Restaurante.

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Apesar de que acababa de llamarme acosador, otra vez, tenía una gran sonrisa estúpida en el rostro. Lastimosamente la vi partir en un taxi que ni siquiera sé de donde salió, el ballet parking seguía esperando que tomara las llaves de mi coche pero yo sólo... No me encontraba en este plano ahora mismo. Ella me intrigaba muchísimo, había conseguido mi atención ni bien pude divisarla detrás de la gran mesa del recibidor pero tenía muchas cosas que hacer, por lo que pensar en esa muchacha no era buena idea; recibí las llaves, le agradecí a Genaro y subí al coche.

Debía pasar a la casa un momento para recoger unos papeles antes de reunirme con un cliente, el año pasado me gradué como abogado penal, trabajaba en el Bufete de mi papá por supuesto, aunque la verdad es que quería ir a cualquier otro lugar, sólo que eso hubiera creado un problema innecesario, ya era bastante tener que soportar las peleas de mis padres. Esa fue una de las razones por las que me salí de casa ni bien termine mis estudios del colegio, en fin, llegué a mi departamento para buscar la carpeta con los datos de mi cliente, tendría que visitarlo en prisión para descubrir que estrategias usaríamos.

En eso se gasto toda mi mañana, sin darme casi cuenta estaba nuevamente en la entrada del Bufete de mi padre, entregue el coche una vez más y sin muchas ganas fui a encerrarme a la que era mi oficina, la verdad es que todo estaba demasiado tranquilo, algo bastante raro pero días así no solían repetirse por lo que aproveche para tratar de averiguar algo más sobre Marcia. ¿Qué? Sólo quiero saber que hacía por aquí, en una de esas se vuelve mi colega, algo que no me molestaría para nada; lo malo es que justo cuando me disponía a averiguarlo mi padre apareció entorpeciendo mis planes como la mayoría de las veces.


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– ¡Marcia! Tarde otra vez — negó con reprobación

– Bueno, si me hubieras dejado el coche, no hubiera llegado tarde mamá — se quita el suéter dejándolo en la barra junto con su bolso

– Ya te explique, debía entregar unos pedidos... ¿Cómo te fue?

– Bien, ya todo el papeleo para hacer mis prácticas esta echo, ahora dime ¿Qué toca primero?

– Te necesitan en la cocina, repostería no necesita ayuda todavía pero en cuanto empiece a llegar la gente...

– Lo sé, bueno iré a lavarme las manos — se amarra el cabello mientras entra a la cocina.






Los padres de Marcia tenían un restaurante, de hecho es una reliquia familiar, lo pusieron los bisabuelos de Marcia y hasta ahora sigue en pie gracias a que la clientela es fiel, además de la calidad de los platillos por supuesto, otros asistían porque Marcia solía cantar en las noches, normalmente había música en vivo pero sólo eran canciones relajadas, hasta que Marcia sugirió cantar como pasatiempo, la verdad es que se aburría mucho cuando ya no tenía nada que hacer en la cocina.

Si bien la familia de Marcia estaba bien colocada económicamente, le habían tocado unos padres bastantes tacaños, pero si sacamos el lado bueno de las cosas como lo hace nuestra protagonista siempre. Esto le había ayudado para estar siempre con los pies sobre la tierra, si su vida definitivamente podría ser mucho más sencilla con un maldito coche pero entonces nunca habría agarrado esa "sabiduría de calle"; Marcia sabe andar en el metro, bus, taxi e incluso bicicleta, todavía trabajaba duro en el restaurante.

De hecho lo hacía desde los quince años más o menos, ya que sus padres siempre fueron muy estrictos con el manejo del dinero, empezó a trabajar desde abajo para conseguir darse sus gustos, ella ha trapeado pisos, lavo platos e incluso los baños, luego escalo para ser mesera, atendió varías veces el bar y ahora estaba metida en la cocina, no es como si fuera la mejor chef del mundo pero dado a que le echaba ganas y aprendía con una rapidez impresionante, todos la querían allí. Pudo haber estudiado administración con la idea de heredar el restaurante algún día pero prefirió dejárselo a su hermano.

Ella quería ser abogada, le fascinaba la idea de poder ayudar con su conocimiento en leyes, aunque tampoco es un secreto que se gana bastante bien, algo que le resultaba muy atractivo también. Sus abuelos estaban muy orgullosos, Marcia era por lejos su nieta favorita, no era un secreto para nadie que siempre fue una muchacha amable, humilde y cariñosa pero con su familia lo era aún más, en especial sus abuelos. Es por eso que ellos planeaban darle un regalo especial para su graduación.


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Ahora hablemos un poquito de Esteban, dentro de todo es un buen hombre, claro que con sus pequeñas fallas como todos; bastante trabajador, de la clase que se la pasa en la oficina cuando es necesario pero como aún es joven salía bastante también, le gustaba la vida nocturna, se podría considerar un casanova también o como él diría. "Un adorador a la belleza femenina" por supuesto que aquello no le duraba lo suficiente como para meterse de lleno en una relación seria, eso tenía mucho que ver con su filosofía de vida, un día estás aquí y al otro no ¿Por qué atarse por mucho tiempo a alguien?

En definitiva no conseguía entender a esas personas que se casaban con la idea de estar juntos por siempre, tal vez porque el amor no había golpeado con fuerza las puertas de su corazón o simplemente no le hacía ilusión una vida así. La verdad es que era demasiado joven como para saber que quería a futuro, podría convertirse en esos hombres a los que no entendía o seguir siendo un adorador a la belleza; pero pensar en esas posibilidades no estaban en sus planes, sólo deseaba divertirse y no vivir tan estresado como sus padres.

Al final pudo descubrir cual sería la función de Marcia en el bufete y aquello le había dado cierta satisfacción, no es como si la viera como su próxima conquista pero hasta ahora le parecía un enigma, algo que realmente quería descubrir, le ponía bastante ansioso que iniciarán sus prácticas de una vez para poder conocerla, aunque para eso faltarán un par de meses. Mientras tanto podría enfocarse en sus casos de lleno hasta que el momento de molestar a la practicante llegará.


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– ¿Entonces iras a trabajar a ese bufete de abogados?

– Cuando sea momento sí, es necesario para graduarme al fin... No podré venir a echarles una mano en el restaurante cuando eso pase

– Lo sabemos hija, por lo menos aún quedan bastantes meses hasta entonces

– Bueno pero se pasan rápidos — comentó la mujer — En un abrir y cerrar de ojos ella estará allá codeandose con todos esos abogados altaneros

– Mamá, no todos los abogados son altaneros

– Pero si se creen muy importantes, te cobran hasta por respirar cerca de ellos, de verdad hija. No sé porque quisiste estudiar eso

– Ya lo hemos hablado miles de veces — suspiro agotada — Me gusta el restaurante pero no me quiero dedicar a el para siempre, lo mío no es administrar y lo saben

– Porque no quisiste.

– No me dejaron querrás decir mamá, se lo dejaron todo a Manuel

– Bueno es el mayor — dio de hombros

– Saben que, esto no nos va a llevar a nada bueno — se pone de pie esbozando una sonrisa — Me voy a casa, he ido de un lado al otro hoy y quisiera descansar

– Ya vamos a cerrar, esperanos un par de minutos — pidió su padre

– No es necesario, me iré en taxi, nos vemos mañana en el desayuno





Beso sus mejillas en forma de despedida antes de dar media vuelta en dirección a el área de empleados, allí tenía la mayoría de sus cosas así como su ropa, siempre que iba a estar en la cocina le prestaban el uniforme. Luego de cambiarse y de haber pedido un taxi lo fue a esperar en la esquina del restaurante, realmente estaba agotada, agradecía que sus clases todavía no empezaban sino ir mañana sería algo difícil, de hecho estaba considerando no salir de la cama toda la mañana hasta que su espalda volviera a su forma natural.







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