CAPÍTULO 37

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Dereck.

Su sufrimiento.

La veo llorar y retorcerse en la camilla por el dolor y la tortura que está pasando por la abstinencia. Grita cuando intentan tocarla y aparto la mirada, no puedo verla así, mañana nos iremos a New York para que inicie las terapias.

—¡Basta!— grita entre llanto y aparto a los doctores que intentan inyectarle un analgésico.

—Yo lo hago— me dan la inyección y salen de la habitación— ¡Mírame!

—Me duele, me duele, me duele— habla desesperada y le doy un pequeño beso.

—Mírame, el dolor pasará— le quito la tapa a la aguja y la inyecto— Shh tranquila, ya está.

—Ayúdame por favor, no aguanto el dolor, necesito...— cierra sus ojos y respira hondo— No no, olvídalo.

—Eso es, trata de poner de tu parte, es difícil lo sé pero estoy para ayudarte— trato de calmarla.

La abrazo y apuña mi camiseta con fuerza, su pecho sube y baja rápidamente y dejo pequeños besos en sus mejillas.

Fire on fire would normally kill us
But this much desire, together, we're winners
They say that we're out of control and some say we're sinners
But don't let them ruin our beautiful rhythms
'Cause when you unfold me and tell me you love me
And look in my eyes
You are perfection, my only direction
It's fire on fire, It's fire on fire.

Le susurro y cuando capta la letra de la canción la sigue.

When we fight, we fight like lions
But then we love and feel the truth
We lose our minds in a city of roses
We won't abide by any rules
I don't say a word
But still, you take my breath and steal the things I know
There you go, saving me from out of the cold.

Volvemos a cantar el coro esta vez los dos juntos, las lagrimas resbalan por sus mejillas mientras junto nuestras frentes, le doy una pequeña sonrisa y beso sus labios levemente.

—¿Calmada?— asiente y limpio sus lágrimas— Es nuestra.

—¿Qué cosa?

—La canción.

—Te amo— me susurra y la beso.

Escucho como carraspean la garganta y me separo de ella encontrándome con Adrián y el médico.

—Ya se la pueden llevar— informa y entra Mariana a la habitación.

—Mariana— Amelia se sienta en la camilla y ella viene abrazarla con fuerza.

—Mi niña— a las dos se le salen las lágrimas.

Adrián me hace una seña para que salga de la habitación, el deja una pequeña maleta al pie de la camilla y salimos junto con el médico.

—Hoy te quedarás con ella, sin ti no podrá descansar.

—Okey.

Minutos después sale Mariana.

—Ya está lista.

Adrián entra y la carga, salimos de la clínica y conduzco hacia la casa de Adrián. Ahora yo me encargo en llevarla en mis brazos dentro de la casa y al entrar serpentinas nos cubren.

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