Capítulo 17 - Locos de tanto estudiar (Parte 1)

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El fiscal que interrogó a Aika en Tokyo, se detiene nuevamente cuando abría la puerta de la suite al escuchar la pregunta de ella.

— ¿Y usted, cree en el infierno?

— En esa parte, puedo decir que concuerdo contigo. Hay que hacerlos pagar mientras están con vida, por eso me convertí en fiscal – aun sin irse, le dirige otra pregunta –... ¿Tú qué harías para hacerlos pagar en vida?

— Mmm... – piensa un poco en cómo responderle con suficiente sinceridad – Cambiar, hacerme fuerte y... mientras nunca esté detrás de las rejas; hacer lo que sea que haga falta.



Volviendo al presente, unos minutos antes de que las bocinas y la espantosa música comenzara. La profesora de química después de haber dejado salir a comprar algo a la señorita Misora, se arrancó el sujetador del cabello y golpeando una vez la pizarra exclamó.

— ¡Escuchen, mocosos! ¡Los que no escriben en mi clase se quedarán conmigo para cuando termine el día! ¡No asistirán a sus actividades del club! ¿Lo tienen entendido? – se veía desesperada.

Su público inexpresivo sigue sin mover músculo. Gruñe con mucha rabia y el brazo de Ryusei es levantado.

— ¿Puedo salir?

— Vete... – la profesora se derrite en su silla con melancolía.

Se levanta de su puesto y entonces Issei lo toma por la manga del suéter verde oscuro.

— ¿Irás de nuevo a espiarla? – pregunta con una ceja levantada y una sonrisa.

— Si.

— Pobre Aika-chan, la acosas – se cruza de brazos.

— ¿¡Qué!? ¡Sabes que no es a ella! – sin darse cuenta termina gritando – ...Nos... Nos vemos después.

Un rato después de que la clase se congelara, la profesora había escapado de aquel sitio después de decir ''Los veo en la tarde mocosos, los que entendieron pueden ir a su siguiente clase'', se podía sentir lástima por alguien como ella en ese momento, sus cabellos castaños estaban hechos un desastre con los jalones que se había dado ella misma.

Mizuki se quedó dibujando en las orillas de su cuaderno cuando justo empezó la chirriante canción, ni los audífonos o música death metal podrían apaciguar esa tortura.

Jeremiah en vez de buscar tapar sus oídos, optó por lanzar su silla a la bocina del aula, rompiéndola y derribándola al suelo, pero sin éxito alguno, seguía la orquesta de tenedores deslizando su filo por un plato, el chirrido de uñas rajando la pizarra y ese tipo de sonidos que muchos odian.

Por instinto, los demás se privaron en un intento de minimizar el sonido tapando los oídos, acompañándolos con gritos que también eran inútiles. Las vibraciones y zumbidos se sentían en plena sien, una migraña había sido repartida como un recado a cada uno de los estudiantes.



Por otro lado, Aika con las rodillas tocando el suelo, cargándose de lágrimas, su cuerpo estático con una expresión de sorpresa, su mente simplemente se había transportado a otro sitio, otros tiempos y otro tipo de sensaciones.

El Kodai la observa un momento e intenta llamarle, pero con semejante cara de susto era claro que no podía escucharlo.

Podría pensarse que toda la unión de esos sonidos no permitiría que fuesen escuchados, pero no era así, cada uno era tan nítido incluso más que la vez que fueron escuchados por primera vez en sus vivencias. Se reproducían personalmente en las orejas, algunos llegaban a escuchar pantanales de abejas alborotadas, bebés llorando, mujeres gritando, personas mayores agonizando, auxilios, el arrastre del metal de las sillas por el piso, puertas trancándose una y otra vez, el sonido al masticar, disparos, niños suplicando, explosiones y entre otros.

Soñar despierto no crea realidad - Daydreaming not realityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora