y lo aprieto más contra mi— Me gusta escuchar los latidos de tu corazón.

Sujeto tu mano y le doy un pequeño beso, subo hasta su rostro y sonríe mientras beso sus mejillas.

—Ya, duerme— se sienta en la cama.

—Ya me dio hambre— medio me río y me levanto.

Me hace recordar tiempo atrás hace muchos años cuando iba a visitarlo, se negaba a comer la noche antes de devolverme a Italia pero cuando se le pasaba el enojo me pedía que lo llevara a comer, es un pequeño vicio que tiene desde muy pequeño.

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