CAPÍTULO 20

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Dereck.

Noche de placer.

No puedo dormir, los recuerdos con Amelia invaden mi mente, sus besos, sus gemidos y palabras, todo lo recuerdo claramente. Recuerdo como follamos en la avioneta, como recorrí su cuerpo con mis manos y el sabor de sus labios y piel. Joder es lo mejor de la vida.

Sin pensarlo salgo de la habitación y me dirijo a la de Amelia, giro la perilla y se abre, que mal costumbre de dejar la puerta abierta, pero bueno, es mejor para mi. Todo está en completa oscuridad y observo su silueta acostada en la cama, tiene abrazado a Massimo, me acerco despacio y me pongo de rodillas a su lado. Se gira y se exalta cuando me ve.

—Dereck ¿qué haces aquí? Vete— me pide en un susurro.

—No, desde que volví a tenerte en mis brazos no hago más que pensar en ti ¿qué hago estando con Valeria cuando con la única que quiero estar eres tú? ¿Qué hago con todo esto que siento, con todo este deseo que me carcome por dentro? Cuando lo único que hago es recordar cómo recorrí tu cuerpo y como mis besos te prendían cada vez más....

—Basta— sus respiraciones están agitadas— Dereck ya no más.

Pone sus dedos en mis labios, entreabro mi boca y beso levemente sus dedos. Se agita aún más, sujeto su rostro y empiezo a besarla, su cuerpo reacciona a mis besos y se aferra a mi.

—Te deseo y deseo hacerte el amor— medio se le escapa un jadeo— Deseame tanto como yo a ti.

—Ya lo hago— susurra— Te deseo como a nadie Dereck.

—Deja que te haga el amor— siento como la sangre va transportandose a mi entrepierna poniéndome más duro— Apaguemos el deseo tan enfermizo entre los dos.

—¿Y que pasa si no lo apagamos? ¿Que pasará si lo encendemos más?

—Si eso pasa, tendremos que seguir haciendo esto, como hace años, ¿recuerdas? Cuando nos devorabamos a escondidas de todos y era de lo más placentero, ¿quieres eso?

—Terminaremos mal.

—No, apuesto a que no.

La cargo y la llevo a la habitación donde estaba, cierro la puerta y la acuesto en la cama, empezamos a besarnos y recorro su cuerpo con mis manos. Gime fuerte cuando aprieto sus muslos, está muy sensible y urgida que cualquier roce la excita demasiado al igual que a mi.

—Mi amor— susurra haciendo que sonría.

Beso sus pechos por encima de la tela de la blusa de pijama, me deshago de ella dejando sus pechos expuestos, los beso y ella se cubre la boca para no gemir tan fuerte, voy bajando hasta llegar a su vientre y bajo lentamente su short. Beso la parte interna de sus muslos y sin tanto rodeo beso su deliciosa intimidad, ahoga sus gemidos cubriendo su boca. Su sabor es delicioso, jamás había probado algo tan delicioso en mi vida. No me gusta tener sexo oral con cualquiera, así como tampoco me gusta follar con cualquiera sin protección, pero mi Amelia no es cualquiera, de su coño podría estar prensado todo el día sin cansarme de su sabor.

Mis manos viajan por todo su cuerpo y sonrío mientras la venero y beso su intimidad sin vergüenza alguna. Subo mis besos hasta su boca y rodea mi cuello con sus brazos. Pasa sus manos por mi pecho desnudo y baja hasta mis caderas, al llegar ahí juega con el elástico de los boxers y me separo un poco de ella. Me deshago de mis boxers y ella sonríe.

—Aunque te cases siempre serás mía— le susurro.

—Preservativo.

—Contigo no lo necesito— acaricio su mejilla— Y jamás lo necesitaré, belleza.

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