Etéreo

Comisaría.

– ¡Hey! Sin peleas — interviene desde el sofá que estaba en el jardín

– Pero ma ¡Ya es mi turno!

– Rafa es el turno de tu hermano

– ¡No es cierto mami!

– Si se van a pelear por la ballena, la sacamos y juegan con otra cosa

– ¡No!

– Ah bueno, entonces respeten los turnos

Después del almuerzo los niños habían insistido en que querían jugar un rato en la piscina ya que estaba haciendo mucho calor, Marcia accedió pues así ellos estarían entretenidos, metieron los salvavidas así como la ballena inflable, justo por lo que se estaban peleando ahora; al final tuvo que sacarselas y darles en su lugar la pelota de playa para que jueguen, ella por supuesto volvió a estar bajo la sombra porque no estaba con ganas de llenarse de bloqueador para evitar quemarse.

– Señora... — se acerca trayendole su teléfono

– ¿Qué paso Delia?

– Su teléfono ha estado sonando, lo dejo en la mesa del comedor

– ¿Es Esteban?

– No, es un número que no tiene registrado... Vea, la está llamado de nuevo

– Vigilalos mientras atiendo la llamada — contesta poniéndose de pie

– ¿Están jugando voleyball niños? — sonríe

– Hola ¿Quién habla?

– ¡Marcia! — suspira aliviada — ¿Por qué carajos no contestabas?

– ¿Lucrecia? — frunce el ceño — ¿Qué le pasó a tu teléfono?

– Necesito que me hagas un favor

– Nunca me llamas de un número diferente... No me digas que estas presa o que te asaltaron

– Es que pasaron cosas... Estoy en la comisaría número diez

– ¿Qué hiciste?

– No te lo puedo explicar, por favor ven y sé mi abogada, alguien tiene que sacarme de aquí ¡Y llama a Ricardo! Porque ya pasó mi horario de almuerzo

– Estaré ahí lo más pronto posible — ríe negando — Por favor no hagas nada estúpido hasta que llegue — cuelga

– ¿Era un cliente Señora?

– Si una clienta nueva... Voy a tener que salir porque esta en la comisaría

– Vaya, Esperanza y yo nos encargamos de los niños

– ¡Mami! ¡Mami! — nada a la orilla

– ¿Qué paso mi amor?

– No te vayas