Capítulo 22 - La melodía que es única en tu tacto (Parte 2)

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Todos los rehenes y los dos secuestradores restantes quedaron ensordecidos por el impactante espectáculo del auto que no habían visto llegar y la sangre que dejó por el camino, arrastrando los cuerpos hasta el final del estacionamiento y finalmente chocando contra la pared. Las rehenes empezaron a gritar y el pánico se manifestó.

— ¿Qué... fue eso?

— AHHHHHH

— ¡Dios mío!

Ni los delincuentes restantes sabían qué hacer ahora, estaban estáticos. No se conocía la existencia de algún conductor dentro del vehículo y nadie se iba a acercar a la escena de terror.

— Dios mío ¿Qué es esto?

Algunos sollozaban, privados en su desesperación y entonces el ruido es roto, cuando unos pasos se convirtieron en los protagonistas del show. Voltean aterrados hacia la proveniencia de los zapatos caros, buscando explicación de las cinco muertes ¿Podría ser la persona causante del ''accidente''?

Una silueta musculosa se veía al final de la luz, su rostro no era visible y sus manos estaban desarmadas.

Tiburoncito...

Misora lo reconoció inmediatamente.

— Tal y como él dijo – Aika se pone de pie con miedo en los ojos –... ''Se acabó el juego'', corran – les sugiere a todos.

— Ah... ¡Cállate! – la silencia uno de los hombres – El que lo hizo, pagará.

Saca otra arma de fuego del bolsillo y apunta a la tranquila silueta, y avanza hacia ella.


''Así que todos tenían pistolas...''


— Vamos. Tal vez él sabe algo sobre el dinero.

El otro delincuente dentro del bus con el par de estudiantes, se baja sacando la pistola, se coloca a su lado y avanzan juntos dejando atrás a los rehenes.

— ¿Somos libres? – preguntan las mujeres.

— ¿Qué esperan? ¡Suban al autobús!

Ordena Aika mientras rompía la cinta de sus manos a escondidas con un boomerang de metal pequeño.

Se escuchan los disparos y gritos provenientes de los delincuentes que habían ido solos a enfrentar a la silueta. El fuego armado en contra de la cabeza de la bestia gris era inútil, incluso cubría su sonrisa grotesca con sus frondosos brazos de mangas blancas remangadas, las balas eran un juego para él.

— ¿¡Qué mierda es esta cosa!?

— ¡No se detiene!

— ¡HEY! ¿¡Y nuestro dinero!?

— Cuidado a donde apuntan – empieza a decir el demonio –. No querrán abrirle un agujero a mi camisa.



— ¡Yo no volveré a subir ahí!

Grita una de las mujeres que no quiso subir y rodea el autobús para huir corriendo.

— ¡Hey! ¡No lo haga! – le ordena Aika desde el autobús.

Entonces el cuerpo de uno de los delincuentes es lanzado en su dirección y se lleva a la mujer por delante, la colisión había sido tan fuerte que su cráneo se fracturó al instante golpeándose contra el suelo. Ese cuerpo humano había sido usado como un proyectil letal.

Soñar despierto no crea realidad - Daydreaming not realityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora