Amelia.
Noruega.
Forcejeo mientras intentan separarme de Mariana y Emma.
—¡Déjame!— grito y aprieta mi pierna provocando dolor— ¡Basta, basta!
—¡Cállate y despídete porque no volverás a verlas!— me grita Avila— Mathew dile que Thomas que se encargue de su madre y tu mata a la esposa del ministro.
—¡No, por favor!— me pongo de rodillas— Matame a mi y déjala ir a ella.
—Te quiero viva.
—Entonces déjala ir y quédate conmigo, te prometo que no intentaré escapar, pero no le hagas daño.
Me mira y gruñe enojado.
—Llama al ministro y dile que su esposa será dejada aquí, que ellos deben venir por ella, mientras ustedes vuelvan a Italia pero ya y no olvides de Emma, que Thomas se encargue de ella.
—¿A donde irás?
—Noruega.
Vuelven a inyectarme y Avila me carga tirándome en su hombro, jadeo de dolor cuando la presión que hace su hombro y en mi abdomen duele demasiado. No tengo fuerzas, solo quiero morir ahora mismo. Ávila me tira dentro de un jet y cierran las puertas.
—Quédate ahí y no jodas— me dice mientras me encadena.
Quiero vomitar y con cada minuto que pasa me siento más débil, me acurruco en el piso abrazándome a mi misma y cierro mis ojos intentando dormir.
Me despierto por el frío clima, todo está oscuro, es obvio que me inyectó algo para que no despertara durante todo el camino. Estoy muy asustada y me abrazo a mi misma por el frío. Veo una silueta acercase a mi y me toma con fuerza del cabello arrastrándome no se a donde, me tira en una cama y enciende una luz.
—Aquí no tienes escapatoria, desde ya te digo que no te preocupes, no vas a estar mucho tiempo conmigo, bueno ni conmigo ni con nadie.
Me arrastro hasta acurrucarme en un lado de la cama, tengo mucho frío, hambre y estoy entrando en abstinencia y ataques de ansiedad.
—Solo mírate, de la Amelia de antes, la que se creia de otro mundo, la que caminaba en las nubes sintiéndose inalcanzable, la que traía babeando a media central y a muchos mafiosos, de esa no queda nada, ahora solo está una drogadicta, débil y pisoteada, porque eso siempre pasa con personas como tú, que se hacen los buenos pero para tu información los buenos siempre terminan más que pisoteados.
—Pudrete— contengo el quejido de dolor— Vete a la mierda.
Mete su mano al bolsillo del pantalón y saca una jeringa.
—¿La quieres?— niego— Vamos, tómala, sé que la quieres.
Me la tira en la cama y lloro tratando de contener las ganas de vaciarme su contenido. Me tienta pasandomela por las piernas y se la arrebato de la mano pero me detiene cuando intento inyectarme.
—Vas a tenerla cuando me abras las piernas y dejes que te folle— me río.
—Sueñas, jamás me dejaría follar por un asqueroso como tú, aparte voy a decirte algo muy importante, acercarte— sonrío y me acerco a su oído— Tus 10 centímetros no podrían satisfacer a ninguna mujer.
Me río y me toma con fuerza del cuello, me mira lleno de odio y sigo burlándome en su cara.
—Yo que tu no hablaría cuando eres una zorra arrastrada que le abre las piernas a cualquiera.
—No te equivoques, a cualquiera no cariño. Si fuese así no tendrías que violarme y tomarme a la fuerza para poder tenerme— me río— El que le abra las piernas a Dereck no quiere decir que haga lo mismo contigo, ¿sabes por qué? Porque Dereck si es un hombre de verdad y el jamás a tenido que violarme para poder acceder a mi.
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DESTINADOS
Teen FictionDespués de cinco largos años, Amelia a vuelto a creer en el amor y está rehaciendo su vida amorosa junto a Liam. Todo es perfecto hasta que nuevamente vuelve aparecer el hombre que cambió su vida, Dereck Reyson vuelve a Londres, pero lleva con el a...